1 - DE FEBRERO – MARTES –
4ª – SEMANA DEL T.O. – C
Santa Brígida
de Irlanda
Lectura del segundo libro de Samuel
(18,9-10.14b.24-25a.30–19,3):
En aquellos
días, Absalón fue a dar en un destacamento de David. Iba montado en un mulo, y,
al meterse el mulo bajo el ramaje de una encina copuda, se le enganchó a
Absalón la cabeza en la encina y quedó colgando entre el cielo y la tierra,
mientras el mulo que cabalgaba se le escapó.
Lo vio uno y avisó a Joab:
«¡Acabo de ver a Absalón colgado de una
encina!»
Agarró Joab tres venablos y se los clavó
en el corazón a Absalón. David estaba sentado entre las dos puertas. El
centinela subió al mirador, encima de la puerta, sobre la muralla, levantó la
vista y miró: un hombre venía corriendo solo.
El centinela gritó y avisó al rey.
El rey dijo:
«Retírate y espera ahí.»
Se retiró y esperó allí.
Y en aquel momento llegó el etíope y
dijo:
«¡Albricias, majestad! ¡El Señor te ha
hecho hoy justicia de los que se habían rebelado contra ti!»
El rey le preguntó:
«¿Está bien mi hijo Absalón?»
Respondió el etíope:
«¡Acaben como él los enemigos de vuestra
majestad y cuantos se rebelen contra ti!»
Entonces el rey se estremeció, subió al
mirador de encima de la puerta y se echó a llorar, diciendo mientras subía:
«¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo
mío, Absalón! ¡Ojalá hubiera muerto yo en vez de ti, Absalón, hijo mío, hijo
mío!»
A Joab le avisaron:
«El rey está llorando y lamentándose por
Absalón.»
Así la victoria de aquel día fue duelo
para el ejército, porque los soldados oyeron decir que el rey estaba afligido a
causa de su hijo. Y el ejército entró aquel día en la ciudad a escondidas, como
se esconden los soldados abochornados cuando han huido del combate.
Palabra de Dios
Salmo: 21,26b-27.28.30.31-32
R/. Te alabarán, Señor, los que te buscan
Cumpliré mis
votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R/.
Lo recordarán
y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R/.
Me hará vivir
para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(5,21-43):
En aquel
tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha
gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la
sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con
insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, pon
las manos sobre ella, para que se cure y viva.»
Jesús se fue con él, acompañado de mucha
gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de
sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de
tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de
mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás,
entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido
curaría.
Inmediatamente se secó la fuente de sus
hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado.
Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en
medio de la gente, preguntando:
«¿Quién me ha tocado el manto?»
Los discípulos le contestaron:
«Ves cómo te apretuja la gente y
preguntas: "¿Quién me ha tocado?"»
Él seguía mirando alrededor, para ver
quién había sido.
La mujer se acercó asustada y
temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le
confesó todo.
Él le dijo:
«Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y
con salud.»
Todavía estaba hablando, cuando llegaron
de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué
molestar más al maestro?»
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le
dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe.»
No permitió que lo acompañara nadie, más
que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de
la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a
gritos.
Entró y les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son éstos?
La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él.
Pero él los echó fuera a todos y, con el
padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la
cogió de la mano y le djo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo
hablo, niña, levántate»).
La niña se puso en pie inmediatamente y
echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones.
Les insistió en que nadie se enterase; y
les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor
1. Lo primero que queda patente, en este
relato, es que Jesús era reconocido por la gente como una persona a la que se
podía acudir cuando alguien tenía una situación de sufrimiento, de enfermedad,
de injusticia, de humillación. Porque todo el mundo sabía que en Jesús se
encontraba solución al sufrimiento humano.
Además, a Jesús acudía toda clase de
gente, fuera cual fuera su religiosidad, su mentalidad, su categoría social, su
nacionalidad… Jesús acogía a todos, escuchaba a todos, se interesaba por todos,
ayudaba a todos.
¿No tendríamos que ser así todos?
¿No debería ser así la Iglesia?
2. Jesús cura a una mujer que padecía
hemorragias menstruales, una enfermedad que, según la religión de Israel,
causaba impureza legal (Lev 17, 10-14; Deut 12, 23). Incluso había quien
pensaba que acercarse a una mujer así, eso era causa de muerte (b. Pesah 111)
(M. Joel), además de sufrimiento y ruina económica (los gastos en médico). Y a
continuación, Jesús devuelve la vida a la hija del jefe de la sinagoga.
Por tanto, Jesús es, siempre y para
todos, fuente de vida. Lo es igualmente para una mujer "impura"
religiosamente que para el representante oficial de la religión en una aldea.
Jesús, pues, estaba por encima de las diferencias religiosas. Remedia el
sufrimiento de todos por igual.
3. Lo único que Jesús les pide, lo mismo
a la mujer que al jefe religioso, es que tengan fe.
Para tener esa fe, Jesús no pide que se
conviertan, que recobren la pureza religiosa, que cambien de religión.
¿Cómo entendía Jesús la fe?
Como confianza de que él era fuerza y
fuente de vida, en "esta" vida y para "esta vida", sin
excluir la "otra" (por supuesto). Pero a la "otra" iremos,
si tenemos una fe en Jesús fundido con esta vida, superando todas las
diferencias y divisiones.
Santa Brígida de
Irlanda
Vida de Santa Brígida
de Irlanda
Patrona de Irlanda junto con San Patricio y
Santa Columba.
Parece una contradicción, pero a pesar de su
gran fama que la hace pasar por la santa más conocida de Irlanda y de estar
unidos a su figura gran cantidad de elementos festivos y folclóricos se conocen
muy pocos hechos históricos sobre su vida.
Fue Cogitosus que vivió del 620 al 680 su
primer biógrafo, pero -lastimosamente- poco escribe acerca de la vida terrena
de la santa; su escrito se pierde en descripciones sociales y religiosas en
torno al monasterio de Kindale, probablemente mixto y con jurisdicción
quasi-episcopal, fundado por Brígida.
También existen himnos y poemas irlandeses de
los siglos VII y VIII que en sí mismos testimonian el culto que se tributaba a
la santa irlandesa.
Un poco más adelante, el obispo de Fiésole,
Donatus, a mitad del siglo IX, escribe su vida en verso y este debió ser el
vehículo de la rápida difusión de su culto por Europa.
Pero de esta carencia de datos que impiden el
diseño de un perfil hagiográfico completo; la religiosidad popular y el calor
de las gentes por su santa ha suplido con creces la grandeza de su vida fiel al
Evangelio y entregada a su vocación religiosa.
Del hecho de pertenecer Brígida a una tribu
inferior en su tiempo, concretamente la de Forthairt, la fantasía la hace nacer
del fruto de la unión -extraña al matrimonio- de su padre, Duptaco, con una
bellísima esclava, con todos los problemas que esto produce en el entorno
familiar legítimo, desde el disgusto de la esposa hasta la proposición de su
venta. Claro que de esto se sacará la noble lección de que Dios puede tener
planes insospechados para los espúreos inculpables que pueden llegar a las
cimas más altas de la santidad y dejar tras de sí una estela de bien para la
gente.
Heredada la extrahermosura de su madre, para
no ser ocasión de pecado y no ser ya más pedida en matrimonio, pide a Dios que
la haga fea. ¿Para qué quiere la hermosura quien sólo piensa en Dios? Ha
decidido entrar en religión. Derrama lágrimas abundantes y son escuchados sus
ruegos con un reventón del ojo; por este favor da gracias a Dios que luego le
devuelve todo su esplendor. La lección está clara: quien posee al Amor
desprecia lo que a tantas vuelve locas y vanas para alcanzar un amor.
También los pobres están presentes en el
relato; no podría concebirse santidad sin caridad. Y ahora es la vaca su
cómplice; nunca se secaron las ubres, una y otra vez ordeñadas por Brígida,
cuando había que remediar a un menesteroso. La vaca ha quedado presente, como
emblema, en las representaciones pictóricas de los artistas, junto a la imagen
de la santa.
Y aún hay más; sí, son inagotables los
relatos de bondades. Se habla de leprosos curados y de monjas tibias
descubiertas; la muda Doria comienza a hablar y termina sus días como religiosa
en el convento; frustra asesinatos; da vista a ciegos y... como expresión del
estilo de un pueblo ¡convierte el agua de su baño en cerveza para apagar la
sed!
Los himnos, versos, poemas y canciones
populares -con sencillez y regocijo- muestran el calor de un pueblo por su
santa y dice con sus leyes lo que las de la crítica histórica ni puede ni debe
decir.
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