11 - DE ENERO – MARTES –
1ª – SEMANA DEL T.O. – C
Santo Tomás de Cori Placidi
Lectura del primer libro de Samuel
(1,9-20):
En aquellos
días, después de la comida en Siló, mientras el sacerdote Elí estaba sentado en
su silla junto a la puerta del templo, Ana se levantó y, con el alma llena de
amargura, se puso a rezar al Señor, llorando a todo llorar.
Y añadió esta promesa:
«Señor de los ejércitos, si te fijas en
la humillación de tu sierva y te acuerdas de mí, si no te olvidas de tu sierva
y le das a tu sierva un hijo varón, se lo entrego al Señor de por vida, y no
pasará la navaja por su cabeza.»
Mientras ella rezaba y rezaba al Señor,
Elí observaba sus labios. Y, como Ana hablaba para sí, y no se oía su voz,
aunque movía los labios, Elí la creyó borracha y le dijo:
«¿Hasta cuándo te va a durar la
borrachera? A ver si se te pasa el efecto del vino.»
Ana respondió:
«No es así, Señor. Soy una mujer que
sufre. No he bebido vino ni licor, estaba desahogándome ante el Señor.
No creas que esta sierva tuya es una
descarada; si he estado hablando hasta ahora, ha sido de pura congoja y
aflicción.»
Entonces Elí le dijo:
«Vete en paz. Que el Dios de Israel te
conceda lo que le has pedido.»
Ana respondió:
«Que puedas favorecer siempre a esta
sierva tuya.»
Luego se fue por su camino, comió, y no
parecía la de antes. A la mañana siguiente madrugaron, adoraron al Señor y se
volvieron. Llegados a su casa de Ramá, Elcaná se unió a su mujer Ana, y el
Señor se acordó de ella.
Ana concibió, dio a luz un hijo y le
puso de nombre Samuel, diciendo:
«Al Señor se lo pedí.»
Palabra de Dios
Salmo: 1S 2,1.4-5.6-7.8abcd
R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi
salvador
Mi corazón se
regocija por el Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.
Se rompen los
arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.
El Señor da la
muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R/.
Él levanta del
polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Marcos (1,21-28):
En aquel
tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado
siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina,
porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba precisamente en la sinagoga un
hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
«¿Qué quieres de nosotros, Jesús
Nazareno?
¿Has venido a acabar con nosotros?
Sé quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús lo increpó:
«Cállate y sal de él.»
El espíritu inmundo lo retorció y, dando
un grito muy fuerte, salió.
Todos se preguntaron estupefactos:
«¿Qué es esto? Este enseñar con
autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.»
Su fama se extendió en seguida por todas
partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del Señor
1. Lo primero, que queda
patente en este episodio, es el contraste entre la enseñanza que transmitía
Jesús y la que transmitían los letrados o "teólogos" oficiales de la
religión establecida. Este contraste es lo que, según la narración, más llamó
la atención de la gente. Fue algo que advirtió enseguida el público que acudió
a la sinagoga.
- ¿En qué podía estar la diferencia que
la gente notó entre la enseñanza de Jesús y la enseñanza de los maestros de la
Ley?
Se sabe que la tarea y la
responsabilidad de los letrados consistía en vigilar la sumisión y la
ortodoxia de los fieles según las enseñanzas de la tradición religiosa, el
cumplimiento de las normas, la fiel observancia de la Torá, la Ley que, con la
autoridad de los "hombres de la religión" le transmitía a la gente la
mentalidad sumisa, que era lo fundamental y lo más característico de aquella religión.
2. Jesús no enseñaba, ni
transmitía, la "mentalidad sumisa". Lo que Jesús no se cansó de hacer
fue liberar a los oprimidos por las fuerzas del mal". A esto justamente se
refiere el Evangelio cuando habla de los espíritus inmundos.
Que no eran "demonios", sino
todo cuanto actúa en la vida como poderes de opresión, poderes
causantes del sufrimiento humano, ya sea que causen enfermedades,
desgracias, sufrimientos de toda índole. Esta “representación" de las
fuerzas del mal como "espíritus inmundos" había sido copiada por los
israelitas exiliados en Babilonia. Y en la lucha contra estas fuerzas, se
centra gran parte del material mítico, que se encuentra en los evangelios,
relativo a "demonios", "espíritus impuros" o denominaciones
semejantes (O. Bócher).
3. Desde que en el mundo hay
religiones organizadas, la religión es generalmente aceptada como un sistema de
rangos, que implica dependencia, sumisión y subordinación a superiores
invisibles (Walter Burkert). Lo que suele dar pie a que las religiones fomenten
los "rituales de sumisión": callar, obedecer, inclinarse, aguantar,
arrodillarse, tirarse al suelo... (I. Eibl-Eibesfeldt).
Es evidente que Jesús no enseñó nada de
esto. Ni quiso este tipo de conductas. Esto es lo que, en el fondo, entusiasmó
a la gente que escuchaba a Jesús.
Santo Tomás de Cori Placidi
En el lugar de Bellegra, del Lacio (hoy Italia), santo
Tomás de Cori (Francisco Antonio) Placidi, presbítero de la Orden de los
Hermanos Menores, preclaro por la austeridad de vida y por la predicación,
iniciador de los retiros.
Nacido en Cori
(Latina) el 4 de junio de 1655, Tomás tuvo una infancia marcada por la pérdida
prematura de su madre primero y de su padre después, quedando sólo, a los
catorce años, al cuidado de la hermana más pequeña. Hará de pastor, aprendiendo
la sabiduría de las cosas simples. Casadas las hermanas, queda libre para
seguir la inspiración que desde algún año guardaba en el silencio del corazón:
pertenecer completamente a Dios en la vida religiosa franciscana. Había
conocido a los Frailes Menores en su misma ciudad en el Convento de S.
Francisco. Casadas las dos hermanas y libre de toda preocupación, fue acogido
en la Orden y enviado a Orvieto para hacer el año de noviciado. Profesada la
Regla de S. Francisco y finalizados los estudios de teología, se ordena
sacerdote en 1683. Fue nombrado inmediatamente vice maestro de novicios en el
convento de la SS. Trinidad de Orvieto; sus superiores reconocieron desde muy
pronto sus dotes.
Poco tiempo
después fray Tomás oyó hablar de los Retiros que comenzaban a florecer en la
Orden y de la intención de los Superiores de la Provincia Romana de instaurar
uno en el Convento de Civitella (hoy Bellegra). Su petición fue acogida y el
joven fraile llamó así a la puerta del pobre Convento en 1684, diciendo:
"Soy fray Tomás de Cori y vengo para hacerme santo". Con un lenguaje
quizás lejano al nuestro, expresaba él su ansia de vivir radicalmente el
Evangelio según el espíritu de S. Francisco.
Desde entonces,
fray Tomás permanecerá en Bellegra hasta la muerte, excepto seis años
(1703-1709) en los que será Guardián en el Convento de Palombara, donde
instauró el Retiro, en base al de Bellegra. Escribió Reglas para uno y para
otro, que él el primero observó cuidadosamente, consolidando con la palabra y
con el ejemplo la nueva institución de los dos Retiros.
Los largos años
transcurridos en S. Francisco de Bellegra se pueden resumir en tres puntos:
Oración
Santo Tomás de
Cori fue seguramente, como se ha dicho de S. Francisco, no tanto un hombre que
oraba, como un hombre hecho oración. Esta dimensión animó toda la vida del
Fundador del Retiro. El aspecto más evidente de su vida espiritual fue sin duda
la centralidad de la Eucaristía, testimoniada por Tomás en la celebración
eucarística, intensa y participada, y en la oración silenciosa de adoración en
las largas noches de Retiro después del oficio divino celebrado a medianoche.
Su vida de oración estuvo marcada por una aridez persistente de espíritu. La
ausencia total de una consolación sensible en la oración y en su vida de unión
con Dios, se prolongaría durante más de cuarenta años, encontrándole siempre
sereno y radical en la vivencia del primado de Dios. Verdaderamente su oración
se configuró como " memoria Dei " realizando concretamente la unidad
de vida no obstante las múltiples actividades.
Evangelización
Santo Tomás no se
cerró en el Retiro, olvidando el bien de sus hermanos y el corazón de la
vocación franciscana, que es apostólico. Fue llamado con razón el apóstol del
" Sublacense ", habiendo recorrido comarcas y ciudades en el anuncio
incansable del Evangelio, en la administración de los sacramentos y en el
surgir de milagros a su paso, signo de la presencia y cercanía del Reino. Su
predicación era clara y simple, persuasiva y fuerte. No subió a los púlpitos
más ilustres del tiempo: su personalidad pudo entregar lo mejor de sí en
el ámbito restringido de la región del Lazio, viviendo su vocación
franciscana en minoridad y a la opción concreta por los más pobres.
Exquisita caridad
Santo Tomás de
Cori fue para sus hermanos padre amabilísimo. Ante las resistencias de algunos
hermanos en su deseo de reforma y de radicalidad en vivir el ideal franciscano,
el Santo supo responder con paciencia y humildad, encontrándose incluso sólo
para atender el convento. Había comprendido muy bien que toda auténtica reforma
inicia por sí mismo.
El notable
epistolario que nos ha llegado demuestra la atención de Tomás a las más
pequeñas expectativas y necesidades de sus hermanos y de tantos amigos,
penitentes y frailes que se dirigían a él para recibir un consejo. En el convento
demostró su espíritu de caridad en la disponibilidad a cualquier necesidad,
incluso la más humilde.
Rico de méritos,
se durmió en el Señor el 11 de enero de 1729. Santo Tomás de Cori resplandece
entre nosotros y en Roma, del que es copatrón, sobre todo en su ansia de ideal
cristiano y franciscano puro y vivido en lo esencial. Una provocación para
todos nosotros, a no tomar a la ligera el Evangelio y sus exigencias radicales.
Reproducido
con autorización de Vatican.va
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