15 - DE ENERO – SÁBADO –
1ª – SEMANA DEL T.O. – C
Santa Raquel
Lectura del primer libro de Samuel
(9,1-4.17-19; 10,1a):
Había un
hombre de Loma de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de
Becorá, hijo de Afiaj, benjaminita, de buena posición. Tenía un hijo que se
llamaba Saúl, un mozo bien plantado; era el israelita más alto: sobresalía por
encima de todos, de los hombros arriba.
A su padre Quis se le habían extraviado unas burras; y dijo a su hijo Saúl:
«Llévate a uno de los criados y vete a
buscar las burras.»
Cruzaron la serranía de Efraín y
atravesaron la comarca de Salisá, pero no las encontraron.
Atravesaron la comarca de Saalín, y
nada. Atravesaron la comarca de Benjamín, y tampoco.
Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le
avisó:
«Ése es el hombre de quien te hablé; ése
regirá a mi pueblo.»
Saúl se acercó a Samuel en medio de la
entrada y le dijo:
«Haz el favor de decirme dónde está la
casa del vidente.»
Samuel le respondió:
«Yo soy el vidente.
Sube delante de mí al altozano; hoy
coméis conmigo, y mañana te dejaré marchar y te diré todo lo que piensas.»
Tomó la aceitera, derramó aceite sobre
la cabeza de Saúl y lo besó, diciendo:
«El Señor te unge como jefe de su
heredad. Tú regirás al pueblo del Señor y lo librarás de la mano de los
enemigos que lo rodean.»
Palabra de Dios
Salmo: 20,2-3.4-5.6-7
R/. Señor, el rey se alegra por tu fuerza
Señor, el rey
se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. R/.
Te adelantaste
a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. R/.
Tu victoria ha
engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(2,13-17):
En aquel
tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del lago; la gente acudía a él, y les
enseñaba.
Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo,
sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme.»
Se levantó y lo siguió.
Estando Jesús a la mesa en su casa, de
entre los muchos que lo seguían un grupo de publicanos y pecadores se sentaron
con Jesús y sus discípulos.
Algunos escribas fariseos, al ver que
comía con publicanos y pecadores, les dijeron a los discípulos:
«¡De modo que come con publicanos y
pecadores!»
Jesús lo oyó y les dijo:
«No necesitan médico los sanos, sino los
enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor
1. Muchos cristianos no han
pensado suficientemente en un hecho, que se menciona en los evangelios, y que
resulta sencillamente asombroso. Se trata de las comidas de Jesús con gentes de
mala fama, de pésima reputación y de muy baja categoría en todos los aspectos
de la vida. En las sociedades actuales hay muchas maneras de expresar el máximo
reconocimiento hacia una persona y la posición social que ocupa. En la
Antigüedad, el acto central de la vida social, y del reconocimiento humano, era
el banquete (Simposio). Incluso el sitio que cada comensal ocupaba en la mesa
era un criterio determinante de la importancia que se le otorgaba a la persona.
Además, téngase en cuenta que el Simposio o Banquete no se reducía al hecho
biológico de "comer", sino que era sobre todo el acto social de
"compartir la misma comida".
La cuestión capital no era la
"comida", sino la "comensalía". Así lo explicaron los
grandes escritores que analizaron este asunto. Cf. El Banquete de Platón, el de
Jenofonte, etc. (Dennis E. Smith).
2. Así las cosas, lo más
llamativo es que los relatos de "comidas compartidas", que más
destacan los evangelios, son las celebraciones de "comensalía" de
Jesús con "publicanos", "pecadores" y "pobres".
El capítulo 15 de Lucas es elocuente
hasta el límite: todo termina con un gran "Simposio" de fiesta con el
pecador extraviado. Y esto, como respuesta a la acusación de que Jesús
"comía con publicanos y pecadores" (Lc 15, 1-2).
3. Hace cerca de 50 años, se publicó en Alemania un libro que, después de tanto tiempo, se sigue editando. Lo que indica que a la gente le interesa. En todo caso, se trata de un auténtico "Bestseller" sobre la verdadera humanidad de Jesús. Su autor, Adolf Holl, un sacerdote austriaco, suspendido por Roma para ejercer el ministerio, hace no pocas afirmaciones exageradas e inadmisibles para la ortodoxia católica. Pero tuvo la libertad y el atrevimiento de destacar una cuestión esencial, a saber: cómo Jesús rompió con el modelo de sociedad en que nació. Y eso fue determinante para abrir nuevos horizontes a "otra cultura". Jesús vivió con "malas compañías" (Jesus in schlechter Gesellschaft): comer y beber con los excluidos de la sociedad es afirmar que tenemos que vivir la religiosidad desde un modelo distinto. Que no es el modelo de la degeneración, sino el de la regeneración en la unión y el amor con todos los seres humanos.
Santa Raquel
Esposa de Jacob. Era una de las hijas
más bellas de Labán.
Vida de Santa Raquel
Justamente fue en
el tiempo en que trabajaba Jacob para Labán, cuando se enamoró de ella. Gracias
al amor que sentía por ella, aguantó siete años de duro trabajo en casa de
Labán. Pero el padre de Raquel le dijo que, si quería casarse con Raquel, tenía
que estar siete años más y, además, unirse primero con Lía.
Durante muchos
años, Raquel no pudo tener hijos. Pero como confiaba plenamente en la
Providencia divina, Dios le dio a José. Cuando Jacob partió para su casa,
Raquel robó secretamente los amuletos paternos.
Pasados unos años
más, Raquel dio a luz a su segundo hijo Benjamín.
Al leer la Biblia,
en el libro del Génesis 29 y 30, llegamos a conocer a esta mujer:
1. tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos o si no, me muero.
2. Y Jacob se
enojó contra Raquel y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu
vientre?
3. Y ella
dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella.
4. Y así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella.
5. Y concibió Bilha, y dio un hijo a Jacob.
6. Dijo
entonces Raquel: Me juzgó Dios, y también oyó mi voz, y me dio un hijo. Por
tanto, lo llamó Dan.
En otras palabras,
Raquel tomó como suyo el hijo que su sirvienta tuvo con Jacob. “Dar a luz sobre
las rodillas” puede entenderse como la adopción de este recién nacido, aunque
no es ésta la única interpretación posible.
Para nuestro
propósito, Dan es el primer hijo de la segunda esposa de Jacob.
La elegía de David
ha quedado grabada en la tradición judía y se sigue enseñando como siempre:
"En realidad, el primer hijo que Raquel misma dio a luz fue José".
Autor: P. Felipe Santos
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