21 - DE ENERO – VIERNES –
2ª – SEMANA DEL T.O. – C
Santa Inés
Lectura del primer libro de Samuel
(24,3-21):
En aquellos
días, Saúl, con tres mil soldados de todo Israel, marchó en busca de David y su
gente hacia las Peñas de los Rebecos; llegó a unos apriscos de ovejas junto al
camino, donde había una cueva, y entró a hacer sus necesidades.
David y los suyos estaban en lo más
hondo de la cueva, y le dijeron a David sus hombres:
«Este es el día del que te dijo el
Señor: "Yo te entrego tu enemigo." Haz con él lo que quieras.»
Pero él les respondió:
«¡Dios me libre de hacer eso a mí Señor,
el ungido del Señor, extender la mano contra él!»
Y les prohibió enérgicamente echarse
contra Saúl, pero él se levantó sin meter ruido y le cortó a Saúl el borde del
manto, aunque más tarde le remordió la conciencia por haberle cortado a Saúl el
borde del manto.
Cuando Saúl salió de la cueva y siguió
su camino, David se levantó, salió de la cueva detrás de Saúl y le gritó:
«¡Majestad!»
Saúl se volvió a ver, y David se postró
rostro en tierra rindiéndole vasallaje.
Le dijo:
«¿Por qué haces caso a lo que dice la
gente, que David anda buscando tu ruina?
Mira, lo estás viendo hoy con tus
propios ojos: el Señor te había puesto en mi poder dentro de la cueva; me
dijeron que te matara, pero te respeté y dije que no extendería la mano contra
mi señor, porque eres el Ungido del Señor.
Padre mío, mira en mi mano el borde de
tu manto; si te corté el borde del manto y no te maté, ya ves que mis manos no
están manchadas de maldad, ni de traición, ni de ofensa contra ti, mientras que
tú me acechas para matarme.
Que el Señor sea nuestro juez. Y que él
me vengue de ti; que mi mano no se alzará contra ti.
Como dice el viejo refrán:
"La maldad sale de los
malos...", mi mano no se alzará contra ti.
¿Tras de quién ha salido el rey de
Israel?
¿A quién vas persiguiendo?
¡A un perro muerto, a una pulga!
El Señor sea juez y sentencie nuestro
pleito, vea y defienda mi causa, librándome de tu mano.»
Cuando David terminó de decir esto a
Saúl, Saúl exclamó:
«Pero, ¿es ésta tu voz, David, hijo
mío?»
Luego levantó la voz, llorando, mientras
decía a David:
«¡Tú eres inocente, y no yo! Porque tú
me has pagado con bienes, y yo te he pagado con males; y hoy me has hecho el
favor más grande, pues el Señor me entregó a ti y tú no me mataste.
Porque si uno encuentra a su enemigo,
¿lo deja marchar por las buenas? ¡El Señor te pague lo que hoy has hecho
conmigo!
Ahora, mira, sé que tú serás rey y que
el reino de Israel se consolidará en tu mano.»
Palabra de Dios
Salmo: 56,2.3-4.6.11
R/. Misericordia, Dios mío, misericordia
Misericordia,
Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas,
mientras pasa la calamidad. R/.
Invoco al Dios
altísimo,
al Dios que hace tanto por mí.
Desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad. R/.
Elévate sobre
el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.
Por tu bondad que es más grande que los cielos,
por tu fidelidad que alcanza las nubes. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Marcos (3,13-19):
En aquel
tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y
se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar,
con poder para expulsar demonios.
Así constituyó el grupo de los Doce:
Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano
Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges –Los Truenos–, Andrés, Felipe,
Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas
Iscariote, que lo entregó.
Palabra del Señor
1. La teología cristiana ha
enseñado, desde el s. III, que los doce apóstoles tuvieron como misión y tarea
en la Iglesia ser testigos oficiales de la Resurrección de Cristo. Ya lo dijo
el apóstol Pablo (1 Cor 15, 5). Pero es una cuestión capital, para la teología
cristiana y para la Iglesia entera, comprender que la misión de los apóstoles
no se podía reducir y limitar a ser testigos de la Resurrección. Eso, por
supuesto, es decisivo. Pero no es lo único. Ni es lo más importante.
Lo que a todos más nos interesa es la
Cristología en su totalidad. Es decir, lo más importante es conocer a Jesús. Y
también conocer el mensaje de Jesús. Es decir, conocer lo que Jesús nos dejó
como "proyecto de vida".
Los cristianos podemos ser
verdaderamente cristianos cuando conocemos el proyecto de vida de Jesús y nos
ponemos a vivirlo. Después de esto, vendrá la Resurrección. Esto es la
"Cristología total", que responde a estas preguntas:
- ¿Qué Dios se nos reveló en Jesús?
- ¿Qué nos dijo Jesús sobre Dios?
- ¿Qué nos enseñó sobre el hecho religioso y su forma de vivirlo?
- ¿Jesús quiso una Iglesia?
Y si la quiso, ¿qué Iglesia quiso?
2. La finalidad de este grupo
fue doble: Durante la vida terrena de Jesús: fueron designados, como dice Marcos,
"para estar con Jesús" y "para enviarlos a predicar"
(Mc 3, 13).
Es decir, su primera razón de ser
consistía en "estar con" Jesús; y en "anunciar" a Jesús.
Lo que importa es comprender que las
preguntas planteadas son nuestras preguntas de ahora. Lo que los apóstoles nos
transmitieron fue una Cristología que aquellos hombres aprendieron no porque la
estudiaron en libros, lecciones...), sino porque la vivieron.
¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde?
Estando con Jesús, viviendo con Jesús,
viviendo como vivió Jesús.
En este sentido, se puede y se debe
decir que el "seguimiento" de Jesús es constitutivo de la
Cristología.
O sea: a Jesús solamente se le puede
conocer viviendo con él y como él. Esto es esencial para la Cristología (J. B.
Metz, D. Bonhoeffer).
3. La Iglesia primitiva no
tuvo idea de perpetuar este grupo para siempre. Cuando se suicidó Judas, se
reunieron para completar el número de "doce" (Hech 1, 15-26). Pero
después, cuando fueron muriendo los demás, a nadie se le ocurrió designar o
elegir el suplente. La idea de la "sucesión apostólica" y del
episcopado surgió mucho más tarde, a finales del s. II y cuajó en el s. III (J.
A. Estrada).
Menos aún se puede afirmar que Jesús
"ordenó" como sacerdotes a estos doce. Las ideas de
"orden", "ordenación" y "ordenados", provienen de
la cultura romana y se introdujeron en la Iglesia a partir del s. III. Por eso
no tiene sentido decir que Jesús no escogió mujeres para el sacerdocio o cosas
parecidas. Lo importante que nos dejaron los apóstoles fue su experiencia tal
como nos la dejaron descrita en los relatos de los evangelios. Para que los
vivamos en nuestro proyecto de vida.
Santa
Inés
Memoria de
santa Inés, virgen y mártir, que, siendo aún adolescente, ofreció en Roma el
supremo testimonio de la fe, consagrando con el martirio el título de la
castidad. Obtuvo victoria sobre su edad y sobre el tirano, suscitó una gran
admiración ante el pueblo y adquirió una mayor gloria ante el Señor. Patrona de
los adolescentes.
El 21 de enero se
celebra la Fiesta de Santa Inés, patrona de las jóvenes, las novias, las
prometidas en matrimonio, de la pureza y de los jardineros. En relación a la
Santa surgió la costumbre de los corderos blancos, cuya lana se utiliza para
hacer los palios de los arzobispos.
Su nombre latino
es “Agnes”, asociado a “agnus” que significa cordero. Según la leyenda más
conocida, Santa Inés era una joven hermosa, rica y pretendida por muchos nobles
romanos. No aceptó a ninguno, aduciendo que ya estaba comprometida con Cristo,
y la acusaron de ser cristiana.
Fue llevada a un
prostíbulo, pero unos ángeles y señales celestes la protegieron. Entonces la
pusieron en una hoguera que no la quemó. Finalmente, fue decapitada en el año
304.
Constantina, la
hija de Constantino, le edificó una basílica en la Vía Nomentana y su fiesta se
comenzó a celebrar a mediados del siglo IV.
En el tratado de
San Ambrosio sobre las vírgenes, se lee que por tradición se sabe que Santa
Inés murió a los doce años. Antes de su martirio se mantuvo “inalterable al ser
arrastrada por pesadas y chirriantes cadenas”.
“No tenía aún edad
de ser condenada, pero estaba ya madura para la victoria… Resultó así que fue
capaz de dar fe de las cosas de Dios una niña que era incapaz legalmente de dar
fe de las cosas humanas, porque el Autor de la naturaleza puede hacer que sean
superadas las leyes naturales”, dijo San Ambrosio.
Se dice que el
verdugo hizo lo posible para asustarla y atraerla con halagos porque muchos
desearon casarse con ella, pero Santa Inés respondió: “sería una injuria para
mi Esposo esperar a ver si me gusta otro; él me ha elegido primero, él me
tendrá. ¿A qué esperas, verdugo, para asestar el golpe? Perezca el cuerpo que
puede ser amado con unos ojos a los que no quiero”.
La Santa oró y
doblegó la cerviz ante el verdugo que le temblaba la diestra para dar el golpe,
pero ella permanecía serena. “En una sola víctima tuvo lugar un doble martirio:
el de la castidad y el de la fe. Permaneció virgen y obtuvo la gloria del
martirio”, concluyó San Ambrosio.
A Santa Inés
se le representa como una niña o señorita orando, con diadema en la cabeza y
una especie de estola sobre los hombros, en alusión al palio. Va acompañada de
un cordero a sus pies o en sus brazos y rodeada de una pira, espada, palma y
lirios.
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