martes, 25 de julio de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 27 DE JULIO – JUEVES – 16 – SEMANA DE T.O. – A SAN PANTALEON

 

 


 

27 DE JULIO – JUEVES –

16 – SEMANA DE T.O. – A

SAN PANTALEON

 

       Lectura del libro del Éxodo (19,1-2.9-11.16-20b):


      Aquel día, a los tres meses de salir de Egipto, los israelitas llegaron al desierto de Sinaí: saliendo de Rafidín, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon allí, frente al monte.
      El Señor dijo a Moisés:

      «Voy a acercarme a ti en una nube espesa, para que el pueblo pueda escuchar lo que te digo, y te crea en adelante.»
       Moisés comunicó al Señor lo que el pueblo había dicho. Y el Señor le dijo: «Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa y estén preparados para pasado mañana; pues el Señor bajará al monte Sinaí a la vista del pueblo.»
       Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios y se detuvieron al pie del monte. Todo el Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en forma de fuego. Subía humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia. El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le respondía con el trueno. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte, y llamó a Moisés a la cima de la montaña.


Palabra de Dios

 

       Salmo: Dn 3,52.53.54.55.56

 

      R/. A ti gloria y alabanza por los siglos

       Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre, santo y glorioso. 
R/.     

 

      Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.     

 

      Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.
  

     Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos. R/.

     Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

 

Evangelio según san Mateo 13, 10-17

      

      En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron:

"¿Por qué les hablas en parábolas?"

Él les contestó:

"A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de los Cielos y a ellos no.

Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure".

Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron".   

Palabra del Señor

 

1.  Está claro que había gente que no entendía a Jesús. Esto quedó patente sobre todo en las parábolas, un género literario que Jesús utilizó con frecuencia, según los evangelios sinópticos. Porque está igualmente claro que las parábolas fueron, al mismo tiempo, "revelación" y "encubrimiento".

Esta ambivalencia de las parábolas se advierte mejor en el texto de Marcos que en Mateo: "A vosotros se os ha comunicado el misterio del Reino de Dios; pero a los que están fuera, todo sucede en enigmas" (en parábolas) (Mc 4, 11). Sin duda, este fue un "dicho" del propio Jesús (J. A. Fitzmyer).

 

2.  Las parábolas "revelan" a Jesús cuando se está en sintonía con él y con su proyecto. Pero "ocultan" a Jesús cuando se vive enfrentado a él. Por eso eran "revelación" para los seguidores de Jesús. Y eran "ocultamiento" para los dirigentes religiosos que se enfrentaron con Jesús.

- ¿Por qué se produce este fenómeno?  

Las parábolas son relatos, tomados de la vida cotidiana, en los que siempre se produce un "corte" con lo normal y lo cotidiano. Ese "corte" es un elemento de estupor y de sorpresa, algo que contradice lo que ocurre normalmente en la vida. Todas las parábolas tienen algo de "extravagancia", que rompe con lo que a nosotros nos parece "lo normal".

Pues bien, cuando se entiende esa "extravagancia", entonces es cuando se sintoniza con Jesús y su mensaje del Reino.

 

3.  El problema está en que esta "extravagancia" del mensaje de Jesús se comprende, no cuando se "interpreta" ese mensaje, sino cuando se "vive" (E. Jüngel, W. Harnisch). Aunque eso suponga y hasta exija el "corte" con "lo normal", con "lo cotidiano", con lo que se considera "habitual" en nuestras vidas: en asuntos de dinero, de poderes y dignidades, de cercanía al sufrimiento, de respeto, tolerancia y perdón.

En definitiva, lo que aquí está en juego es la profunda intuición de Franz Kafka: "Si practicarais las parábolas, vosotros mismos os convertiríais en parábola, y de ese modo os veríais libres de la

fatiga diaria".

 

4.  En definitiva, las palabras de Jesús -en este evangelio- vienen a decir que el Evangelio no se entiende desde la lógica y la coherencia del lenguaje, sino desde la extravagancia y la incoherencia que, tantas veces y con tanta frecuencia, comporta y lleva consigo la vida compartida. No la vida explicada, sino la vida vivida y compartida con.

Porque, cuando la vida se vive con alguien y se comparte con alguien, la vida entonces se entiende y se asimila en la medida, y solo en la medida, en que la vida con otro, se hace vida propia. Por esto es por lo que ocurría que, incluso los discípulos que habían seguido a Jesús y lo habían acompañado, no lo entendían, no se enteraban. Y así, incluso en los relatos de la resurrección se palpa una incomprensión inexplicable.

En el gran relato de la pasión, todos abandonaron a Jesús y lo dejaron solo. No lo habían comprendido. Y es que a Jesús solamente lo comprende quien con-vive la misma vida con él.

Aquí tocamos el fondo de la vida, el centro de la vida, el misterio de Dios, expresado en el misterio del Evangelio.

 

SAN PANTALEON

 


275-+305

Pantaleón significa en griego "el que se compadece de todos".

Médico nacido en Nikomedia (actual Turquía). Fue decapitado por profesar su fe católica en la persecución del emperador romano Diocleciano, el 27 de julio del 305.

Lo que se sabe de San Pantaleón procede de un antiguo manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico.  Pantaleón era hijo de un pagano llamado Eubula y de madre cristiana. Pantaleón era médico. Su maestro fue Euphrosino, el médico mas notable del imperio.  Fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia.

Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano en que vivía y sucumbió ante las tentaciones, que debilitan la voluntad y acaban con las virtudes, cayendo en la apostasía. Un buen cristiano llamado Hermolaos le abrió los ojos, exhortándole a que conociera "la curación proveniente de lo más Alto", le llevó al seno de la Iglesia. A partir de entonces entregó su ciencia al servicio de Cristo, sirviendo a sus pacientes en nombre del Señor.

En el año 303, empezó la persecución de Diocleciano en Nikomedia. Pantaleón regaló todo lo que tenía a los pobres. Algunos médicos por envidia, lo delataron a las autoridades. Fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Los cuatro fueron condenados a ser decapitados. San Pantaleón murió mártir a la edad de 29 años el 27 de julio del 304. Murió por la fe que un día había negado. Como San Pedro y San Pablo, tuvo la oportunidad de reparar y manifestarle al Señor su amor.

Las actas de su martirio nos relatan sobre hechos milagrosos: Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Podría ser que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en todo caso, lo importante es que Pantaleón derramó su sangre por Cristo y los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad.

En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres. También fue muy famoso en Occidente desde la antiguedad.

Se conservan algunas reliquias de su sangre, en Madrid (España), Constantinopla (Turquía) y Ravello (Italia).

 

El Milagro de su sangre

Una porción de su sangre se reserva en una ampolla en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid de los Austrias, junto a la Plaza de Oriente, Madrid, España. Fue tomada de otra más grande que se guarda en la Catedral italiana de Ravello. Fue donada al monasterio junto con un trozo de hueso del santo por el virrey de Nápoles. En Madrid lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas dedicadas a la oración. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616.

La sangre, en estado sólido durante todo el año, se licuefacciona [o ocurre el fenómeno de licuefacción], como la sangre de San Jenaro, sin intervención humana. Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio. Así ha ocurrido cada año hasta la fecha de este escrito, 2005, cuando se celebran 1700 años de su martirio. En ese año el milagro tuvo lugar mientras las religiosas oraban en el coro del templo y ante la presencia de cientos de visitantes. El monasterio abre las puertas al público para que todos sean testigos. En algunas ocasiones, la sangre ha tardado en solidificarse para señalar alguna crisis, como ocurrió durante las dos guerras mundiales.

Muchas veces se ha intentado explicar el fenómeno mediante mecanismos netamente naturales, como la temperatura o las fases de la luna. Sin embargo, ninguna de las explicaciones ha resultado satisfactoria para la ciencia.  La iglesia no se ha definido sobre el milagro. Las hermanas dicen sencillamente que es "un regalo de Dios".

Para facilitar la vista del público y evitar el deterioro de la reliquia, en el 1995 las monjitas instalaron monitores de televisión que aumentan diez veces la imagen de la cápsula que contiene la sangre del santo.

La sangre de un médico mártir se licúa. ¿Qué nos dice Dios con este portento?.

Acaso no necesitamos este testimonio valiente de quien dio su vida por la fe.  Su sangre nos recuerda nuestra propia responsabilidad de vivir la fe en un tiempo donde tantos caen en la apostasía o simplemente en la indiferencia.  Cuanto necesitamos el ejemplo de San Pantaleón, quien supo vivir su profesión al servicio de Jesucristo.   

-SCTJM

 

 

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