9 DE JULIO –
DOMINGO –
14 –
SEMANA DE T.O. – A
San Nicolás Pieck y compañeros
Lectura de la profecía de Zacarías (9,9-10):
Así
dice el Señor:
«Alégrate,
hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y
victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.
Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos
guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río
al confín de la tierra.»
Palabra de Dios
Salmo144,1-2.8-9.10-11.13cd-14
R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey
Te
ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por
siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por
siempre jamás. R/.
El
Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico
en piedad;
el Señor es bueno con
todos,
es cariñoso con todas sus
criaturas. R/.
Que
todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus
fieles;
que proclamen la gloria de
tu reinado,
que hablen de tus
hazañas. R/.
El
Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus
acciones.
El Señor sostiene a los
que van a caer,
endereza a los que ya se
doblan. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,9.11-13):
Vosotros
no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios
habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Si
el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros,
el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros
cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así, pues,
hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues
si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte
a las obras del cuerpo, viviréis.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,25-30):
En
aquel tiempo, exclamó Jesús:
«Te
doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a
los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla.
Sí,
Padre, así te ha parecido mejor.
Todo
me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie
conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid
a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Cargad
con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis
vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Palabra del Señor
Mejor ser sencillo que sabio.
Sabios y sencillos (Mateo 11,25-30)
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
Te
doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a
los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Si, Padre,
así te ha parecido mejor.
Todo
me lo, ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie
conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid
a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi
yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis
vuestro. descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
El pasaje de este domingo contiene una acción de
gracias, una enseñanza y una invitación.
Acción de gracias. Jesús ve que la
gente se divide ante él, y las cataloga en dos grupos. El de los "sabios y
entendidos", que tienen una sabiduría humana, y por eso se escandalizan de
Jesús o lo rechazan. Son especialmente los escribas, que dominan las Escrituras
tras muchos años de estudio; también los fariseos, muy unidos a los escribas,
que siguen sus enseñanzas y se consideran perfectos conocedores de la voluntad
de Dios. Pero están también los “sabios y entendidos” desde un punto de vista
humano, los que se consideran capacitados para criticar a Juan Bautista y a Jesús,
aunque no hayan estudiado teología.
Por otra parte, está el grupo de la "gente sencilla", sin
prejuicios, a la que Dios puede revelarle algo nuevo porque no creen saberlo
todo. Pescadores, un recaudador de impuestos, prostitutas, enfermos… Esta gente
acepta que Jesús es el Mesías, aunque no imponga la religión a sangre y fuego;
acepta que es el enviado de Dios, aunque coma, beba y trate con gente de mala
fama; se deja interpelar por su palabra y enmienda su conducta. Esto, como la
futura confesión de Pedro, es un don de Dios. La capacidad de ver lo bueno, lo
positivo, lo que construye. Los sabios y entendidos se quedan en
disquisiciones, matices, análisis, y terminan sin aceptar a Jesús.
Enseñanza. En pocas palabras tenemos un tratadito de cristología, centrado en lo que
tiene Jesús y en lo que puede revelarnos. Lo que tiene, se lo ha dado el Padre.
El mejor comentario se encuentra en el cuarto evangelio, donde se dice que el
Padre ha dado a Jesús los dos poderes más grandes: el de juzgar y el de dar la
vida. A estos dos poderes se añade aquí el de revelar al Padre. Estas personas
sencillas, a través de Jesús, van a conocer a Dios como Padre, no como un ser
omnipotente o un juez inexorable. Él se lo revelará, porque es el único que
puede hacerlo.
Invitación. Pero esta revelación del Padre no es algo abstracto,
teórico. Es un respiro para los rendidos y abrumados por el yugo de las leyes y
normas que les imponen las autoridades religiosas. Los rabinos hablaban del
“yugo de la Ley”, al que los israelitas debían someterse con gusto y con deseo
de agradar a Dios. Pero ese yugo se volvía a veces insoportable por la cantidad
de mandatos y prohibiciones, y por la idea tan cruel de Dios que transmitían.
En cambio, el yugo de Jesús pone a la persona por delante de la Ley, como lo
demostrarán los dos relatos inmediatamente posteriores, centrados en la
observancia del sábado.
Resumen. Estos versículos contienen un dinamismo muy curioso: el Padre revela al
Hijo, el Hijo revela al Padre, pero el gran beneficiado es el hombre que acoge
esa revelación; se ve libre de una imagen legalista, dura, agobiante, de Dios y
de la religión. Su piedad, al hacerse más divina, se hace más humana.
Un rey sencillo, pero de inmenso poder
(Zacarías 9,9-10)
El
hecho de que Jesús se presente como «manso y humilde» trae a la memoria la
promesa de un rey «modesto, montado en un asno», anunciado por el profeta
Zacarías. Estamos, probablemente, a finales del siglo IV a.C., poco después de
que Alejandro Magno haya pasado por Palestina camino de Egipto. A la imagen
grandiosa del monarca macedonio, montado en su caballo Bucéfalo, contrapone el
profeta la imagen de un rey de apariencia modesta, montado en un burro, pero de
enorme poder, capaz de llevar a cabo lo que otros profetas habían atribuido al
mismo Dios: sin necesidad de ejército (destruirá los carros de guerra de Efraín
y la caballería de Jerusalén, romperá los arcos de los guerreros) instaurará la
paz y dominará desde el Éufrates hasta el fin del mundo. Un rey excepcional,
casi divino.
Los
evangelistas relacionarán este texto con la entrada de Jesús en Jerusalén. En
el contexto de este domingo, pretende reforzar la imagen de un Jesús manso y
humilde, que no instaura la paz en las naciones sino en los corazones.
Así dice el Señor:
Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén;
mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso;
modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica.
Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén,
romperá los arcos guerreros,
dictará la paz a las naciones;
dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.
«Te ensalzaré, Dios mío, mi
rey» (Sal 144)
El
salmo elegido para este domingo reúne bien las dos lecturas. Recoge la imagen
del rey, pero no destaca su poderío militar ni su dominio universal, sino su
clemencia, misericordia, piedad, bondad. «Es bueno con todos, es cariñoso
con todas sus criaturas». Igual que Jesús, que alivia a cansados y agobiados, el
rey prometido «sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan».
Por eso, la reacción que debemos tener al escuchar las palabras del evangelio
es la de bendecir al Señor Jesús día tras día, por siempre.
San Nicolás Pieck y
compañeros
Martirologio Romano: En Brielle, a orillas del
río Mosa, en Holanda, pasión de los santos mártires Nicolás Pieck, presbítero,
y de sus diez compañeros religiosos de la Orden de los Hermanos Menores y ocho
del clero diocesano o regular, todos los cuales, por defender la presencia real
de Cristo en la Eucaristía y la autoridad de la Iglesia Romana, fueron
sometidos por los calvinistas a toda clase de escarnios y tormentos, terminando
ahorcados finalmente su combate (1572).
Etimológicamente: Nicolás = Aquel que es vencedor por el
pueblo, es de origen griego.
Fecha de canonización: el 29 de junio de 1867 por
el Papa Pío IX.
Breve Reseña y Biografía
Es
un grupo de 19 mártires a los que sometieron a un cruel martirio los
calvinistas en Gorcum, cerca de Dordrecht en Holanda. Había un trasfondo
político en este hecho, ya que Flandes en aquellos momentos pertenecía a la
corona de española. El duque de Alba, gobernador de la región, fue derrotado
por los calvinistas, y estos juraron vengarse no solo de todo lo que fuera leal
a España, sino también a todos los católicos, sobre todos los religiosos, ya
que se unía catolicismo con España.
Dordrecht y Gorcum, cayeron en manos del capitan calvinista
Marino Brandt. La resistencia de las fuerzas leales al rey Felipe II, quedaron
reducidas a una pequeña guarnición en la ciudadela de Gorcum. Allí habian
buscado refugio el clero secular (3 sacerdotes: Nicolás Janssen, Leonardo
Veckel, Godofredo van Duynen) y los religiosos varones de Gorcum; once
franciscanos (Antonio de Hoornaer, Antonio de Weest, Cornelio de Wich,
Francisco Rod, Jerónimo de Weerden, Nicolás Pieck, Godofredo de Melveren,
Nicasio Jonson, Pedro Van Assche, Teodorico van der Eel y Willaldo de
Dinamarca). Un canónigo regular de San Agustín (Juan de Oesterwich). Las dos
comunidades femeninas –la de los monasterios franciscanos y agustino- se habían
disuelto tiempo atrás, ante el peligro.
Los
religiosos presintiendo su final se prepararon con la penitencia y la
eucaristía que les llevó el dominico alemán Juan de Colonia, párroco de
Hoornaert, que venía de Colonia, y había perdido permiso a su prior provincial
acudir en ayuda de los católicos holandeses. El conde de La Mark ordenó que los
llevaran presos a Brielle. Medio desnudos fueron conducidos en una barca, que
se detuvo en Dordrecht para que fueran insultados por el populacho. En Brielle
fueron acogidos por el jefe de los "gueux" (mendigos) Lumey, que organizó
un simulacro de procesión desde el puerto hasta el centro de la ciudad. Los
religiosos sin perder la calma, daban gracias a Dios y cantaban el Te Deum.
Llegaron a la cárcel y allí encontraron en prisión a otros tres sacerdotes: dos
premostratenses (Adrián Beccan y Jacobo Lacops). Un sacerdote secular: Andrés
Wonthers. Fueron interrogados y se les ofreció la libertad si renegaban de su
fe, pero ninguno aceptó. Guillermo de Orange, dio la orden que se respetase su
vida, pero Lumey se negó a obedecer. Fueron ahorcados en el viejo convento de
Santa Isabel, de la ciudad holandesa de Brielle, fueron ahorcados desnudos para
más escarnio, además los lazos de las sogas estaban mal hechos para que
sufrieran más. Bajaron sus cuerpos y se ensañaron con ellos descuartizándolos y
llevándolos por la ciudad como trofeos.
Nicolás Pick nació en Gorcum el 29 de agosto de 1543 de
familia de príncipes venida a menos, hijo de Juan y Enrica Calvia. Su padre era
apegadísimo a la fe católica y en varias circunstancias se distinguió por su
celo contra los errores del calvinismo que invadía a Holanda. El futuro mártir
fue enviado a estudiar en un colegio en Bois?le?Duc. Apenas terminados los
estudios pidió y obtuvo ser recibido en la Orden de los Hermanos Menores,
recibió el hábito, hizo el noviciado, profesó y luego fue enviado a la célebre
universidad de Lovaina para completar los estudios de filosofía y teología,
mereciendo los más altos elogios de sus profesores, en especial del rector,
Padre Adan Sasbouth.
En
1558, habiendo crecido en la escuela de los santos y ardiendo en seráfica
caridad para con Dios y para con los hermanos, fue ordenado sacerdote. De
inmediato se dedicó a la predicación del mensaje evangélico, recorriendo las
principales ciudades de Holanda y Bélgica, combatiendo en todas partes la
herejía, fortaleciendo a los fieles en la fe católica, reconduciendo a Dios una
verdadera multitud de pecadores y a la Iglesia Católica a muchos calvinistas.
Por todos era venerado y estimado como auténtico apóstol de Cristo. Fue elegido
guardián del convento de Gorcum y supo transformar aquel lugar en un seráfico
cenáculo de virtudes, de oración, de ciencia y de santidad.
En
Nicolás brillaba la angelical pureza de alma. Alimentaba una filial devoción a
la Santísima virgen reina de los ángeles y madre de los creyentes. Consideraba
perdido el día en que no hubiera ofrecido un homenaje de piedad o sobre todo
algún sacrificio por amor de la Virgen. Cada día, además del oficio divino,
recitaba la corona franciscana de ls siete alegrías de María Santísima. La
recitación del rosario era para el piadoso religioso la credencial de
reconocimiento que marcaba su tierno amor hacia la Madre celestial, era la
expresión genuina de su piedad serena y jovial.
En
Gorcum trabó amistad con el santo párroco Leonardo Wechel, en cuya compañía en
1572 habría de compartir las duras batallas por la fe y el supremo triunfo del
martirio.
En
1572 las herejías de Lutero y Calvino ya habían apartado de la Iglesia a una
gran parte de Europa. En Holanda los calvinistas conquistaban poco a poco el
poder y perseguían a los católicos. En Gorcum comenzó la vía dolorosa de
nuestros mártires y se ejecutó en Brielle, en presencia del cruel Lumay. San
Nicolás habló varias veces a sus conciudadanos ante la inminencia del martirio
para prevenirlos contra los errores calvinistas, demostrando con sólidos
argumentos la presencia real de Jesús en la Eucaristía y el primado del Sumo
Pontífice, dogmas negados por los calvinistas. El 9 de julio de 1572 el Santo
subió al patíbulo y no cesó de bendecir a Dios. El lazo le quitó la voz y le
tronchó la vida, a los 38 años.
Por: Varios | Fuente:
hagiopedia.blogspot.com // Franciscanos.net
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