27 DE SEPTIEMBRE
– MIERCOLES
– 25 –
SEMANA DE T.O. – A –
San Vicente de Paúl
Lectura del libro de Esdras
(9,5-9):
Yo, Esdras, al
llegar la hora de la oblación de la tarde, acabé mi penitencia y, con el
vestido y el manto rasgados, me arrodillé y alcé las manos al Señor, mi Dios,
diciendo:
«Dios mío, de pura vergüenza no me
atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque nuestros delitos sobrepasan
nuestra cabeza, y nuestra culpa llega al cielo.
Desde los tiempos de nuestros padres
hasta hoy hemos sido reos de grandes culpas y, por nuestros delitos, nosotros
con nuestros reyes sacerdotes hemos sido entregados a reyes extranjeros, a la
espada, al destierro, al saqueo y a la ignominia, que es la situación actual.
Pero ahora el Señor, nuestro Dios, nos ha concedido un momento de gracia,
dejándonos un resto y una estaca en su lugar santo, dando luz a nuestros ojos y
concediéndonos respiro en nuestra esclavitud. Porque éramos esclavos, pero
nuestro Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud; nos granjeó el favor de los
reyes de Persia, nos dio respiro para levantar el templo de nuestro Dios y
restaurar sus ruinas y nos dio una tapia en Judá y Jerusalén.»
Palabra de Dios
Salmo: Tb 13,2.3-4.6
R/. Bendito sea Dios, que vive
eternamente
Él azota y se
compadece,
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano. R/.
Dadle gracias,
israelitas, ante los gentiles,
porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza,
ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor,
nuestro padre por todos los siglos. R/.
Veréis lo que
hará con vosotros,
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia
y ensalzaréis al rey de los siglos. R/.
Yo le doy
gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza
y su poder a un pueblo pecador. R/.
Convertíos,
pecadores,
obrad rectamente en su presencia:
quizás os mostrará benevolencia
y tendrá compasión. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Lucas (9,1-6):
En aquel
tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de
demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de
Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
«No llevéis nada para el camino: ni
bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta
que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel
pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos se pusieron en camino y fueron de
aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.
Palabra del Señor
1. Tocamos aquí un tema fundamental para la eclesiología. Como es bien sabido, la teología católica enseña que la Iglesia es apostólica. Es una de las notas que especifican a la Iglesia. En este sentido, los doce apóstoles son fundamentales, no solo para entender el Evangelio, sino también para comprender lo que es, y cómo debe ser, la Iglesia. Por eso los cristianos creemos que la Iglesia conserva, a través de los tiempos, la identidad de sus principios tal como los recibió de los apóstoles (Y. Congar).
La Iglesia llegó a tomar conciencia de
este principio básico después de mucho tiempo. Fue a finales del
siglo II (año 180) cuando Hegesipo habló por primera vez de la sucesión del
obispo de Roma.
Desde entonces, se empezó a hablar de los obispos como sucesores de los
apóstoles (J. A. Estrada). Así nació la teología de la apostolicidad de la Iglesia.
2. Esta nota (teológica) de la apostolicidad de la Iglesia no consiste solamente en la fidelidad a la "doctrina" que enseñaron los apóstoles de Jesús. Además de eso es tan, o más, fundamental la fidelidad a la forma de vida que nos dejaron los apóstoles, según las enseñanzas del Evangelio. Y, como bien explica el texto de Lucas, Jesús les dejó dicho a sus apóstoles que "no llevaran nada para el camino, ni pan, ni dinero". Jesús, por tanto, pensaba que es constitutivo de la apostolicidad, no solo enseñar lo que él dijo, sino igualmente ir por la vida poniendo en práctica lo que él dispuso sobre el dinero, los bienes, las posesiones y el poder.
3. Con frecuencia, los sucesores de los apóstoles —los obispos— dan la impresión de que ponen más empeño en conservar intacta la "doctrina" de Jesús que su "forma de vida". De ahí, la diferencia que la gente nota entre Jesús y la Iglesia, entre el Evangelio y la Jerarquía. Sin duda alguna, la clave de este problema radica en que la teología de la Iglesia le ha concedido más importancia a la "fe" (doctrina) que al "seguimiento" (forma de vida).
Pues bien, así las cosas, la tarea de
los cristianos no es pretender fundar una Iglesia distinta o paralela. La
Iglesia quedó instituida, de una vez para siempre. Y siempre será
limitada, imperfecta, distante del Evangelio.
De ahí la doble exigencia:
1) Luchar contra la
deformación de la Iglesia.
2) Mantenerse fiel en ella.
Será inevitable que esa lucha y esa
fidelidad lleven consigo conflictos y renuncias increíbles. Pero no olvidemos
nunca que Jesús no abandonó su religión, sino que, dentro de ella, se enfrentó
(hasta la muerte) a lo que en aquella religión vio como incoherente y
contradictorio. Es duro. Pero eso es "seguir" a Jesús, es decir el
camino que nos trazó Jesús.
San Vicente de Paúl
Sacerdote francés
Nació el 24 de abril de 1581 en una pequeña casa rural en las afueras de la
aldea de Pouy, a unos cinco kilómetros de la ciudad de Dax, en la región de las
Landas, suroeste de Francia.
En el lugar de su nacimiento, conocido hoy como Berceau de Saint Vincent de
Paul, se levanta una modesta construcción de ladrillo y vigas de madera muy
parecida a la casa en que nació Vicente en abril de 1580 ó 1581 (el año exacto
no es seguro).
Era el tercero de seis hermanos. La modesta condición de la familia hizo que
muy pronto el niño Vicente tuviera que contribuir con su trabajo de pastor de
ovejas y de cerdos a la economía familiar.
Pronto también dio muestras de una inteligencia despierta, lo que llevó a su
padre a pensar que este hijo podía muy bien 'hacer carrera' expresamente, una
carrera eclesiástica. Cursó estudios primarios y secundarios en Dax, y
posteriormente filosofía y teología en Toulouse durante siete años. Hizo
también algunos estudios en Zaragoza.
Se ordenó muy joven, a los veinte años, con la intención de ser párroco de
inmediato y así poder ayudar a su familia.
Parece ser que en 1606 fue capturado por los piratas en un viaje a Narbona y
vendido como esclavo en Túnez, aunque logró huir y regresó a Francia.
San Vicente de Paúl ejerció durante veinte años como párroco y capellán de
una familia aristocrática. Además, fue capellán general de las galeras
francesas y trabajó en favor de los galeotes.
En el año 1617 fundó la primera Confraternidad de la Caridad, constituida
por mujeres acaudaladas dedicadas a ayudar a los enfermos y a los pobres en
Châtillon-les-Dombes, cerca de Lyon. En 1622 san Francisco de Sales le nombró
superior de los conventos parisinos de la orden de la Visitación de Santa
María. Con la ayuda de la familia para la que trabajaba como capellán fundó la
Congregación de la Misión, dedicada a predicar entre los campesinos de las
propiedades de la familia, y en 1626 estableció una de sus comunidades en el
College des Bons-Enfants de París.
Además, creó otras organizaciones altruistas, como las Hermanas de la
Caridad, que se formó en 1633 bajo su dirección y con la ayuda de Santa Luisa
de Marillac; a ellas se debe la fundación del Hospital de París.
San Vicente de Paúl falleció en París el 27 de septiembre de 1660.
Fue canonizado en 1737 y nombrado patrón de las obras de caridad en 1885.
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