7 DE SEPTIEMBRE
– JUEVES –
22 –
SEMANA DE T.O. – A
Santa Regina, mártir
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Colosenses (1,9-14):
Desde que nos
enteramos de vuestra conducta, no dejamos de rezar a Dios por vosotros y de
pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad, con toda sabiduría
e inteligencia espiritual. De esta manera, vuestra conducta será digna del
Señor, agradándole en todo; fructificaréis en toda clase de obras buenas y
aumentará vuestro conocimiento de Dios.
El poder de su gloria os dará fuerza
para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias al
Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la
luz.
Él nos ha sacado del dominio de las
tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre
hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
Palabra de Dios
Salmo: 97,2-3ab.3cd-4.5-6
R/. El Señor da a conocer su salvación.
El Señor da a
conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Los confines
de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Tocad la
cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Lucas (5,1-11):
En aquel
tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios,
estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a
la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de
tierra.
Desde la barca, sentado, enseñaba a la
gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad las redes
para pescar.»
Simón contestó:
«Maestro, nos hemos pasado la noche
bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una
redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de
la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y
llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los
pies de Jesús diciendo:
«Apártate de mí, Señor, que soy un
pecador.»
Y es que el asombro se había apoderado
de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido;
y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros
de Simón.
Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de
hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y,
dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor
1. Es verdad que este relato
contiene una auténtica "teofanía" o "manifestación de
Dios".
Aquellos pescadores palparon la
presencia del Trascendente en la inexplicable abundancia de la pesca. Esto es
lo que provocó la impresión y hasta el miedo reverencial de los pescadores.
Encontraron a Dios, no en la religión
del Templo, sino en la abundancia del trabajo productivo. Algo completamente nuevo,
inesperado, desconocido, para ellos.
El encuentro con Dios se había
desplazado, de lo sagrado a lo profano. La laicidad del Evangelio empezaba a
tomar cuerpo, forma y fuerza.
2. El Dios que se revela en Jesús no es un Dios de miedo y sumisión, sino un Padre de abundancia y dicha increíble. Esta "revelación de Dios en Jesús" es el punto de partida de la llamada de Jesús y del proyecto de Jesús.
Jesús no llama para vivir en la
"sumisión religiosa", sino para contagiar la "abundancia
gozosa" de una vida que produce precisamente abundancia.
3. Por eso Pedro y sus
compañeros, dejándolo todo, lo siguieron (Lc 5, 11).
Ya aparece aquí el concepto, la palabra
y el hecho del "seguimiento" de Jesús.
Este verbo es clave en los evangelios. A
Jesús se le conoce siguiéndole. No se le
conoce estudiando teorías y analizando dogmas, sino compartiendo su forma de vida. Por eso la cristología está esencialmente marcada y determinada por el seguimiento de Jesús (J. B. Metz). De forma que el seguimiento es constitutivo de la cristología.
Ha sido una desgracia, en la Iglesia,
que cuando se sistematizó la cristología, en esta materia tan fundamental del
saber y del vivir cristiano, una cosa tan importante y decisiva, se elaboró más
desde las cartas de Pablo, que desde los evangelios de Jesús. Por eso, los
temas de la divinidad y la redención han tomado más importancia, y han sido más
determinantes, que la humanización de Dios en Jesús. Y las grandes
preocupaciones de Jesús en su vida terrena: la salud de la gente, la comida de
todos unidos, las mejores relaciones humanas.
Tenemos que rehacer una
"cristología desde el seguimiento". No se trata de olvidar a san
Pablo. Se trata de ponerlo en su sitio. Y al Jesús histórico en el centro.
Santa Regina, mártir
Santa Regina fue una doncella virgen mártir que entregó su vida defendiendo
su castidad por amor a Dios. Nació en Autun, Francia, de un pagano llamado
Clemente.
Su madre murió en su nacimiento y su padre la repudió. Luego fue a vivir
con una enfermera cristiana que la bautizó. Santa Regina ayudó cuidando a las
ovejas. Ella se comunicaba con Dios en la oración y meditaba en las vidas de
los santos.
Estaba prometida al procónsul Olybrius, pero se negó a renunciar a su fe
para casarse con él, por lo que fue torturada y decapitada en Alesia, en la
diócesis de Autun.
Santa Regina es considerada la patrona de las pastoras, de las víctimas de
la tortura y contra la pobreza.
Vida de Santa Regina de Autun
Los niños piden -al menos así lo hacían en tiempos pasados- a los mayores
que les cuenten un cuento a la hora de dormir. La condescendencia de los que
les quieren, procurando su bien dormir, les lleva a ilustrar su imaginación con
historias que unas veces son sólo producto del genio humano y otras... adornan
la verdad de hechos ocurridos en la ordinariez de la vida con amplificaciones
que hacen fantástica, amable y hasta apasionante la historia real. No sé si la
historia de Regina servirá para rellenar esos momentos previos al descanso
nocturno de los pequeños, pero no me cabe duda de que sí servirán a los adultos
para que detengamos un momento nuestro ardoroso caminar.
Regina es palabra latina que se vierte al castellano por Reina. Así se
llamaba nuestra protagonista de hoy. Fue una francesita hija de padre romano y
de madre gala. Era el tiempo del Imperio. Cuando tenía quince años conoció a
Cristo y le entregó su corazón, se bautizó y decidió darle para siempre su
virginidad.
Es hermosa en demasía. El prefecto romano se enamoró de ella al verla. En su
presencia, Regina confiesa su fe.
Desde este momento comienzan las dificultades para la fidelidad. Fue puesta
en la cárcel y con una amenaza: al regreso del prefecto, que necesariamente ha
de ausentarse, ella debe haber cambiado de religión o conocerá el furor romano.
Sucede a la vuelta del personaje lo previsible con la gracia de Dios. Ella
se niega a sacrificar a los ídolos, llegan las torturas, los hierros arañan y
cortan su carne. También hay prodigios del Cielo: se producen terremotos, se
oyen voces celestiales... hasta una paloma se acerca para consolarla, darle
ánimos y curarla.
El ejemplo es tan llamativo que la gente se convierte a centenares. Por fin,
es degollada.
La candidez de la historia narrada, pletórica de elementos hiperbólicos y de
adornos donados por la fantasía, expone un drama común y diario de mucha gente
que bien merece la atención y el mimo del poeta, me refiero a todos esos que
están dispuestos en serio a dar la vida por la fe que tienen y, llegado el
momento, darla.
(Fuente: archimadrid.es)
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