26 DE SEPTIEMBRE
– MARTES
– 25 –
SEMANA DE T.O. – A –
San Cosme y Damián, mártires
Lectura del libro de
Esdras (6,7-8.12b.14-20):
En aquellos
días, el rey Darío escribió a los gobernantes de Transeufratina:
«Permitid al
gobernador y al senado de Judá que trabajen reconstruyendo el templo de Dios en
su antiguo sitio. En cuanto al senado de Judá y a la construcción del templo de
Dios, os ordeno que se paguen a esos hombres todos los gastos puntualmente y
sin interrupción, utilizando los fondos reales de los impuestos de
Transeufratina. La orden es mía, y quiero que se cumpla a la letra. Darío.»
De este modo, el senado de Judá
adelantó mucho la construcción, cumpliendo las instrucciones de los profetas
Ageo y Zacarías, hijo de Idó, hasta que por fin la terminaron, conforme a lo
mandado por el Dios de Israel y por Ciro, Darío y Artajerjes, reyes de Persia.
El templo se terminó el día tres del mes de Adar, el año sexto del reinado de
Darío. Los israelitas, sacerdotes, levitas y resto de los deportados celebraron
con júbilo la dedicación del templo, ofreciendo con este motivo cien toros,
doscientos carneros, cuatrocientos corderos y doce machos cabríos, uno por
tribu, como sacrificio expiatorio por todo Israel.
El culto del templo
de Jerusalén se lo encomendaron a los sacerdotes, por grupos, y a los levitas,
por clases, como manda la ley de Moisés. Los deportados celebraron la Pascua el
día catorce del mes primero; como los levitas se habían purificado, junto con
los sacerdotes, estaban puros e inmolaron la víctima pascual para todos los
deportados, para los sacerdotes, sus hermanos, y para ellos mismos.
Palabra de Dios
Salmo:
121,1-2.3-4a.4b-5
R/. Vamos alegres
a la casa del Señor
¡Qué alegría
cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Jerusalén
está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.
Según la
costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,19-21):
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús
su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él.
Entonces lo avisaron:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.»
Él les contestó:
«Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y
la ponen por obra.»
Palabra del Señor
1. Es
evidente que Jesús, cuando dejó su pueblo y se fue a ser bautizado por Juan y
luego a predicar la venida del Reino de Dios, abandonó su familia, su casa, su
trabajo y todo lo que podía darle cierta seguridad y estabilidad en la
vida. Esto tuvo, entre otras, una consecuencia fuerte: para Jesús
fue entonces más determinante la relación comunitaria que la relación de parentesco. Porque la relación comunitaria es elegida libremente, mientras
relación de familia nos es dada sin pedirnos permiso.
2. Como
es lógico, desde el momento en que Jesús se alejó de su casa, de su familia, y
después reunió en torno a sí un grupo de discípulos que le acompañaron y
compartieron su forma de vivir, sus criterios sobre la familia tuvieron que
evolucionar.
El grupo
familiar tuvo que pasar a un segundo plano y el grupo comunitario pasó a ocupar
el centro de su proyecto y de sus pretensiones. Pero nadie puede demostrar que
Jesús fundó o estableció un grupo de familia para siempre. Se sabe, con
seguridad, que, durante el primer milenio, los cristianos se adaptaron a las
leyes, usos y costumbres de la mayoría de la sociedad del Imperio.
3. La
familia es necesaria para la socialización de los individuos que vienen a este
mundo. El ser humano, cuando nace, no está acabado. La
formación de su cuerpo y de su psíquico crece y se configura en el aprendizaje
y en la integración de la vida afectiva, emocional, cultural, valorativa que le
enseñan sus padres y educadores. Así el individuo se integra en la
sociedad, y en la cultura.
Pero ocurre
que, a través de la estructura familiar, se perpetua el modelo de sociedad, con
sus valores y sus contravalores. Así las cosas, las creencias cristianas pueden
y deben aportar que no es perpetuar el de sociedad (y de familia) establecido,
sino humanizar la convivencia de forma que no se impongan los valores basados
en el poder, el dinero y en la desigualdad, sino en el respeto, la tolerancia,
la solidaridad y, sobre todo en el amor.
San Cosme y Damián, mártires
Una tradición
muy antigua atestigua la existencia de su sepulcro en Ciro (Siria), donde se
erigió asimismo una basílica en su honor. Desde allí, su culto pasó a Roma y,
más tarde, se propagó por toda la Iglesia.
Mártires posiblemente del comienzo del siglo IV
Cosme significa "adornado, bien presentado". Damián: domador.
Patronos de: Cirujanos, Farmacéuticos, Médicos, Peluqueros, Dentistas,
trabajadores de los balnearios.
Una tradición muy antigua atestigua la existencia de su sepulcro en Ciro
(Siria), donde se erigió asimismo una basílica en su honor. Desde allí, su
culto pasó a Roma y, más tarde, se propagó por toda la Iglesia.
Según la tradición son hermanos gemelos, nacidos en Arabia; estudiaron las
ciencias en Siria y llegaron a distinguirse como médicos. Como eran auténticos
cristianos, practicaban su profesión con gran habilidad, pero sin aceptar jamás
pago alguno por sus servicios. Por eso se les conoció en el oriente entre los
santos llamados colectivamente "los sin dinero".
Vivían en Aegeae, sobre la costa de la bahía de Alejandreta, en Cilicia,
donde ambos eran distinguidos por el cariño y el respeto de todo el pueblo a
causa de los muchos beneficios que prodigaba entre las gentes su caridad y por
el celo con que practicaban la fe cristiana, ya que aprovechaban todas las
oportunidades que les brindaba su profesión para difundirla y propagarla. En
consecuencia, al comenzar la persecución, resultó imposible que aquellos
hermanos de condición tan distinguida pasasen desapercibidos. Fueron de los
primeros en ser aprehendidos por orden de Lisias, el gobernador de Cilicia y,
luego de haber sido sometidos a diversos tormentos, murieron decapitados por la
fe. Conducidos sus restos a Siria, quedaron sepultados en Cirrhus, ciudad ésta
que llegó a ser el centro principal de su culto y donde las referencias más
antiguas sitúan el escenario de su martirio.
Se cuentan muchos prodigios milagrosos sobre sus vidas pero poco se sabe con
seguridad. Se dice por ejemplo que, antes de ser decapitados, salieron con bien
de varios tipos de ejecuciones, como ser arrojados al agua atados a pesadas
piedras, ser quemados en hogueras y ser crucificados. Cuando se hallaban
clavados en las cruces, la multitud los apedreó, pero los proyectiles, sin
tocar el cuerpo de los santos, rebotaron para golpear a los mismos que los
arrojaban. Lo mismo sucedió con las flechas disparadas por los arqueros que
torcieron su trayectoria e hicieron huir a los tiradores (se cuenta que el
mismo caso ocurrió con San Cristóbal y otros mártires). Asimismo, dice la
leyenda que los tres hermanos de Cosme y Damián, llamados Antimo, Leoncio y
Euprepio, sufrieron el martirio al mismo tiempo que los gemelos y sus nombres
se mencionan en el Martirologio Romano. Se habla de innumerables milagros,
sobre todo curaciones maravillosas, obrados por los mártires después de su
muerte y, a veces, los propios santos se aparecieron, en sueños, a los que les
imploraban en sus sufrimientos, a fin de curarles inmediatamente.
Entre las personas distinguidas que atribuyeron su curación de males
gravísimos a los santos Cosme y Damián, figuró el emperador Justiniano I, quien
visitó la ciudad de Cirrhus especialmente para venerar las reliquias de sus
benefactores.
A principios del siglo V, se levantaron en Constantinopla dos grandes
iglesias en honor de los mártires. La basílica que el Papa Félix (526-530)
erigió en honor de Cosme y Damián en el Foro Romano, con hermosísimos mosaicos,
fue dedicada posiblemente el 27 de septiembre. Ese día se celebró la fiesta de
Cosme y Damián hasta su traslado al 26 de septiembre en el nuevo calendario.
Los santos Cosme y Damián son nombrados en el canon de la misa y, junto con
San Lucas, son los patronos de médicos y cirujanos.
Tres pares de santos llevan los mismos nombres
Por un error, los cristianos de Bizancio
honraron a tres pares de santos con los nombres de Cosme y Damián. Los de
Arabia, que fueron decapitados durante la persecución de Diocleciano (17 de
octubre), los de Roma, que murieron apedreados en el curso del reinado de
Carino y los hijos de Teódota, que no fueron mártires. Sin embargo, se trata de
los mismos.
Pidamos al Señor por intercesión de los santos Cosme y Damián por los
médicos, para que cumplan santamente con su profesión.
"LO
QUE HABÉIS RECIBIDO GRATIS,
DADLO TAMBIÉN GRATUITAMENTE" (Jesucristo Mt. 10, 8)
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