14 DE OCTUBRE
– SÁBADO
– 27 –
SEMANA DE T.O. – A –
San Calixto I
Lectura del libro del
profeta Joel (4,12-21):
«Que se
levanten las naciones y acudan al valle de Josafat; allí me sentaré a juzgar a
las naciones vecinas. Empuñen las hoces, porque ya la mies está madura, vengan
a pisar las uvas, porque ya está lleno el lagar, ya las cubas están rebosantes
de sus maldades.
¡Multitudes y
multitudes se reúnen en el valle del Juicio, porque está cerca el día del
Señor! El sol y la luna se oscurecen, las estrellas retiran su resplandor. El
Señor ruge desde Sión, desde Jerusalén levanta su voz; tiemblan los cielos y la
tierra. Pero el Señor protege a su pueblo, auxilia a los hijos de Israel.
Entonces sabrán que
yo soy el Señor, su Dios, que habito en Sión, mi monte santo. Jerusalén será
santa, y ya no pasarán por ella los extranjeros.
Aquel día los
montes destilarán vino y de las colinas manará leche. Los ríos de Judá irán
llenos de agua y brotará un manantial del templo del Señor que regará el valle
de las Acacias. Egipto se volverá un desierto y Edom una árida llanura, porque
oprimieron a los hijos de Judá y derramaron sangre inocente en su país.
En cambio, Judá
estará habitada para siempre, y Jerusalén por todos los siglos. Vengaré su
sangre, no quedarán impunes los que la derramaron, y yo, el Señor, habitaré en
Sión».
Palabra de
Dios
Salmo: 96
R/. Alegraos,
justos, con el Señor.
El Señor
reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes
se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Amanece la
luz para el justo
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,27-28):
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a
las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo:
«Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»
Pero él repuso:
«Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»
Palabra del Señor
1.- Algunos
exegetas se preguntan si este breve relato no será una variante del otro en que
la madre y los hermanos de Jesús fueron a buscarlo a él (Lc. 8, 19-21) (E.
Klostermann). Hay quienes descartan esa hipótesis (J. A. Fitzmyer).
Sea lo que
sea de esta cuestión, el hecho es que la respuesta de Jesús en ambos casos es
la misma: la mayor grandeza y la mayor dicha es escuchar la palabra de Dios y
cumplirla.
Eso es más
importante en la vida que incluso tener la relación de parentesco más íntima
que se puede tener con Jesús, la relación "madre - hijo".
2. Pero
¡atención!: lo decisivo no es "oír" la palabra de Dios, sino
"cumplirla". O sea, lo decisivo es que la Palabra de Dios se
constituya en el principio determinante y organizativo de nuestra
vida. Hay que recordar aquí que, en las culturas del antiguo oriente, la
palabra no tenía principalmente la función de signo que transmite un
conocimiento, sino que era considerada como una fuerza que transformaba el
ámbito en que penetraba.
Toda la
Biblia se ha de entender desde este punto de vista. De ahí que integrar la
Palabra de Dios en la propia vida es más determinante que
ser de la misma familia de Jesús.
3. Pero
hay algo más fuerte aún. Según el N. T., la Palabra de Dios es Jesús.
Esto ya se
dice en los sinópticos (Mc 4, 14 ss; Lc 5, 1...). Pero, sobre todo, es en el
evangelio de Juan en el que se afirma que la Palabra se ha hecho carne (Jn
1,14), es decir, la Palabra de Dios se ha hecho humanidad. Lo cual es como
decir debilidad, bondad, cercanía humana, amor. Por eso, lo que en definitiva
afirma Jesús -y en lo que insiste- es que lo más importante en la vida es ser
profundamente humano. Esto es lo que importa de verdad. Porque es mediante
nuestra humanización como encontramos a Dios. De la misma manera que haciéndose
humano es como Dios nos encontró a nosotros.
San Calixto I
San Calixto I (siglo III)
Se cuenta que en un tiempo fue esclavo;
habiendo alcanzado la libertad, fue ordenado diácono por el papa Ceferino, a
quien sucedió más tarde en la cátedra de Pedro.
Combatió a los herejes adopcionistas y modalistas. Recibió la corona del
martirio en el año 222 y fue sepultado en la vía Aurelia.
Breve Biografía
Las catacumbas son una meta obligatoria para
los peregrinos y turistas que van a Roma. Particularmente célebres y
frecuentadas son las de San Calixto, que el Papa Juan XXIII definió “las más importantes
y las más célebres de Roma”. Quedan cerca de las también famosas catacumbas de
San Sebastián y de Santa Domitila. Comprenden un área de 400 metros por 300,
con cuatro pisos sobrepuestos; se ha calculado que tienen no menos de 20
kilómetros de corredores.
Esta obra colosal recuerda para siempre a San
Calixto, porque fue él quien se preocupó por su realización, primero como
diácono del Papa Ceferino y después como Papa. Pero este lugar no es precioso
sólo por sus dimensiones, sino por el gran número y la importancia de los
mártires que fueron “depositados” allí: particularmente célebres son las
criptas de Santa Cecilia y la contigua de los Papas Ponciano, Antero, Fabián,
etc. Por eso, puede parecer raro que falsee precisamente la de San Calixto que
fue quien hizo construir esa cripta.
La tumba de San Calixto se encuentra en el
corazón de la antigua y genuina Roma: en la basílica de Santa María en
Trastévere, que fue construida por el Papa Julio a mediados del siglo IV,
intitulada también a San Calixto.
Calixto nació en Trastévere en la segunda
mitad del siglo II, y su padre era un tal Domicio. Era de humilde condición,
pero muy apreciado por el correligionario o Carpóforo, que le confió la
administración de sus bienes. Pero algo no marchó bien, pues poco después el
pobre Calixto fue condenado a hacerle dar vueltas a una rueda de molino para
pagar al patrón y a la comunidad cristiana los perjuicios ocasionados. Poco
tiempo después Calixto tuvo que soportar otra dura condena, la flagelación y la
deportación a Cerdeña, por las acusaciones de los judíos.
La comunidad cristiana lo rescató, incluso
con la intervención de Marcia, la concubina de Commodo, y entonces Calixto
colaboró con el Papa Víctor y con Ceferino, a quien sucedió como Papa en el
217.
Su elección provocó el cisma de Hipólito, que
reprochaba a Calixto su origen servil y sobre todo su flexibilidad con los
pecadores. San Calixto tuvo también que luchar contra la herejía sabeliana.
Murió “mártir”, no a mano de la autoridad imperial como asegura el Martirologio
Romano, sino durante una sublevación popular.
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