10 DE OCTUBRE
– MARTES
– 27 –
SEMANA DE T.O. – A –
Santo Tomás de
Villanueva
Lectura del libro de profeta
Jonás (3,1-10):
En aquellos
días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo:
«Levántate y vete a Nínive, la gran
capital, para anunciar allí el mensaje que te voy a indicar».
Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como
le había mandado el Señor. Nínive era una ciudad enorme: hacían falta tres días
para recorrerla.
Jonás caminó por la ciudad durante un
día, pregonando:
«Dentro de cuarenta días Nínive será
destruida».
Los ninivitas creyeron en Dios:
ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños.
Llegó la noticia al rey de Nínive, que
se levantó del trono, se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó sobre
ceniza y en nombre suyo y de sus ministros mandó proclamar en Nínive el
siguiente decreto:
«Que hombres y animales, vacas y ovejas,
no prueben bocado, que no pasten ni beban. Que todos se vistan de sayal e
invoquen con fervor a Dios, y que cada uno se arrepienta de su mala vida y deje
de cometer injusticias. Quizá Dios se arrepienta y nos perdone, aplaque el
incendio de su ira y así no moriremos».
Cuando Dios vio sus obras y cómo se
convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que
había determinado imponerles.
Palabra de Dios
Salmo: 129
R/. Si llevas cuentas de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Desde lo hondo
a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas
cuentas de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R/.
Porque del
Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.
Lectura del santo Evangelio
según san Lucas (10,38-42):
En aquel
tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su
casa. Esta tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor,
escuchaba su palabra.
Y Marta, se multiplicaba para dar abasto
con el servicio; hasta que se paró y dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me
haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Pero el Señor le contestó:
«Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa
con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no
se la quitarán.»
Palabra del Señor
1. Lo primero que llama la atención, en este breve episodio, es que en él se relata un hecho que, en el judaísmo del s. I, tenía que resultar extraño y posiblemente escandaloso. En aquella sociedad no se veía bien que una mujer acogiera en su casa a un hombre. Por ejemplo, en el libro cuarto de los Macabeos, se pone como ejemplo a la madre de los siete mártires que, antes de su matrimonio, no recibió una sola visita masculina, ni siquiera en presencia de sus parientes (4 Mac 18, 7) (F. Bovon, U. Ruegg).
Una vez más, se pone en evidencia la
libertad de Jesús, que se enfrenta al puritanismo y a los prejuicios morales de
aquel tiempo.
2. Flavio Josefo indica que
el verbo que utiliza Lucas, y “podéchomai” significa "acoger", lo que
implica hospitalidad. Como en el caso de Zaqueo (Lc 19, 6) o de Jasón respecto
a Pablo (Hech 17, 7).
Alguien ha pensado que aquí se apunta a
una "iglesia doméstica" (W. Magass). Pero eso no es
probable, ya que el lenguaje relativo a las "iglesias domésticas" es
propio de las cartas de Pablo, nunca de los evangelios. Este relato tiene más
conexión con el comportamiento de Jesús y su relación con las mujeres, que con
las prácticas de las "iglesias primitivas".
3. El relato está compuesto
de manera que en él se presentan dos formas de relación con Jesús. De Marta se
destaca la sobre-actividad. El texto utiliza el verbo “perispómai”,
que significa "estar en tensión por todas partes", "estar
absorbido", "andar inquieto" o "distraído" (Bauer,
Jutta Brutscheck).
Mientras que, de María, lo que Jesús
elogia es la "escucha", la dedicación a estar con Jesús, la
concentración en acoger la palabra, que se entiende lógicamente la
"Palabra de Dios". Y esto es lo que Lucas pone como
ejemplo. Al tiempo que se reprueba la tensión de actividad en que
vive Marta.
No es lo mismo el "ser para"
que el "estar con". Marta estaba para servir a Jesús. María
"estaba con" Jesús.
A todos nos gusta más que nos escuchen que el simple hecho de que alguien nos preste un servicio. "Estar atento a todos", "escuchar siempre", "interesarse por lo que piensa o dice el otro". En eso está "la mejor parte", lo que contagia la mejor convivencia.
Santo Tomás de Villanueva
Le llamaban "el divino Tomás", Era un inmenso predicador, que
había nacido en Fuenllana (Ciudad Real) en 1486, de padres caritativos, de los
que heredó su amor por los pobres: “Madre, le dijo Tomás, ya podéis dejar pan
abundante en la panera; pues si no tenéis cuidado, pronto no habrá una sola
gallina en el gallinero”. Vivió sus primeros años en Villanueva de los
Infantes, de donde recibirá el “nombre”. A los quince años, fue enviado a
estudiar a la Universidad renacentista de Alcalá, de la que llegó a ser maestro,
con una vasta competencia en las ciencias humanas y sagradas. Allí obtuvo, el
título de “Maestro” de lógica, física y metafísica. Continuó estudiando
teología durante tres cursos. Bachiller en artes y Licenciado en Teología, le
encargaron la Cátedra de Lógica. Sus estudios en Alcalá, le habían dejado una
profunda impronta humanística. Poseía una inteligencia excepcionalmente lúcida
y un criterio muy práctico para dar opiniones sobre temas difíciles. Pero tuvo
que ejercitarse continuamente para adquirir una buena memoria y luchar mucho
para que las distracciones no le alejaran de los temas que quería tratar.
FRAILE AGUSTINO
En Salamanca viste el hábito de la Orden de San Agustín, que, por aquellos
mismos días, Lutero tira a las zarzas. Se ordena de Sacerdote en 1518. Fue
nombrado Prior de Salamanca, Provincial de Andalucía, Prior de Burgos;
Provincial de Castilla, Prior de Burgos. Carlos V, que siente por él una
especial predilección y le considera una persona clave para la reforma de su reino,
le nombra predicador y consejero suyo.
El emperador Carlos V le había ofrecido el nombramiento de arzobispo de
Granada, pero él no lo aceptó. Un día el emperador le dijo a su secretario:
Escriba: "Arzobispo de Valencia, será el Padre...", y le dictó el
nombre de otro sacerdote. Cuando fue a firmar el decreto leyó que el secretario
había escrito: "Arzobispo de Valencia, Tomás de Villanueva".
"¡Pero este no fue el que yo le dicté!", dijo el emperador.
"Perdone, señor" – le respondió el secretario. "Me pareció
haberle oído ese nombre. Pero lo borraré". "No, no lo borre, dijo
Carlos V, el otro era el que yo pensaba elegir, pero éste es el que Dios quiere
que sea elegido". Y mandó que lo llamaran para darle noticia del
nombramiento. Tomás se negó a obedecer al emperador. Sólo aceptó tan alto cargo
cuando su superior se lo mandó bajo obediencia.
ENTRADA EN VALENCIA
Llegó a Valencia de noche mientras caía un fortísimo aguacero, acompañado
solamente por un religioso. Pidió que lo hospedaran por caridad en el convento
de los Padres Agustinos, diciendo que le bastaba una estera en el suelo para
dormir. Antes de tomar posesión del arzobispado hizo seis días de retiro,
oración y penitencia en el convento. Los sacerdotes de la ciudad le obsequiaron
con 4000 monedas de plata que entregó al hospital diciendo: "los pobres
necesitan esto más que yo. ¿Qué lujos y comodidades puede necesitar un sencillo
fraile y religioso como soy yo?". Lo criticaban porque usaba una sotana
muy vieja y desteñida, y él respondía: "Lo importante no es una sepultura.
Lo importante es embellecer el alma que nunca se va a morir". Le costó
mucho al clero catedralicio que aceptara un sombrero de seda, pero a él le
parecía que los pobres se lo reclamaban. Y muchas veces enseñaba el sombrero
con sonrisa de burla, diciendo:”Aquí tenéis mí dignidad episcopal. Mis señores,
los canónigos, han creído que no podía ser obispo sin esto”.
SITUACION DE LA DIOCESIS
Valencia, vivía unas condiciones espirituales deplorables, después de un
siglo sin un Obispo residente, con muchos clérigos en situación irregular y
atenazada por la agitación morisca. Tomás busca la recristianización de la
diócesis. Para ello funda el colegio-seminario de la Presentación en 1550, para
formar al clero. Tiene muy claro que un Arzobispo sin la ayuda de los
sacerdotes, limita mucho su influencia pastoral. Debe cuidar, atender, animar,
santificar a sus sacerdotes. Eso, que cuesta tanto a ciertas personas y que yo
no puedo entender. Lo que más le interesaba era transformar a sus sacerdotes. A
los menos cumplidores se los ganaba a base de consejos y peticiones amables y
los hacía mejorar. A uno que no quería cambiar, lo llamó a su palacio y le
dijo: "Yo soy el que tengo la culpa de que usted no quiera enmendarse.
Porque no he hecho penitencias por su conversión, por eso no ha cambiado".
Y quitándose la camisa empezó a darse latigazos hasta derramar sangre. El otro
se arrodilló llorando y le pidió perdón y mejoró totalmente su conducta. ¿Qué
no puede hacer un Arzobispo si se gana la confianza sincera y cordial de sus
sacerdotes? No se debe preocupar de que los sacerdotes no le quieran sino de si
es él el que quiere de verdad a sus sacerdotes.
PREDICADOR FORMIDABLE
El emperador
Carlos V al oírle predicar exclamaba: "Este obispo conmueve hasta las
piedras". Y cuando estaba en la ciudad, nunca faltaba a sus sermones. Su
predicación producía cambios impresionantes en los oyentes, y aun hoy día
conmueven a quienes los leen. La gente decía que Tomás de Villanueva era como
un nuevo apóstol San Pablo. Fue el “predicador” más grande de su tiempo, pero
su fuerza más que en la palabra, la ejercía con el ejemplo de su vida, que es
lo que definitivamente convencía. Contemporáneo suyo será Fray Juan de Sahagún
en Salamanca. Los dos impresionantes predicadores, éste más gracioso, hasta
quizá pasarse, Tomás más serio, como fiel cumplidor de las normas dadas a los
predicadores por Fray Luís de Granada: “Nada digan de lo que puedan con razón
ofenderse los oyentes; nada digan con insolencia, nada con arrogancia, nada con
descaro, nada con desvergüenza, nada injurioso, nada soez, nada
chocarreramente, nada bajo, nada licenciosa, indecente y viciosamente, sino que
todo el carácter de la oración represente modestia, humanidad, caridad, celo y
un deseo fervoroso de la verdadera caridad.
SUS ACTIVIDADES COMO ARZOBISPO
El Arzobispo convoca un Sínodo y visita todas las parroquias, actuando con
mano enérgica y paternal. Envió misioneros al Perú. Encuentra su inspiración en
las enseñanzas del Buen Pastor, en San Pablo y en los grandes obispos. Será
llamado el “San Bernardo español” por su profundidad teológica sobre la Virgen.
Se distinguió por su asistencia a los pobres y enfermos y decía que la cama de
un enfermo es como la zarza ardiente de Moisés, en la cual se logra encontrar
con Dios y hablar con Él, entre las espinas de incomodidad que lo rodean. La
evangelización a los moriscos y la dedicación a la juventud, también acaparó
parte de sus energías. La intensa actividad afianzada en su gran erudición, le
consagra como uno de los hombres más respetados de su tiempo y modelo del
obispo. En Valencia, se mostró como verdadero modelo de buen pastor,
sobresaliendo por su caridad, pobreza, prudencia y celo apostólico. Se le
reconoce como “El Obispo de los pobres”, envió a América los primeros Padres
Agustinos que llegaron a México.
SU ORACION MISTICA
Frecuentemente mientras celebraba la Santa Misa o rezaba los Salmos, le
sobrevenían los éxtasis y se olvidaba de todo lo que lo rodeaba y sólo pensaba
en Dios. En esos momentos el rostro le brillaba intensamente. Predicando en
Burgos contra el pecado, tomó en sus manos un crucifijo y levantándolo gritó
"¡Pecadores, mírenlo!", y no pudo decir más, porque se quedó en
éxtasis, y así estuvo un cuarto de hora, mirando hacia el cielo, contemplando
lo sobrenatural. Al volver en sí, dijo a la multitud que estaba maravillada:
"Perdonen hermanos por esta distracción. Trataré de enmendarme". En
un sermón de la Transfiguración, dijo: “En cuanto a mí me ha sido dado, sin
ningún mérito mío, subir con él hasta la santa montaña y contemplar la gracia
de su rostro, aunque sólo fuese de lejos, ¡con qué lágrimas, con qué entusiasmo
gritaba entonces: Señor, ¡bueno es estar aquí! No permitáis que descienda
jamás. No os alejéis, por favor. ¡Que sea así toda mi vida, todos los días de
mi vida! ¿Para qué quiero más?” Pero el camino de la perfección no se ha de
recorrer al vuelo, sino paso a paso: “Non pervolanda, sed perambulanda est”.
ATIENDE A TODOS
Aunque dedicaba muchas horas a rezar y a meditar, su secretario tenía la
orden de llamarlo cuando alguna persona necesitara consultarle o pedirle algo.
A su palacio arzobispal acudían cada día centenares de pobres a pedir ayuda, y
nadie se iba sin recibir algún regalo o algún dinero. Especial cuidado tenía el
prelado para ayudar a los niños huérfanos. Y las muchachas pobres de la ciudad,
el día de su matrimonio recibía un buen regalo del arzobispo. A quienes lo
criticaban por dar demasiadas ayudas incluso a vagos, les decía: "mi
primer deber es no negar un favor a quien lo necesita, si en mi poder está el
hacerlo. Si abusan de lo que reciben, ellos responderán ante Dios". A los
ricos les insistía continua y fuertemente sobre el deber tan grave que cada uno
tiene de dar limosnas de todo lo que le sobre, en vez de gastarlo en lujos y
cosas inútiles. Decía a la gente: "¿En qué otra cosa puedes gastar mejor
tu dinero que en pagar tus pecados, haciendo limosna? Si quieres que Dios oiga
tus oraciones, tienes que escuchar la petición de ayuda que te hacen los
pobres. Debes anticiparte a repartir ayudas a los que no se atreven a
pedir".
Algunos le decían que debía ser más fuerte y lanzar maldiciones contra los
que vivían amancebados. Él respondía: "Hago todo lo que me es posible por
animarlos a que se pongan en paz con Dios y que no vivan en pecado. Pero nunca
quiero emplear métodos agresivos contra nadie". Si oía hablar de otro
respondía: "Quizás lo que hizo fue malo, pero probablemente sus
intenciones eran buenas".
SU MUERTE
En septiembre de 1555 sufrió una angina de pecho e inflamación de la
garganta. Mandó repartir entre los pobres todo el dinero que había en su casa.
Hizo que le celebrara la Misa en su habitación, y exclamó: "Que bueno es
Nuestro Señor: a cambio de que lo amemos en la tierra, nos regala su cielo para
siempre". Y murió cuando tenía 66 años, el 8 de septiembre de 1555.
Beatificado en 1618, el Papa Alejandro VII lo canonizó en 1658. Sus restos se
conservan en la iglesia catedral de Valencia. Su fiesta se celebra el 10 de
Octubre.
(Fuente: jmarti.ciberia.es)
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