27 DE OCTUBRE
– VIERNES
– 29 –
SEMANA DE T.O. – A –
Santos Vicente, Sabina
y Cristeta
(hermanos mártires del
siglo IV)
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Romanos (7,18-25a):
Sé muy bien
que no es bueno eso que habita en mí, es decir, en mi carne; porque el querer
lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no. El bien que quiero hacer no lo
hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que hago.
Entonces, si hago precisamente lo que no
quiero, señal que no soy yo el que actúa, sino el pecado que habita en mí.
Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las
manos.
En mi interior me complazco en la ley de
Dios, pero percibo en mi cuerpo un principio diferente que guerrea contra la
ley que aprueba mi razón, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en
mi cuerpo. ¡Desgraciado de mí!
¿Quién me librará de este cuerpo presa
de la muerte?
Dios, por medio de nuestro Señor
Jesucristo, y le doy gracias.
Palabra de Dios
Salmo: 118,66.68.76.77.93.94
R/. Instrúyeme, Señor, en tus
leyes
Enséñame a
gustar y a comprender,
porque me fío de tus mandatos. R/.
Tú eres bueno
y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes. R/.
Que tu bondad
me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo. R/.
Cuando me
alcance tu compasión, viviré,
y mis delicias serán tu voluntad. R/.
Jamás olvidaré
tus decretos,
pues con ellos me diste vida. R/.
Soy tuyo,
sálvame,
que yo consulto tus leyes. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,54-59):
En aquel
tiempo, decía Jesús a la gente:
«Cuando veis subir una nube por el
poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede.
Cuando sopla el sur, decís: "Va a
hacer bochorno", y lo hace.
Hipócritas: si sabéis interpretar el
aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo
presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer?
Cuando te diriges al tribunal con el que
te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de
camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia,
y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no
pagues el último céntimo.»
Palabra del Señor
1. La palabra clave para
comprender este texto es el verbo (dokimasein) (interpretar, examinar...), aplicado al "tiempo
presente".
Jesús se lamenta de los que no saben la
necesaria y debida interpretación del tiempo. El tiempo que se vivía cuando
Jesús andaba por el mundo. Y, lógicamente, también la interpretación de nuestro
tiempo actual.
Jesús se queja de este vacío de
interpretación, porque, como bien se ha dicho, "ya desde muy temprano el
peligro de des temporalización corroe el alma del cristianismo" (J. B.
Metz).
Este peligro consiste en querer vivir el
cristianismo como si estuviera fuera del tiempo, a partir de una especie de
"doctrina intemporal", en la que siempre se puede entender y explicar
el Evangelio de la misma manera.
Hay homilías o sermones que lo mismo se
puede predicar hoy, como se podrían haber predicado (exactamente igual) hace
cincuenta años.
2. Así se
"destemporaliza" la fe.
Es decir, se piensa
ingenuamente que los "signos de los tiempos" no condicionan
para nada nuestra interpretación y nuestra manera de vivir el Evangelio.
¿Por qué hoy la religión interesa tan poco y a tan poca gente? El "escapismo teológico del tiempo" (J. B. Metz) es una forma de escurrir el hombro para no complicarse la vida. Y lo que resulta más grave es volver atrás en el tiempo.
Así, querer explicar la fe con las ideas y el lenguaje de hace bastantes años, las ideas anteriores al concilio Vaticano II o, lo que sería más estúpido: pretender anunciar ahora un mensaje que fue pensado en el siglo XIII, el siglo en el que se sistematizó la teología que ha llegado hasta nosotros.
3. El problema más
complicado, que hoy tenemos en la Iglesia, es que el control de las autoridades
jerárquicas, sin decirlo ni quizás pretenderlo, obligan a teólogos y sacerdotes
a hablar de Dios, de Jesús y del Evangelio de forma que, a la inmensa mayoría
de la gente, no le interesa ni le dice nada el pensamiento y el lenguaje
eclesiástico.
Los cristianos tenemos el derecho y el
deber de pedir a los dirigentes de la Iglesia que nos hablen "a
nosotros", no a las gentes de la Edad Media o a los católicos del siglo
pasado.
4. La fuente de esperanza, que ha brotado en los últimos años, ha sido el papa Francisco. Un hombre que se relaciona con la realidad actual, especialmente con los más necesitados. Y un hombre que, por vivir como vive y hablar como habla, se hace insoportable para los clérigos que se metieron en el clero como "funcionarios" empeñados en "hacer carrera".
Una Iglesia de funcionarios no va a
ninguna parte.
Jesús no soporta a los clérigos
"funcionarios".
Santos Vicente, Sabina y
Cristeta
(hermanos mártires del
siglo IV)
Vicente, Sabina y Cristeta son hermanos. Han nacido y vivieron en Talavera
(Toledo). Los tres disfrutan de su juventud —Cristeta, casi niña- y, como en
tantos hogares después del fallecimiento de los padres, hace cabeza Vicente que
es el mayor.
Manda en el Imperio la tetrarquía hecha por Diocleciano con el fin de poner
término a la decadencia que se viene arrastrando a lo largo del siglo III por
las innumerables causas internas y por las rebeliones y amenazas cada vez más
apremiantes en las fronteras. Diocleciano, augusto, reside en Nicomedia y ocupa
la cumbre de la jerarquía; su césar Galerio reside en Sirmio y se ocupa de
Oriente; Maximiano es el otro augusto que se establece en Milán, con su césar
Constancio, en Tréveris, gobiernan Occidente.
El presidente en España es Daciano hombre cruel, bárbaro y perverso, que
odia sin límites el nombre cristiano y que va dejando un riego de mártires en
Barcelona y en Zaragoza. Llega a Toledo y sus colaboradores buscan en Talavera
seguidores de Cristo.
Allí es conocido como tal Vicente, que se desvive por la ayuda al prójimo y
es ejemplo de alegría, nobleza y rectitud.
Llevado a la presencia del Presidente, se repite el esquema clásico, en
parte verídico y en parte parenético de las actas de los mártires. Halagos por
parte del poderoso juez pagano con promesas fáciles, y, por parte del
cristiano, profesiones de fe en el Dios que es Trinidad, en Jesucristo-Señor y
en la vida eterna prometida. Amenazas de la autoridad que se muestra dispuesta
a hacer cumplir de modo implacable las leyes y exposición tan larga como firme
de las disposiciones a perder todo antes de la renuncia a la fe nutriente de su
vida que hace el cristiano. De ahí se pasa al martirio descrito con tonos en
parte dramáticos y en parte triunfales, con el añadido de algún hecho
sobrenatural con el que se manifiesta la complacencia divina ante la fidelidad
libre del fiel.
Bueno, pues el caso es que a Vicente lo condenan a muerte por su pertinacia
en perseverar en la fe cristiana. Lo meten en la cárcel y, en espera de que se
cumpla la sentencia, es visitado por sus dos hermanas que, entre llantos y
confirmándole en su decisión de ser fiel a Jesucristo, le sugieren la
posibilidad de una fuga con el fin de que, sin padres que les tutelen, siga él
siendo su apoyo y valedor. La escapada se realiza, pero los soldados romanos
los encuentran en la cercana Ávila donde son los tres martirizados, en el año
304.
El amor a Dios no supone una dejación, olvido o deserción de los nobles
compromisos humanos. Vicente, aceptando los planes divinos hasta el martirio,
hizo cuanto legítimamente estuvo de su parte para sacar adelante su compromiso
familiar.
Fuente: http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/
san toral/san tora
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