lunes, 30 de octubre de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 31 DE OCTUBRE – MARTES – 30 – SEMANA DE T.O. – A – San Alonso Rodríguez

 

 

 


31 DE OCTUBRE – MARTES

– 30 – SEMANA DE T.O. – A –

San Alonso Rodríguez

 

      Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,18-25):

 

Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.

Palabra de Dios

 

Salmo: 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6

    R/. El Señor ha estado grande con nosotros

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares. R/.

 

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres. R/.

 

Que el Señor cambie nuestra suerte,

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares. R/.

 

Al ir, iba llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelve cantando,

trayendo sus gavillas. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,18-21):

En aquel tiempo, decía Jesús:

«¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé?

Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.»

Y añadió:

«¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»

 

Palabra del Señor

 

1.   Podemos decir que, mediante las parábolas más breves, Jesús dice lo más profundo. Y así traza un plan proyecto para la Iglesia. Como es bien sabido, el grano de mostaza es de lo más pequeño que hay entre las simientes. Sin embargo, de lo más pequeño nace, crece y se hace un arbusto en el que ponen su nido y se cobijan las aves del cielo.

Lo que Jesús quiere destacar, mediante esta parábola, tan breve y tan sencilla, es la fuerza y la vitalidad que tiene lo pequeño, lo que parece insignificante, todo aquello a lo que la mayoría de la gente no le concede importancia.  Sin embargo, está bien demostrado que el gigantismo está condenado al fracaso.

Hace millones de años, en la tierra había dinosaurios y hormigas. Los dinosaurios desaparecieron y de ellos solo quedan fósiles. Las hormigas siguen adelante.

 

2.  Abunda la gente que tiene pasión por la grandeza.  Dedican tiempo y dinero a actos solemnes de grandeza. Porque se imaginan que así el tema de Dios, el problema de la religión, la presencia de la Iglesia, todo eso está más presente en la sociedad y en la vida.

  ¡Qué gran engaño!  ¡Y qué gran mentira!

Por eso, hemos hecho catedrales grandes. Y organizamos grandes encuentros de carácter religioso. Todo eso es pura patraña. Y engaño de ingenuos, propio de chiquillos, de personas con una mentalidad infantil y que no pasa de una vanidad tan pueril como su mente. 

Jesús no organizó nada grandioso, llamativo o fastuoso. No quería ni que los demonios o los enfermos curados por él fueran proclamando, en plan propagandístico, las maravillas que él hacía. Jesús no organizó concentraciones.

A Jesús lo buscaba la gente. Y, por cierto, la gente más sencilla, los pobres, los lisiados, los pecadores, todo lo marginal y que suele ser despreciado en la sociedad. Pero Jesús no organizaba nada. Jesús seducía.

 

3.  Lo mismo la parábola del grano de mostaza, que la de la levadura, lo que destacan, en definitiva, es que Jesús quiere que el Evangelio se difunda cambiando lo interior de las personas.

No en la pomposidad de lo externo, lo solemne, lo que ocupa un espacio llamativo en la ciudad de los hombres.

La religiosidad de Jesús se identifica con la vida, sobre todo con la vida sencilla de los más sencillos, de los humildes, de los pobres y los niños. Porque eso es lo que cambia el corazón humano. Y lo que nos humaniza.  Lo demás es pomposidad y fatuidad engañosa.

 

San Alonso Rodríguez 

 


 

En la ciudad de Palma, en la isla de Mallorca, san Alfonso Rodríguez, que, al perder su esposa e hijos, entró como religioso en la Compañía de Jesús y estuvo como portero del colegio de aquella ciudad durante largos años, mostrando una gran humildad, obediencia y constancia en una vida penitente.

 

Vida de San Alonso Rodríguez

Estaba un día enfermo y le llevó el enfermero la comida a la cama con un mandato de parte del Padre Superior: «que se coma todo el plato». Cuando regresa el enfermero, le encuentra deshaciendo el plato y comiéndolo pulverizado. El santo se impuso a sí mismo una obediencia ciega; se exigió a sí mismo tanto que uno de los padres le dijo un buen día «que obedecía a lo asno».

Nació en Segovia en el año 1533, segundo de los once hijos del matrimonio formado por Diego Rodríguez y María Gómez que vivían del comercio de paños.

Su niñez y juventud estuvieron ligadas a la Compañía de Jesús. A los doce años fueron alojados en su casa Pedro Fabro y otro jesuita, cuyas enseñanzas atesoró. Estudió en el Colegio de los jesuitas de Alcalá de Henares.

A la muerte de su padre se encarga de sacar adelante el negocio familiar, pero su incompetencia es notable para el negocio de los paños.

Contrae matrimonio con María Juárez con quien tiene dos hijos. Pero la mala fortuna parece que le persigue: muere uno de sus hijos y su mujer y el negocio va de mal en peor; luego fallece su otro hijo y su madre. Alonso se ha quedado solo.

Se produce entonces una crisis fuerte que resuelve con confesión general y con el deseo de comenzar una nueva vida tomando un impresionante ritmo interior de trato con Dios y que mantiene por seis años. Cede a sus hermanos sus bienes y marcha a Valencia en 1569 con el propósito de ingresar en la Compañía; pero no contaba con insalvables obstáculos: su edad, la falta de estudios y escasa salud.

 

Trabaja entonces en comercio y de ayo.

Por fin es admitido en el Colegio Monte Sión en el año 1571; desde el año 1572 ocupa el cargo de portero hasta el 1610 que hacen casi cuarenta años

Es considerado en la Compañía como modelo para los hermanos legos por su ejercicio permanente para lograr auténtica familiaridad con Dios, por su obediencia absoluta y por su amor y deseo de tribulación.

Este humilde y santo portero fue durante su vida un foco radiante de espiritualidad de la que se beneficiaron tanto los superiores que le trataron como los novicios con los que tuvo contacto; un ejemplo representativo está en San Pedro Claver, el apóstol de los esclavos.

Con sus cartas ejerce un verdadero magisterio. Su lenguaje es sencillo y el popular de la época, pero logra páginas de singular belleza al tratar temas de mayor entusiasmo. La santidad que describe en sus escritos no es aprendida en los libros, es fruto de su experiencia espiritual.

Fue canonizado por el papa León XIII junto con San Pedro Claver.

 

(Fuente: archimadrid.es)

 

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