miércoles, 18 de octubre de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 DE OCTUBRE – VIERNES – 28 – SEMANA DE T.O. – A – SAN CORNELIO, CENTURION

 

 

 

 

20 DE OCTUBRE – VIERNES

– 28 – SEMANA DE T.O. – A –

SAN CORNELIO, CENTURION

 

       Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (4,1-8):

      Veamos el caso de Abrahán, nuestro progenitor según la carne. ¿Quedó Abrahán justificado por sus obras? Si es así, tiene de qué estar orgulloso; pero, de hecho, delante de Dios no tiene de qué.

       A ver, ¿qué dice la Escritura?: «Abrahán creyó a Dios, y esto le valió la justificación.»

      Pues bien, a uno que hace un trabajo el jornal no se le cuenta como un favor, sino como algo debido; en cambio, a éste que no hace ningún trabajo, pero tiene fe en que Dios hace justo al impío, esa fe se le cuenta en su haber.

         También David llama dichoso al hombre a quien Dios otorga la justificación, prescindiendo de sus obras:  «Dichoso el hombre que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le cuenta el pecado.»

Palabra de Dios

 

      Salmo:31,1-2.5.11    

    

      R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación

     Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. 
R/.

     Habla pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mí culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. 
R/.

      Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. 
R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,1-7):

En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:

«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse.

Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea.

A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo.

¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»

 

Palabra del Señor  

 

1.  Jesús les advierte a sus discípulos que es peligrosa "la levadura" de los fariseos.

La "levadura" es un término bíblico importante. El poquito de masa ya fermentada que, incorporada a la masa nueva, hace que fermente el pan era considerado como un elemento "impuro".  De forma que los panes sin levadura eran los únicos que se podían ofrecer a Dios en sacrificio (F. Bovon).

Pues bien, la "levadura" de los hombres más religiosos es la "hipocresía que es lo mismo que "teatralidad", o sea representar lo que se es (H. Giesen). muy frecuente entre los hombres de la religión en tiempos de Jesús.

 

2.  En esta vida estamos tantos hipócritas, o sea tantos fariseos, que será muy raro el que se escapa de esta forma de vivir.  Todos anteponemos nuestra imagen pública a la realidad de nuestra vida. Nadie quiere mostrase externamente como realmente es. Seguramente, cuanto más se baja más en la escala social y religiosa, menos sitio tiene la hipocresía. En el mendigo o la prostituta, la imagen pública no tiene más remedio que coincidir con la realidad.  Porque viven de la imagen pública. En los altos cargos, en las familias, en los buenos religiosos o religiosas, no hay más salida que esconder cosas que no puedan aparecer ante la opinión pública.

Todos estos viven una imagen que, menos en casos extraordinarios, no puede coincidir con la realidad de vidas que, a veces, dejan mucho que desear.

 

3.  Jesús insiste en que no tengamos que ocultar nada en la vida. Que se sepa todo. Nada de disimular sentimientos turbios que fomentamos y disfrazados celosamente.  

Jesús es tan machacón en este asunto porque, seguramente las instituciones y organizaciones religiosas son de tal naturaleza y funcionan de tal manera que no tienen más remedio que vivir ocultando, disfrazando y disimulando.  Lo cual, en buena medida, es comprensible. Porque se trata de seres humanos, con sus consiguientes limitaciones y miserias humanas, al mismo tiempo, tienen que aparecer ante la gente como profesionales con ejemplaridad. 

En grupos humanos así, la hipocresía es la gran tapadera oculta lo que quizá no imaginamos.   Por eso la religión es tan despreciada y hasta tan odiada.

 

SAN CORNELIO, CENTURION


Conmemoración de san Cornelio, centurión, que en la ciudad de Cesarea de Palestina fue bautizado por el apóstol san Pedro, como primicia de la Iglesia de los gentiles.

Había en Cesarea un hombre, llamado Cornelio, centurión de la cohorte Itálica, piadoso y temeroso de Dios. Como toda su familia, daba muchas limosnas al pueblo y continuamente oraba a Dios.

Vio claramente en visión, hacia la hora nona del día, que el Ángel de Dios entraba en su casa y le decía:

-«Cornelio»

Él le miró fijamente y lleno de espanto dijo:

-«¿Qué pasa, señor?»

Le respondió:

-«Tus oraciones y tus limosnas han subido como memorial ante la presencia de Dios. Ahora envía hombres a Joppe y haz venir a un tal Simón, a quien llaman Pedro. Este se hospeda en casa de un tal Simón, curtidor, que tiene la casa junto al mar.»

Apenas se fue el ángel que le hablaba, llamó a dos criados y a un soldado piadoso, de entre sus asistentes, les contó todo y los envió a Joppe.

Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, subió Pedro al terrado, sobre la hora sexta, para hacer oración. Sintió hambre y quiso comer. Mientras se lo preparaban le sobrevino un éxtasis, y vio los cielos abiertos y que bajaba hacia la tierra una cosa así como un gran lienzo, atado por las cuatro puntas. Dentro de él había toda suerte de cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo. Y una voz le dijo:

-«Levántate, Pedro, sacrifica y come.»

Pedro contestó:

-«De ninguna manera, Señor; jamás he comido nada profano e impuro.»

La voz le dijo por segunda vez:

-«Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.»

Esto se repitió tres veces, e inmediatamente la cosa aquella fue elevada hacia el cielo.

Estaba Pedro perplejo pensando qué podría significar la visión que había visto, cuando los hombres enviados por Cornelio, después de preguntar por la casa de Simón, se presentaron en la puerta; llamaron y preguntaron si se hospedaba allí Simón, llamado Pedro. Estando Pedro pensando en la visión, le dijo el Espíritu:

-«Ahí tienes unos hombres que te buscan. Baja, pues, al momento y vete con ellos sin vacilar, pues yo los he enviado.»

Pedro bajó donde ellos y les dijo:

-«Yo soy el que buscáis; ¿por qué motivo habéis venido?»

Ellos respondieron:

-«El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, reconocido como tal por el testimonio de toda la nación judía, ha recibido de un ángel santo el aviso de hacerte venir a su casa y de escuchar lo que tú digas.»

Entonces les invitó a entrar y les dio hospedaje. Al día siguiente se levantó y se fue con ellos; le acompañaron algunos hermanos de Joppe.

Al siguiente día entró en Cesarea. Cornelio los estaba esperando. Había reunido a sus parientes y a los amigos íntimos. Cuando Pedro entraba salió Cornelio a su encuentro y cayó postrado a sus pies. Pedro le levantó diciéndole:

-«Levántate, que también yo soy un hombre.»

Y conversando con él entró y encontró a muchos reunidos. Y les dijo:

-«Vosotros sabéis que no le está permitido a un judío juntarse con un extranjero ni entrar en su casa; pero a mí me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impuro a ningún hombre. Por eso al ser llamado he venido sin dudar. Os pregunto, pues, por qué motivo me habéis enviado a llamar.»

     Cornelio contestó:

   -«Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo haciendo la oración de nona en mi casa, y de pronto se presentó delante de mí un varón con vestidos resplandecientes, y me dijo: 'Cornelio, tu oración ha sido oída y se han recordado tus limosnas ante Dios; envía, pues, a Joppe y haz llamar a Simón, llamado Pedro, que se hospeda en casa de Simón el curtidor, junto al mar'. Al instante mandé enviados donde ti, y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros, en la presencia de Dios, estamos dispuestos para escuchar todo lo que te ha sido ordenado por el Señor.»

Entonces Pedro tomó la palabra y dijo:

-«Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación el que le teme y practica la justicia le es grato. Él ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la paz por medio de Jesucristo que es el Señor de todos. Vosotros sabéis lo sucedido en toda Judea, comenzando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo; cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él; y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; a quien llegaron a matar colgándole de un madero; a éste, Dios le resucitó al tercer día y le concedió la gracia de aparecerse, no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos. Y nos mandó que predicásemos al Pueblo, y que diésemos testimonio de que él está constituido por Dios juez de vivos y muertos. De éste todos los profetas dan testimonio de que todo el que cree en él alcanza, por su nombre, el perdón de los pecados.»

Estaba Pedro diciendo estas cosas cuando el Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban la Palabra. Y los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron atónitos al ver que el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, pues les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Entonces Pedro dijo:

-«¿Acaso puede alguno negar el agua del bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?»

Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron que se quedase algunos días.

 

 

 

 

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