sábado, 28 de octubre de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 30 DE OCTUBRE – LUNES – 30 – SEMANA DE T.O. – A – San Marcelo de León

 

 

 



30 DE OCTUBRE – LUNES

– 30 – SEMANA DE T.O. – A –

San Marcelo de León

 

       Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (8,12-17):

 

   Estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.

    Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).

    Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

 

Palabra de Dios

 

      Salmo: 67,2.4.6-7ab.20-21

 

      R/. Nuestro Dios es un Dios que salva

 

    Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos,

huyen de su presencia los que lo odian.

En cambio, los justos se alegran,

gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. R/.

 

    Padre de huérfanos, protector de viudas,

Dios vive en su santa morada.

Dios prepara casa a los desvalidos,

libera a los cautivos y los enriquece. R/.

 

   Bendito el Señor cada día,

Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.

Nuestro Dios es un Dios que salva,

el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 10-17

    Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había   una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo:

"Mujer, quedas libre de tu enfermedad". 

Le impuso las manos, y enseguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios.

Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente:

"Seis días tenéis para trabajar, venid esos días a que os curen, y no los sábados".

Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo:

"Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro, y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado?

Y a esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?"

A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

Palabra del Señor.

 

1.  Jesús cura a una mujer. La cura en sábado.  Y, además, lo hace sin que la mujer se lo pida.  Nada más verla, Jesús toma la iniciativa y libera a aquella mujer atada, encadenada, obligada a ir por la vida así, inclinada, sin poder levantar la cabeza, vista por todo el mundo como la mujer oprimida por Satanás. Y así, tantos años.

Era una situación humillante, indigna, que a Jesús le resultó insoportable. Por eso la curó inmediatamente, es decir, la desató de su condición humillada y humillante.

 

2.  El dirigente religioso (el jefe de la sinagoga) no soportó aquello. Para él, la religión era más importante que la liberación de aquella mujer. O sea, la obligación religiosa está por encima de la dignidad de la mujer.

Con tal que se observe el precepto, a la religión no le importa ver a la mujer con la cabeza agachada, hundida, humillada. Es más, al jefe religioso, no solo no le importa ver a la mujer así, sino que incluso no soporta que alguien la desate de la cadena que la tiene hundida hacia el suelo.

Al decir estas cosas, no se exagera nada.  Se trata simplemente de leer el relato con cierta detención y con un mínimo de profundidad. Enseguida se advierte todo esto.  Que es, ni más ni menos, lo que las grandes religiones siguen haciendo con la mujer. A veces, hasta imponer, justificar y mantener situaciones humillantes increíbles.

 

3.  La indignación del jefe de la sinagoga es comprensible, dada la legislación religiosa que él tenía que cumplir. Pero más comprensible aún es la respuesta que le da Jesús a aquel "hipócrita".

¿Por qué "hipócrita"? Porque, en definitiva, lo que aquel hombre defendía era una forma de comportamiento que trataba mejor a los burros que a las personas. Esto es fuerte. Pero esto exactamente es lo que dijo Jesús.

 

San Marcelo de León

 




 

En Tánger, de Mauritania, pasión de san Marcelo, centurión, que el día del cumpleaños del emperador, mientras los demás sacrificaban, se quitó las insignias de su función y las arrojó al pie de los estandartes, afirmando que por ser cristiano no podía seguir manteniendo el juramento militar, pues debía obedecer solamente a Cristo, e inmediatamente fue degollado, consumando así su martirio.

Marcelo fue un Centurión que, según parece, pertenecía a la Legio VII Gemina y el lugar de los hechos bien pudo ser la ciudad de León.

 

Su proceso tuvo lugar en dos pasos: primero en España, ante el presidente o gobernador Fortunato (28 de Julio del 298) y en Tánger el definitivo, ante Aurelio Agricolano (30 de Octubre del mismo año).

Fortunato envió a Agricolano el siguiente texto causa del juicio contra Marcelo: «Manilio Fortunato a Agricolano, su señor, salud. En el felicísimo día en que en todo el orbe celebramos solemnemente el cumpleaños de nuestros señores augustos césares, señor Aurelio Agricolano, Marcelo, centurión ordinario, como si se hubiese vuelto loco, se quitó espontáneamente el cinto militar y arrojó la espada y el bastón de centurión delante de las tropas de nuestros señores».

Ante Fortunato, Marcelo explica su actitud diciendo que era cristiano y no podía militar en más ejército que en el de Jesucristo, hijo de Dios omnipotente.

Fortunato, ante un hecho de tanta gravedad, creyó necesario notificarlo a los emperadores y césares y enviar a Marcelo para que lo juzgase su superior, el viceprefecto Agricolano. En Tánger, y ante Agricolano, se lee a Marcelo el acta de acusación, que él confirma y acepta, por lo que es condenado a la decapitación.

 

La leyenda -no necesariamente falsa- abunda en algunos detalles que, si bien no son necesarios para el esclarecimiento del hecho, sí lo explicita, o al menos lo sublima para estímulo de los cristianos. Así, se añade la puntualización de que se trataba de un acto oficial y solemne en que toda la tropa militar estaba dispuesta para ofrecer sacrificios a los dioses paganos e invocar su protección sobre el Emperador.

 

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