5 DE OCTUBRE
– JUEVES
– 26 –
SEMANA DE T.O. – A –
Témporas de petición
y acción de gracias
Lectura del libro del
Deuteronomio (8,7-18):
Habló Moisés
al pueblo, diciendo:
«Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca
en la tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el
monte y la llanura, tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados,
tierra de olivares y de miel, tierra en que no comerás tasado el pan, en que no
carecerás de nada, tierra que lleva hierro en sus rocas, y de cuyos montes
sacarás cobre, entonces comerás hasta hartarte, y bendecirás al Señor, tu Dios,
por la tierra buena que te ha dado.
Pero cuidado, no te olvides del Señor,
tu Dios, siendo infiel a los preceptos, mandatos y decretos que yo te mando
hoy. No sea que, cuando comas hasta hartarte, cuando te edifiques casas
hermosas y las habites, cuando críen tus reses y ovejas, aumenten tu plata y tu
oro, y abundes de todo, te vuelvas engreído y te olvides del Señor, tu Dios,
que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto
inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua,
que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto
con un maná que no conocían tus padres, para afligirte y probarte, y para
hacerte el bien al final.
Y no digas:
"Por mi fuerza y el poder de mi
brazo me he creado estas riquezas." Acuérdate del Señor, tu Dios: que es
él quien te da la fuerza para crearte estas riquezas, y así mantiene la promesa
que hizo a tus padres, como lo hace hoy.»
Palabra de Dios
Salmo: 1Cro 29,10.11abc.11d-12a.12bcd
R/. Tuyos son, Señor, la
grandeza y el poder
Bendito eres,
Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos. R/.
Tuyos son,
Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R/.
Tú eres rey y
soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria. R/.
Tú eres Señor
del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos. R/.
Lectura de la segunda carta del
apóstol san Pablo a los Corintios (5,17-21):
El que es de
Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo
esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos
encargó el ministerio de la reconciliación.
Es decir, Dios mismo estaba en Cristo
reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a
nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros
actuamos como enviados de Cristo, y es corno si Dios mismo os exhortara por
nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no había pecado Dios lo hizo
expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la
justificación de Dios.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio
según san Mateo (7,7-11):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y
encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca
encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo
pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente?
Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos,
¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!»
Palabra del Señor
1. “Todo tiene su tiempo”,
decía el Predicador. Su tiempo, la recolección; y su tiempo, la sementera.
Entre una y otra (aunque los agricultores están ya más o menos metidos en el
tiempo de la sementera), se nos invita poner una nota teologal a estos dos tiempos.
La memoria de San Francisco de Asís, celebrada ayer, nos ha podido preparar
para entonarla. Porque él percibió todas las cosas como un regalo espléndido de
Dios. Por eso cantaba en su himno de las criaturas:
“Y por la hermana tierra, que es toda
bendición, la hermana madre tierra, que da en toda
ocasión las hierbas y los frutos, y flores de
color, y nos sustenta y rige: ¡loado, mi
Señor!”
2. En este tipo de
civilización en que nos movemos está, por así decir, opacada esta verdad, o
están ofuscados nuestros ojos y no la percibimos. En la industria, en los
servicios, en la misma agricultura aparecemos nosotros como los protagonistas
que manipulan y explotan una materia, entre dócil y rebelde, que tienen ante
sí. Concentrados en lo concreto, o en lo sectorial, parece que hemos perdido
una visión más envolvente y global de las cosas. El pasaje del Deuteronomio
sugiere que, efectivamente, las riquezas que nos creamos son fruto de nuestra
inteligencia y nuestra fuerza. Pero nos lleva más allá: la tierra entera,
simbolizada en la tierra prometida en que Yahvéh introduce a Israel, es un don
de Dios a los hombres; y la fuerza que desplegamos en el dominio de las cosas
nos viene dada por Dios. Todo, por tanto, en el orden objetivo y en el orden
subjetivo tiene su fuente en Él.
3. Concentrados en el ras a
ras de lo inmediato, caemos fácilmente en el olvido de la realidad
omniposibilitante que es Dios. En este tiempo en que celebramos el día sin
tabaco, el día sin tráfico, el día de la paz, el día internacional de la mujer,
el día del trabajo (o la fiesta del trabajador), el día de los enfermos de
Sida, o del cáncer, y tantos más, la Iglesia, que parece haberse adelantado a
esta proliferación de días dedicados a uno u otro aspecto de la vida humana,
nos invita al día de la acción de gracias y de petición. En él nos mueve a
tomar una apropiada distancia de lo inmediato para reconocer ese fundamento que
todo lo posibilita: el Dios viviente, que debe ser loado por toda criatura, y
en especial loado por los frutos de la tierra y del trabajo del hombre.
Témporas de
petición
y acción de
gracias
5 de octubre, días de acción de gracias y de petición que la comunidad
cristiana ofrece a Dios
«Las Témporas
-dice el Misal- son días de acción de gracias y de petición que la comunidad
cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de las
cosechas, al reemprender la actividad habitual». La celebración ha sido fijada
en España para el día 5 de octubre, pues su localización en el calendario e
incluso su duración dependen de las Conferencias Episcopales de cada país, dada
la disparidad de las estaciones. Nos estamos quejando de la sequía, aquí, en
otros lugares de inundaciones, en otros de huracanes y catástrofes en
transportes aéreos, etc. Nos urge, pues la oración, la invocación a la
protección de los Santos con sus letanías, ¿por qué no acudimos a Dios para que
libre a la humanidad de tanta calamidad? El día de las Témporas es un día
propicio para esta oración colectiva.
Institución
Antiquísima
Las Témporas, y las Rogativas, son una
antiquísima institución litúrgica vinculada a las cuatro estaciones del año,
para reunir a la comunidad, instando al ayuno y a la oración, para dar gracias
a Dios por los frutos de la tierra y pedir su bendición sobre el trabajo de los
hombres. Nacieron en Roma y se difundieron con la liturgia romana. Al principio
se celebraban en otoño, invierno y verano, en los meses de septiembre,
diciembre y junio. Por los sermones de San León Magno se conoce el significado
de estas jornadas penitenciales.
Léxicamente la palabra témpora significa
tiempo de ayuno en cada una de las estaciones del año. Litúrgicamente en la
ordenación anterior a la reforma del Vaticano II se celebraban las témporas
correspondientes al inicio del invierno, de la primavera, del verano y del
invierno. Era el tiempo designado también, junto con las plegarias, rogativas y
ayuno, para conferir las Órdenes sagradas.
En la actual ordenación la iglesia celebra
una sola vez al año el día de la acción de gracias. Es un día al final del
verano en el que agradece los frutos de las cosechas, aunque no se puede
limitar este gesto elemental a un día determinado. En cada día y en cada
momento hay motivos para dar gracias a Dios por el don de la vida. Dar gracias
es un rasgo fundamentalmente cristiano y humano. La dialéctica humana funciona
en términos de "doy para que me des", pero la dialéctica divina se
cambia por estos otros: "Me has dado mucho y por eso te doy gracias".
Dar gracias cuesta muy poco, pero si sale del corazón es la más noble expresión
de un sentimiento humano.
Oración
de alabanza
Dar gracias también por la enfermedad, ya
que puede ocurrir que se necesite como medicina del espíritu y por eso hay que
dar gracias también por la enfermedad. La oración de alabanza es la más
excelsa, también la gratitud, debe salir del corazón. Eso agrada mucho a Dios,
como lo demuestra en la queja de Jesús en el caso de los leprosos. De los diez
leprosos, nueve de ellos quedaron curados, el décimo creyó y fue salvado. No es
lo mismo curar que salvar. La curación se produce en el exterior. La salvación
afecta a la totalidad de la persona. Uno de los diez leprosos se mostró
agradecido y en ese gesto encontró la fe y la salvación. Los nueve restantes
sólo encontraron la curación.
Nacieron
en Roma
Las Témporas nacieron en Roma y se
difundieron con la liturgia romana. Al principio tuvieron lugar en las
estaciones del otoño, invierno y verano, en los meses de septiembre, diciembre
y junio. Por algunos sermones de San León Magno se conoce el significado de
estas jornadas penitenciales, que comprendían la eucaristía, además del ayuno.
Pretender relacionarlas con cultos naturalistas precristianos es pura
imaginación, aunque es evidente su relación con la vida agraria, propia de
aquellos tiempos. Las Témporas son un acercamiento mutuo de la liturgia y la
vida humana, en el afán de encontrar en Dios la fuente de todo don y la
santificación de la tarea de los hombres. Hoy, considerada la extensión de la
Iglesia y su presencia en los pueblos más diversos, se imponía una revisión y
una adaptación de esta vieja celebración litúrgica, que ya no tiene por qué ser
agraria ni campesina únicamente, sino que puede ser muy bien urbana y cercana a
las preocupaciones del hombre del cemento. Lo importante es que se viva y se
celebre la obra de Dios en el hombre y con la ayuda del hombre; con un espíritu
de fe y de acción de gracias del creyente, que sabe que lo temporal tiene su
propia autonomía, pero sin romper con Dios y sin ir en contra de su voluntad
salvadora: «Todo es vuestro; pero vosotros sois de Cristo, y Cristo, de Dios»
(1 Cor 3,22).
Ciclo
vital
La piedad popular está atenta al desarrollo
del ciclo vital de la naturaleza: mientras se celebran las "témporas de
invierno", las semillas se encuentran enterradas, en espera de que la luz
y el calor del sol las haga germinar. Tiempo de súplica al Señor y de
meditación sobre el significado del trabajo humano, colaboración con la obra
creadora de Dios, realización de la persona, servicio al bien común,
actualización del plan de la Redención. Coronarás el año con tus bienes, Señor,
y serás la esperanza del confín de la tierra. Terminada la recolección de las
cosechas y el periodo anual de descanso la Iglesia celebra las Témporas. Se
convierte también en tiempo propicio para pedir ayuda al Señor para recomenzar
de nuevo en las actividades del trabajo normal y en construcción de la vida
interior de cada persona, su maduración en Cristo. Agradecer y pedir son dos
modos de relacionarnos con Dios. Tenemos muchas necesidades, a la vez que hemos
recibido mucho y lo debemos agradecer. Si no nos damos cuenta de lo que
recibimos, no nos sentimos obligados a agradecer con amor.
La
gratitud
Siempre podemos ofrecer nuestro
agradecimiento que, si es sincero, basta. El que no es agradecido es sumamente
pobre. Quien no da gracias a Dios es porque no está convencido de deberle nada.
Pero a Dios se le debe todo. Un rabino daba gracias a Dios "por
todo". - "¡Pero si no tienes nada!", le replicó otro que le oía.
A lo que respondió: "Yo necesitaba la pobreza y Dios me la ha dado".
El camino de amor pasa por la gratitud: Lo
recordaba al pueblo Moisés: “No te olvides del Señor. No sea que cuando comas
hasta hartarte, cuando te edifiques casas hermosas y las habites, cuando críes
tus reses y ovejas, aumentes tu plata y tu oro, y abundes de todo, te vuelvas
engreído y te olvides del Señor tu Dios, que te sacó de Egipto, de la
esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con
dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que te saco agua de una
roca de pedernal”. La vida de Jesús es una continua acción de gracias al Padre.
Cuando va a resucitar a Lázaro, habla con su Padre: “Padre, te doy gracias
porque me has escuchado”. Antes de le multiplicación de los panes, Jesús tomo
los panes y, dando gracias, dio a los que estaban recostados, e igualmente los
peces... En la institución de la Eucaristía, antes de pronunciar las palabras
sobre el pan y el vino, el Señor dio gracias. Por eso podemos decir, según Juan
Pablo II -que su oración, y toda su existencia terrena, se convirtió en
revelación de esta verdad fundamental enunciada por la Carta de Santiago: Todo
don bueno y toda dadiva perfecta viene de arriba, desciende del Padre de las
luces... (Sant 1, 17)-. La acción de gracias es como una restitución, porque
todo tiene en El su principio y su fuente. Demos gracias al Señor Nuestro Dios,
decimos con la Iglesia en el centro de la liturgia eucarística. Nada hay más
justo y necesario que dar gracias al Señor todos los días de nuestra vida, y el
mayor agradecimiento a Dios es amar nuestra condición de hijos suyos. San Pablo
dice a los paganos que, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a
Dios, ni le dieron gracias.
Motivos
para dar gracias
Este año hemos recibido plenitud de dones
del Señor: unos claros y visibles; otros, quizá más valiosos, han quedado
ocultos: peligros del alma y del cuerpo de los que hemos sido librados;
personas a las que hemos conocido y que tendrán una importancia decisiva en
nuestra salvación; gracias y ayudas; acontecimientos que quizás hemos
negativos, enfermedades, fracasos, veremos que han sido regalos de Dios.
Nuestra vida entera es un bien inmerecido. Por eso las acciones de gracias
deben ser continuas. En el Prefacio de la Misa, recordamos que es nuestro deber
y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo. ¡Dios
mío, gracias! Y el alma se llena de paz, porque entiende que de aquello que
parece poco grato o no deseable, Dios sacará mucho fruto. Este gracias es como
el leño que Dios mostró a Moisés, que arrojado en las aguas amargas, las trocó
en dulces (Ex 15, 25). Con la acción de gracias continua, la petición
reiterada, porque son muchas las ayudas que necesitamos, sin las cuales no
podremos seguir el camino del crecimiento.
Pedid
y Recibiréis
Aunque el Señor nos concede muchos dones sin
que se los pidamos, ha dispuesto concedernos otros si se los pedimos con la
fuerza de la oración. Es necesario que pidamos, es preciso orar siempre y no
desfallecer con la seguridad de que nuestras oraciones serán siempre atendidas.
Dios mismo es garante de que todo lo que pidamos se nos concederá. “Pedid y se
os dará, buscad y encontrareis, llamad y se os abrirá; porque quien pide
recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre”. Cuanto más pedimos,
más nos acercamos a Dios, más crece nuestra amistad con El. En la tierra,
cuando hay que pedir un favor a un poderoso se busca un lazo que nos una a él,
el momento oportuno, en que se encuentre de buen ánimo... Dios siempre está dispuesto
a escucharnos. “¿Acaso si alguno de vosotros, si un hijo le pide pan, le da una
piedra? ¿O si le pide un pez, le da una serpiente? Pues si vosotros, siendo
malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre
celestial dará cosas buenas a los que se las pidan?
autor:
jmarti@ciberia.es
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