domingo, 30 de junio de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 2 - DE JULIO – MARTES – 13ª – SEMANA DEL T.O. - B San Bernardino Realino

  


 2 - DE JULIO – MARTES –

13ª – SEMANA DEL T.O. - B

San Bernardino Realino

 

Lectura de la profecía de Amós (3,1-8;4,11-12):

 

Escuchas la palabra que el Señor ha pronunciado contra vosotros, hijos de Israel, contra toda tribu que saqué de Egipto:
   «Solo a vosotros he escogido
de entre todas las tribus de la tierra.

Por eso os pediré cuentas
de todas vuestras transgresiones».
    ¿Acaso dos caminan juntos
sin haberse puesto de acuerdo?
¿Acaso ruge el león en la foresta
si no tiene una presa?
    ¿Deja el cachorro oír su voz desde el cubil si no ha apresado nada?
     ¿Acaso cae el pájaro en la red,
a tierra, si no hay un lazo?
     ¿Salta la trampa del suelo
si no tiene una presa?
     ¿Se toca el cuerno en una ciudad sin que se estremezca la gente?
     ¿Sucede una desgracia en una ciudad sin que el Señor la haya causado?
     Ciertamente, nada hace el Señor Dios sin haber revelado su designio a sus servidores los profetas.
     Ha rugido el león, ¿quién no temerá?
     El Señor Dios ha hablado, ¿quién no profetizará?
     Os trastorné como Dios trastornó a Sodoma y Gomorra,
y quedasteis como tizón sacado del incendio.
     Pero no os convertisteis a mí —oráculo del Señor—.
     Por eso, así voy a tratarte, Israel.
     Sí, así voy a tratarte: prepárate al encuentro con tu Dios

 

Palabra de Dios

 

Salmo 5,5-8

 

R/. Señor, guíame con tu justicia

 

     Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R/.

 

Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. R/.

 

Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, me postraré ante tu templo santo con toda reverencia. R/.

 

     Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,23-27):

 

     En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto, se levantó un temporal tan fuerte que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.

     Se acercaron los discípulos y lo despertaron, gritándole:

     «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!»

     Él les dijo:

     «¡Cobardes! ¡Qué poca fe!»

     Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma.

     Ellos se preguntaban admirados:

     «¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!»

 

Palabra del Señor    

 

 1.  Este extraño relato del Evangelio es también un relato de "seguimiento" de Jesús. Y eso es tan importante que ahí está la clave para enterarse de lo que aquí se quiere enseñar.

     Todo empieza diciendo que "subió Jesús a la barca y sus discípulos lo siguieron". Lo que viene a continuación es sencillamente explicar las consecuencias que tiene (o puede tener) el seguimiento de Jesús. Tales consecuencias fueron, en este caso, meterse en una tempestad que llegó a representar un peligro de muerte.

      Seguir a Jesús, si es que estamos hablando en serio, es cosa seria. Y puede llegar a ser asunto de vida o muerte.      

 

     2.  Por tanto, parece una empresa estéril dedicarse a hacer conjeturas sobre si aquí se relata un hecho histórico, sobre la naturaleza meteorológica de las tempestades en el pequeño mar de Galilea, sobre lo inverosímil del sueño de Jesús cuando el mar bramaba amenazante, etc.

     Lo que aquí importa no es fijar la historia, sino aprender la enseñanza religiosa que dan los evangelios. Y esa enseñanza se condensa en esto: "seguir a Jesús es una confrontación tempestuosa con poderes cósmicos, políticos, sociales, económicos y religiosos" (W. Carter, R Feiler).

     Seguir a Jesús, por lo tanto, es tener la libertad y la audacia de enfrentarse a poderes que vemos que nos superan, que nos atemorizan, a los que no vemos solución. Pero, si hay seguimiento, hay enfrentamiento. Porque el seguimiento es fuente de libertad. Un seguidor de Jesús no se calla ante las injusticias sociales, ante los atropellos políticos, ante la corrupción de los gestores del capital.                  

 

     3.  Pero el "seguimiento" es también "seguridad". El que está junto a Jesús ha de saber y tener muy claro que sale adelante, aunque la impresión sea que fracasa, que se hunde, que los poderosos se le imponen y lo aplastan.

     Se puede triunfar, a los ojos del sistema, pero en realidad fracasar.        

     Porque cuando lo que se consigue es perpetuar el statu quo, la situación establecida,

      - ¿se puede cometer mayor canallada?

      - ¿No hay que actuar de forma que se haga estallar tanta canallada de desigualdades y atropellos contra los más indefensos, por más que se les dé un plato de comida o ropa usada en Caritas?

 

San Bernardino Realino

  


 

San Bernardino Realino nació en Carpi, ducado de Módena, el 1 de diciembre de 1530 - Italia. Su familia pertenecía a la nobleza provinciana. Su padre, don Francisco Realino, un hombre importante, fue caballerizo mayor de varias cortes italianas. Por este motivo estaba casi siempre ausente de su casa. La educación del pequeño Bernardino estuvo confiada a su madre, Isabel Bellantini.

Fue bautizado en la fiesta de la Inmaculada Concepción. Se le ponene los nombres de Bernardino Luis. Bernardino en honor a San Bernardino de Siena, quien una vez fue huésped de la familia de su madre.

     Dicen que Bernardino era un niño siempre afable y risueño con todos. A su buena madre le profesó durante toda su vida un cariño y una veneración extraordinarios. Durante sus estudios un compañero le preguntó: "Si te dieran a escoger entre verte privado de tu padre o de tu madre. ¿qué preferirlas?" 

     Bernardino contestó como un rayo: "De mi madre jamás." Dios, sin embargo, le pidió pronto el sacrificio más grande.

      Su madre se fue al cielo cuando él todavía era muy joven, el 24 de Noviembre. Su recuerdo le arrancaba con frecuencia lágrimas de los ojos. Ella se lo había merecido por sus constantes desvelos y principalmente por haberle inculcado una tierna devoción a la Virgen María.

     En Carpi comenzó el niño Bernardino sus estudios de literatura clásica bajo la dirección de maestros competentes. "En el aprovechamiento ¿escribe el mismo Santo?, si no aventajó a sus discípulos, tampoco se dejó superar por ninguno de ellos." De Carpi pasó a Módena y luego a Bolonia, una de las más célebres universidades de su tiempo, donde cursó la filosofía.

     En Bolonia termina sus estudios de filosofía y se prepara para la carrera de Medicina. Fue un estudiante jovial y amigo de sus amigos. Más tarde se lamentará de "haber perdido muchísimo tiempo con algunos de sus compañeros, con los cuales trataba demasiado familiarmente".

    Fue, pues, muchacho normal. Hizo poesías. Llevó un diario íntimo como todos, y se enamoró como cualquier bachiller del siglo XX de una joven culta y piadosa. Le parece la mujer ideal para formar su propio hogar. Cuenta de ella:

     "Habiéndome introducido por senda tan resbaladiza” escribe el Santo refiriéndose a aquellos días, vino el ángel del Señor a amonestarme de mis errores, y, retrayéndome de las puertas del infierno, me colocó otra vez en la ruta del cielo."

      ¿Quién fue este "ángel del cielo"?

     Un día vio en una iglesia a una joven y quedó prendado de ella. La amó con un amor maravilloso, "hasta tal punto ¿son sus palabras? de cifrar toda mi dicha en cumplir sus menores deseos. No obedecerla me parecía un delito, porque cuanto yo tenía y cuanto era reconocía debérselo a ella". Esta joven se llamaba Clorinda. Bellísima, había dominado por sí misma, sin ayuda de nadie, el vasto campo de la literatura y la filosofía. Era profundamente piadosa. Frecuentaba la misa y la comunión. Precisamente la vista de su angelical postura en la iglesia fue lo que prendió en el corazón de Bernardino, como lo demuestran las cartas y poesías que se cruzaron entre los dos y que todavía se conservan.

     Bernardino tenía proyectado graduarse en Medicina. Pero a Clorinda no le gustaba, y él se sometió dócilmente a los deseos de ella. Había que cambiar de carrera y comenzar la de Derecho.

     Por fin, el 3 de junio de 1546, a los veinticinco años, se doctoró en ambos Derechos, canónico y civil.

     A los seis meses de terminar la carrera fue nombrado podestá, o sea alcalde, de Felizzano. Del gobierno de esta pequeña ciudad pasó al cargo de abogado fiscal de Alessandría, en el Piamonte. Después se le nombró alcalde de Cassine, De Cassine pasó a Castel Leone de pretor a las órdenes del marqués de Pescara.

     En todos estos cargos se mostró siempre recto y sumamente hábil en los negocios.

     El marqués de Pescara quedó tan satisfecho de las actuaciones de Realino que, cuando tomó el cargo de gobernador de Nápoles en nombre de España, se lo llevó consigo como oidor y lugarteniente general.

 

    En Nápoles le esperaba a Bernardino la Providencia de Dios.

    En los meses finales de 1561 fallece Clorinda. Recibe la noticia por una carta de sus amigos de Bolonia. Se abrió en el alma de Bernardino una herida profunda que difícilmente podría curarse.

     El recuerdo de aquella joven querida le alentaba ahora desde el cielo, presentándosele de tiempo en tiempo radiante de luz y de gloria y exhortándole a seguir adelante en sus santos propósitos. En carta a su hermano Juan Bautista dice: "No encuentro otro consuelo sino en Dios. Me entrego a su divina voluntad. Él procura el bien de sus creaturas, aunque nosotros nos inclinemos a otros bienes. Ruego al Señor y a su Madre me protejan y me muestren el mejor camino para enderezar mi vida".

     Un día paseaba por las calles de Nápoles cuando tropezó con dos jóvenes religiosos cuya modestia y santa alegría le impresionó vivamente. Les siguió un buen trecho y preguntó quiénes eran. Le dijeron que "jesuitas", de una Orden nueva recientemente aprobada por la Iglesia.

     Era la primera noticia que tenía Bernardino de la Compañía de Jesús. El domingo siguiente fue oír misa a la iglesia de los padres.

     Entró en el momento en que subía al púlpito el padre Juan Bautista Carminata, uno de los oradores mejores de aquel tiempo. El sermón cayó en tierra abonada. Bernardino volvió a casa, se encerró en su habitación y no quiso recibir a nadie durante varios días. Hizo los ejercicios espirituales, y a los pocos días la resolución estaba tomada. Dejaría su carrera y se abrazaría con la cruz de Cristo.

     Su madre había muerto, Clorinda había muerto. Su anciano padre no tardaría mucho en volar al cielo. No quería servir a los que estaban sujetos a la muerte. Pero ¿cuándo pondría por obra su propósito? ¿Dónde? ¿No sería mejor esperar un poco?

     Un día del mes de septiembre de 1564, mientras Bernardino rezaba el rosario pidiendo a María luz en aquella perplejidad, se vio rodeado de un vivísimo resplandor que se rasgó de pronto dejando ver a la Reina del Cielo con el Niño Jesús en los brazos. María, dirigiendo a Bernardino una mirada de celestial ternura, le mandó entrar cuanto antes en la Compañía de Jesús:  "Bernardino, es mi voluntad que entres en la Compañía de mi Hijo Jesús".

     Contaba Bernardino, al entrar en el Noviciado, treinta y cuatro años. Era lo que hoy decimos una vocación tardía. Por eso una de sus mayores dificultades fue encontrarse de la noche a la mañana rodeado de muchachos, risueños sí y bondadosos, pero que estaban muy lejos de poseer su cultura y su experiencia de la vida y los negocios. Con ellos tenía que convivir, y el exlugarteniente del virrey de Nápoles tenía que participar en sus conversaciones y en sus juegos, y vivir como ellos pendiente de la campanilla del Noviciado, siempre importuna y molesta a la naturaleza humana. Pero a todo hizo frente Bernardino con audacia y a los tres años de su ingreso en la Compañía se ordenó de sacerdote el 24 de Mayo de 1567, por el Arzobispo de Nápoles Mario Caraffa. Su primera misa la dice en la fiesta del Corpus Christi. Todavía continuó estudiando la teología y al mismo tiempo desempeñó el delicado cargo de maestro de novicios.

     En una carta dirigida a su padre dice: "Esta es gran misericordia de Dios. Él me ha elevado al honor de ofrecer al Padre eterno el cuerpo y la sangre de su divino Hijo. Esto es lo mas grande que el hombre puede hacer en la tierra. Yo me asusto, porque conozco mi indignidad. Soy, pues, sacerdote. Ud. jamás lo habría pensado. No entré a la Compañía con ese pensamiento. Pero el hombre propone y Dios dispone. Quiera la divina Majestad que yo sea un buen ministro para ayudar a las almas. Le ruego calurosamente, vaya Ud. a una iglesia y ante el Santísimo Sacramento dé gracias por el gran beneficio dado a su hijo. Ni Ud. ni yo merecemos tan grande favor".

    En Nápoles permaneció tres años ocupado en los ministerios sacerdotales como director de la Congregación, recogiendo a los pillos del puerto, visitando las cárceles y adoctrinando a los esclavos turcos de las galeras españolas. Pero en los planes de Dios era otra la ciudad donde iba a desarrollar su apostolado sacerdotal.

     En 1574, el P. Alfonso de Salmerón destina al Santo a Lecce. Desde hacía tiempo la ciudad deseaba un colegio de Jesuitas, y los superiores decidieron enviar al padre Realino con otro padre y un hermano para dar comienzo a la fundación y una satisfacción a los buenos habitantes de la ciudad, que oportuna e inoportunamente no desperdiciaban ocasión de pedir y suspirar por el colegio de la Compañía.

     Los tres jesuitas, con sus ropas negras y sus miradas recogidas, entraron en la ciudad el 13 de diciembre de 1574. Por lo visto la buena fama del padre Bernardino Realino le había precedido, porque el recibimiento que le hicieron más parecía un triunfo que otra cosa. Un buen grupo de eclesiásticos y de caballeros salió a recibirles a gran distancia de la ciudad. Se organizó una lucidísima comitiva, que recorrió con los tres jesuitas las principales calles de Lecce hasta conducirlos a su domicilio provisional.

    "Este domingo llegamos a esta noble ciudad de Lecce, sanos y salvos a pesar del largo y el incómodo viaje. Fuimos recibidos con aplauso de todos. Esto confunde. No escribo detalles, porque me da vergüenza. Basta que Ud. sepa que el amor por la Compañía es grande. La hermosura del país y la calidad de la gente son espléndidas. No me imaginaba todo esto. Aquí parece que estamos siempre en primavera. Espero confiado que Ud. lo constate con sus propios ojos. Me propongo establecer pronto el Colegio y nuestra Casa. La juventud es numerosa y est muy bien dispuesta".

    El padre Realino era el superior de la nueva casa profesa. En cuanto llegó puso manos a la obra de la construcción de la iglesia de Jesús y a los dos años la tenía terminada. Otros seis años, y se inauguraba el colegio, del cual era nombrado primer rector el mismo Santo.

     Desde el primer día de su estancia en Lecce el padre Realino comenzó sus ministerios sacerdotales con toda clase de personas, como lo había hecho en Nápoles. Confesó materialmente a toda la ciudad, dirigió la Congregación Mariana, socorrió a los pobres y enfermos. Para éstos guardaba una tinaja de excelente vino que la fama decía que nunca se agotaba. Después de los pobres de bienes materiales, comenzaron a desfilar por su confesonario los prelados y caballeros, tratando con él los asuntos de conciencia. "Lo que fue San Felipe Neri en la Ciudad Eterna ? dice León XIII en el breve de beatificación de 1895? esto mismo fue para Lecce el Beato Bernardino Realino. Desde la más alta nobleza hasta los últimos harapientos, encarcelados y esclavos turcos, no había quien no le conociese como universal apóstol y bienhechor de la ciudad." El Papa, el emperador Rodolfo II y el rey de Francia Enrique IV le escribieron cartas encomendándose en sus oraciones. Tal era la fama de el "Santo de Lecce".

     Los superiores de la Compañía pensaron en varias ocasiones que el celo del padre Realino podría tal vez dar mejores frutos en otras partes y decidieron trasladarle del colegio y ciudad de Lecce. Tales noticias ocasionaron verdaderos tumultos populares. En repetidas ocasiones los magistrados de la ciudad declararon que cerrarían las puertas e impedirían por la fuerza la salida del padre Bernardino. Pero no fue necesario, porque también el cielo entraba en la conjura a favor de los habitantes de Lecce. Apenas se daba al padre la orden de partir, empeoraba el tiempo de tal forma que hacía temerario cualquier viaje. Otras veces, una altísima fiebre misteriosa se apoderaba de él y le postraba en cama hasta tanto se revocaba la orden. De aquí el dicho de los médicos de Lecce: "Para el padre Realino, orden de salir es orden de enfermar."

     Pasaron muchos años y la santidad de Bernardino se acrisoló. Recibió grandes favores del cielo. Una noche de Navidad estaba en el confesonario y una penitente notó que el padre temblaba de pies a cabeza a causa del intenso frío. Terminada la confesión la buena señora fue al que entonces era padre rector a rogarle que mandara retirarse al padre Bernardino a su habitación y calentarse un poco. Obedeció el Santo la orden del padre rector. Fue a su cuarto y mientras un hermano le traía fuego se puso a meditar sobre el misterio de la Navidad. De repente una luz vivísima llenó de resplandor su habitación y la figura dulcísima de la Virgen María se dibujó ante él. Como la otra vez, llevaba al Niño Jesús en sus brazos. "¿Por qué tiemblas, Bernardino?", le preguntó la Señora. "Estoy tiritando de frío", le respondió el buen anciano. Entonces la buena Madre, con una ternura indescriptible, alarga sus brazos y le entrega el Niño Jesús. Sin duda fueron unos momentos de cielo los que pasó San Bernardino Realino. Lo cierto es que, al entrar poco después el hermano con el brasero, le oyó repetir como fuera de sí: "Un ratito más, Señora; un ratito más." En todo aquel invierno no volvió a sentir frío el padre Bernardino.

     Una otra vez el Hermano enfermero lo encuentra en la mañana con el rostro encendido y llorando. "¿Por qué llora, Padre?", le dice con cariño. Bernardino contesta: "¡Ah, si Ud. supiera lo que he visto!. Y ¿qué es lo que ha visto?, dice el Hermano. Realino no puede callarse: "He visto a la Santísima Virgen resplandeciente como un sol y vestida de púrpura y azul. He estrechado también en mis brazos al Niño Jesús". Después asustado, ruega al Hermano que no lo diga a nadie. Pero es inútil, porque éste lo cuenta a todos.

     Llegó el año 1616. La vida del padre Realino se extinguía. "Me voy al cielo", dijo, y con la jaculatoria "Oh Virgen mía Santísima" lo cumplió el día 2 de julio. Tenía ochenta y dos años, de los cuales la mitad, cuarenta y dos, los había pasado en Lecce, dándonos ejemplo de sencillez y de constancia en un trabajo casi siempre igual.

     Fue canonizado por el Papa Pío XII el 22 de junio de 1947 y declarado Patrono de la ciudad de Lecce.

 

 

 

 

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 DE JULIO – LUNES – 13ª – SEMANA DEL T.O. - B - Santa Esther

 


 

1 DE JULIO – LUNES –

13ª – SEMANA DEL T.O. - B

1-                Santa Esther

 

Lectura de la profecía de Amós (2,6-10.13-16):

Así dice el Señor:

«A Israel, por tres delitos y por el cuarto, no le perdonaré: porque venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias; revuelcan en el polvo al desvalido y tuercen el proceso del indigente. Padre e hijo van juntos a una mujer, profanando mi santo nombre; se acuestan sobre ropas dejadas en fianza, junto a cualquier altar, beben vino de multas en el templo de su Dios.

Yo destruí a los amorreos al llegar ellos; eran altos como cedros, fuertes como encinas; destruí arriba el fruto, abajo la raíz. Yo os saqué de Egipto, os conduje por el desierto cuarenta años, para que conquistarais el país amorreo. Pues mirad, yo os aplastaré en el suelo, como un carro cargado de gavillas; el más veloz no logrará huir, el más fuerte no sacará fuerzas, el soldado no salvará la vida; el arquero no resistirá, el más ágil no se salvará, el jinete no salvará la vida; el más valiente entre los soldados huirá desnudo aquel día.»

Oráculo del Señor.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 49

    R/. Atención, los que olvidáis a Dios

     
«¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?» R/.

     «Cuando ves un ladrón, corres con él; te mezclas con los adúlteros; sueltas tu lengua para el mal, tu boca urde el engaño.» R/.

     «Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre; esto haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.»
 R/.

 «Atención, los que olvidáis a Dios, no sea que os destroce sin remedio. El que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.» R/.

 

     Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,18-22):

     En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo:

     «Maestro, te seguiré adonde vayas.»
    Jesús le respondió:

     «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»

    Otro, que era discípulo, le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.»

Jesús le replicó:

«Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»

 

Palabra del Señor

 

     1.  El evangelio de este lunes es el paralelo de Mateo en relación con el texto de Lucas, aunque el relato de Mateo es más breve.  Pero recoge lo esencial.  En cualquier caso, lo más importante, cuando se habla de este tema, es darse cuenta de que el seguimiento de Jesús es el centro del Evangelio, por lo que se refiere a lo que el Evangelio debe representar en nuestra vida.

     Por tanto, el centro no es la "fe en Jesús". Baste pensar que, en los evangelios sinópticos, de la fe se habla 36 veces, mientras que el seguimiento se menciona 56 veces.

     La fe, que elogia Jesús, es la fe del centurión romano (Mt 8, 10 par), de la mujer siro-fenicia (Mt 15, 28 par) y del leproso samaritano (Lc 17, 19).

     A los apóstoles, les exigió un seguimiento total, mientras que cuando Jesús les habla de la fe, es para reprocharles su falta o escasez de fe.

 

     2.  La respuesta, que Jesús le da al letrado, al exigirle que debe renunciar a tener lo que tienen las fieras en el campo o los pájaros en los árboles, un pequeño hueco "donde reclinar la cabeza", seguramente no significa renunciar a tener un cobijo en el sentido más literal de la palabra. No olvidemos que Jesús mismo tenía una casa en Cafarnaúm (Mt 9, 10. 28; 13, 1. 36; 17, 25).

     Lo que Jesús quiso fue poner de relieve la desinstalación, el destino itinerante, como característica de su ministerio (W. Carter).

     Incluso hay quien piensa que este tener que ir de un lado para otro era la consecuencia de un hombre que se veía rechazado, amenazado y que tenía que hacer constantes retiradas (Mt 2, 13-14; 12, 14-15; 14, 12-13; 15, 12-14. 21; 16, 1-5) (J. D. Kingsbury).

     Por eso, entre otras cosas, resulta tan difícil ver representado el Evangelio en las mansiones clericales (y no digamos episcopales) que la gente ve en tantas ciudades.

 

     3.  La renuncia a enterrar al propio padre se comprende cuando se tiene en cuenta que el deber de dar sepultura a los difuntos era tan importante que se consideraba "como la cima de todas las buenas obras" (Martin Hengel).

     Por tanto, lo que aquel discípulo le estaba pidiendo a Jesús era seguirle, pero después de cumplir con la propia religión, ya que no enterrar al propio padre atraía una maldición y era una vergüenza (Deu 28, 26; 2 Mac 5, 10; 9, 15; Salm Sa1.4, 19-20; F. Josefo...) (W. Carter).

    Y eso es lo que Jesús no tolera. En definitiva, se trata de comprender que el Evangelio es lo más serio, lo más grave, lo más exigente, que se puede asumir como proyecto de vida.

     Por otra parte, y como es lógico, todo esto deja de tener sentido y se reduce a mera charlatanería eclesiástica, cuando en el centro de la vida no se pone el seguimiento de Jesús, sino la observancia religiosa. Teniendo siempre en cuenta que seguir a Jesús es vivir con Jesús y como Jesús, en la medida en que eso es posible.

 

Santa Esther

 



Personaje bíblico: reina de Persia e intercesora del pueblo Judío, al que salvó del exterminio. Prefiguración de la Virgen María como auxilio del Pueblo de Dios.

 

 

Vida de Santa Ester o Esther

 

El libro de Ester contiene una de las más emocionantes escenas de la Historia Sagrada. Habiendo el rey Asuero (Jerjes) repudiado a la reina Vasti, la judía Ester vino a ser su esposa y reina de Persia. Ella, confiada en Dios y sobreponiéndose a su debilidad, intercedió por su pueblo cuando el primer ministro Amán concibió el proyecto de exterminar a todos los judíos, comenzando por Mardoqueo, padre adoptivo de Ester. En un banquete, Ester descubrió al rey su nacionalidad hebrea y pidió protección para sí y para los suyos contra su perseguidor Amán. El rey concedió lo pedido: Amán fue colgado en el mismo patíbulo que había preparado para Mardoqueo, y el pueblo judío fue autorizado a vengarse de sus enemigos el mismo día en que según el edicto de Amán, debía ser aniquilado en el reino de los persas. En memoria de este feliz acontecimiento los judíos instituyeron la fiesta de Purim (Fiesta de las Suertes).

El texto masorético que hoy tenemos en la Biblia hebrea, sólo contiene 10 capítulos, y es más corto que el originario, debido a que la Sinagoga omitió ciertos pasajes religiosos, cuando la fiesta de Purim, en que se leía este libro al pueblo, tomó carácter mundano. San Jerónimo añadió los últimos capítulos (10, 4-16, 24), que contienen los trozos que se encuentran en la versión griega de Teodoción, pero faltan en la forma actual del texto hebreo.

El carácter histórico del libro siempre ha sido reconocido, tanto por la tradición judaica, como por la cristiana. Un hecho manifiesto nos muestra la historicidad del libro, y es la existencia de la mencionada fiesta de Purim, que los judíos celebran aún en nuestros días. Sin embargo, han surgido no pocos exégetas, sobre todo acatólicos, que relegan el libro de Ester a la categoría de los libros didácticos o le atribuyen solamente un carácter histórico en sentido lato. Es éste un punto que debe estudiarse a la luz de las normas trazadas en la Encíclica "Divino Afflante Spiritu". Hasta aclararse la cuestión damos preferencia a la opinión tradicional.

En cuanto al tiempo de la composición se deciden algunos por la época de Jerjes I (485-465 a. C.), otros por el tiempo de los Macabeos.

La canonicidad del libro de Ester está bien asegurada. El Concilio de Trento ha definido también la canonicidad de la segunda parte del libro de Ester (cap. 10, vers. 4 al cap. 16, vers. 24), mientras los judíos y protestantes conservan solamente la primera parte en su canon de libros sagrados.

Los santos Padres ven en Ester, que intercedió por su pueblo, una figura de la Santísima Virgen María, auxilium christianorum. Lo que Ester fue para su pueblo por disposición de Dios, lo es María para el pueblo cristiano.