jueves, 27 de junio de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 - DE JUNIO – SÁBADO – 12ª – SEMANA DEL T.O. - B Solemnidad SAN PEDRO Y SAN PABLO

 


 

 29 - DE JUNIO – SÁBADO –

12ª – SEMANA DEL T.O. - B

Solemnidad 

SAN PEDRO Y SAN PABLO

 

     Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,1-11):

En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.

La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.»

Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió:

«Ponte el cinturón y las sandalias.»

Obedeció y el ángel le dijo:

 «Échate el manto y sígueme.»

Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel.

Pedro recapacitó y dijo:

«Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo:33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. El Señor me libró de todas mis ansias

 

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

 

Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.

Yo consulté al Señor, y me respondió, me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.

Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege.

Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R/.

 

      Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.17-18):

Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén

 

Palabra de Dios

 

      Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):

 

En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:

 «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»

Ellos contestaron:

«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»

Él les preguntó:

«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»

Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»

Jesús le respondió:

 «Dichoso tú, Simón, ¡hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.

Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»

 

Palabra del Señor

 

1.  Casi todos los estudiosos del evangelio de Mateo están hoy de acuerdo en que la respuesta de Jesús a Pedro no fue pronunciada por Jesús, sino que se introdujo más tarde. Jesús nunca habló de la ekklesía, la Iglesia. Este término pertenece al vocabulario propio de la democracia de Atenas (A.  Hilhorst).

Un léxico que un modesto galileo, como era el caso de Jesús, no podía conocer.

En Mt 18, 17, la ekklesía se refiere a la "comunidad". Pero esa palabra fue introducida en las primeras comunidades cristianas por el apóstol Pablo (1 Tes 1, 1; 2 Tes 1, 4; 1 Cor 1, 2; Gal 1, 2...), que fue educado en Tarso, ciudad de cultura griega.

Jesús, por otra parte, no fundó la Iglesia (Ulrich Luz). Lo más que se puede decir es que, al anunciar el Reino de Dios, "puso el comienzo" (Conc. Vat. II: LG 5) de lo que después de Pentecostés empezó a ser la Iglesia.

 

2.  Pedro tuvo el puesto más destacado entre los apóstoles y en la comunidad primitiva de Jerusalén.  Con el paso del tiempo, el obispo de Roma alcanzó un puesto preeminente en la Iglesia universal. Es lógico que, en una institución de ámbito universal, exista una instancia suprema que pueda tomar decisiones y resolver problemas que a nivel local tienen difícil solución.

En este sentido, el Papa es fuente de cohesión y unidad en la Iglesia.

 

3.  Sobre todo, a partir de Gregorio VII (s. XI), el papado ha asumido y concentrado en la Curia Vaticana un poder tan pleno y universal, y ha alcanzado tal protagonismo en la vida y organización de la Iglesia, que con seguridad se puede afirmar que ni ese poder viene de Jesús, ni es lo mejor para la Iglesia, entre otras razones porque, mientras el papado siga acumulando los poderes que ahora tiene, la unidad de los cristianos será imposible.  

San Juan Pablo II pidió, repetidas veces, a los obispos y teólogos de todo el mundo, que colaborasen en la búsqueda de formas de ejercer el "ministerio de Pedro" que sean más coherentes con lo que Dios quiere para su Iglesia y también para hacer viable el diálogo entre cristianos y con otras religiones.

  

SAN PEDRO Y SAN PABLO

 


San Pedro y San Pablo de Peter Paul Rubens / Museo del Prado

Simón, hijo de Juan, pescador de Galilea, fue uno de los primeros llamados por el Señor y puesto al frente de los Doce para servir y confirmar en la fe a sus hermanos. Tras confesar a Jesús como Mesías, el Maestro le dio un nuevo nombre, Pedro, expresión de su función de piedra visible y fundamento de la unidad de la Iglesia.

Desarrolló su actividad apostólica en Jerusalén, Antioquía de Siria y Roma, como primer obispo de esa ciudad. Allí, durante la persecución de Nerón, fue crucificado en el año 64. Fue sepultado en la colina Vaticana.

Pablo, natural de Tarso, observante celoso de la ley mosaica, fue perseguidor de los cristianos y, de camino a Damasco, Jesús le salió al encuentro. Convertido a Cristo fue apóstol y viajero infatigable por Asia Menor y Europa oriental, donde fundó numerosas comunidades cristianas.

Sus cartas a diversas Iglesias son alimento para la Iglesia de todos los tiempos. Fue decapitado a las afueras de Roma en el año 67.

Hoy 29 de junio la Iglesia celebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, sin embargo, hay algunas dudas sobre las verdaderas razones de por qué la fiesta de ambos apóstoles se celebra el mismo día.

Aquí 7 claves que permiten acercarse a la respuesta: 

1. San Agustín de Hipona expresó que eran “uno solo”

En un sermón del año 395, el Doctor de la Iglesia, San Agustín de Hipona, expresó que San Pedro y San Pablo “eran en realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos; primero lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina”.

2. Ambos padecieron en Roma

Fueron detenidos en la prisión Mamertina, también llamada el Tullianum, ubicada en el foro romano en la Antigua Roma. Además, fueron martirizados en esa misma ciudad, posiblemente por orden del emperador Nerón.

San Pedro pasó sus últimos años en Roma liderando a la Iglesia durante la persecución y hasta su martirio en el año 64. Fue crucificado cabeza abajo a petición propia, por no considerarse digno de morir como su Señor. Fue enterrado en la colina del Vaticano y la Basílica de San Pedro está construida sobre su tumba.

San Pablo fue encarcelado y llevado a Roma, donde fue decapitado en el año 67. Está enterrado en Roma, en la Basílica de San Pablo de Extramuros.

 

3. Son fundadores de la Iglesia de Roma

En la homilía del 2012 por la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el Papa Benedicto aseguró que en Roma “su vinculación como hermanos en la fe ha adquirido un significado particular. En efecto, la comunidad cristiana de esta ciudad los consideró una especie de contrapunto de los míticos Rómulo y Remo, la pareja de hermanos a los que se hace remontar la fundación de Roma”.

4. Son patronos de Roma y representantes del Evangelio

En la misma homilía, el Santo Padre llamó a estos dos apóstoles “patronos principales de la Iglesia de Roma”.

“La tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a San Pedro y a San Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo”, detalló.

5. Son la versión contraria de Caín y Abel

El Santo Padre también presentó un paralelismo opuesto con la hermandad presentada en el Antiguo Testamento entre Caín y Abel.

“Mientras que la primera pareja bíblica de hermanos nos muestra el efecto del pecado, por el cual Caín mata a Abel, Pedro y Pablo, aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos”, relató el Santo Padre Benedicto XVI.

6. Porque Pedro es la “roca”

Esta celebración recuerda que San Pedro fue elegido por Cristo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, quien con humildad aceptó la misión de ser “la roca” de la Iglesia y apacentar el rebaño de Dios a pesar de sus debilidades humanas.

Los Hechos de los Apóstoles ilustran su papel como cabeza de la Iglesia después de la Resurrección y Ascensión de Cristo. Pedro dirigió a los Apóstoles como el primer Papa y aseguró que los discípulos mantuvieran la verdadera fe.

Como explicó en su homilía el Sumo Pontífice Benedicto XVI, “en el pasaje del Evangelio de San Mateo (…), Pedro hace la propia confesión de fe a Jesús reconociéndolo como Mesías e Hijo de Dios; la hace también en nombre de los otros apóstoles. Como respuesta, el Señor le revela la misión que desea confiarle, la de ser la ‘piedra’, la ‘roca’, el fundamento visible sobre el que está construido todo el edificio espiritual de la Iglesia”.

7. San Pablo también es columna del edificio espiritual de la Iglesia

San Pablo fue el apóstol de los gentiles. Antes de su conversión era llamado Saúl, pero después de su encuentro con Cristo y conversión, continuó hacia Damasco donde fue bautizado y recobró la vista. Tomó el nombre de Pablo y pasó el resto de su vida predicando el Evangelio sin descanso a las naciones del mundo mediterráneo.

“La tradición iconográfica representa a San Pablo con la espada, y sabemos que ésta significa el instrumento con el que fue asesinado. Pero, leyendo los escritos del apóstol de los gentiles, descubrimos que la imagen de la espada se refiere a su misión de evangelizador. Él, por ejemplo, sintiendo cercana la muerte, escribe a Timoteo: «He luchado el noble combate» (2 Tm 4,7). No es ciertamente la batalla de un caudillo, sino la de quien anuncia la Palabra de Dios, fiel a Cristo y a su Iglesia, por quien se ha entregado totalmente. Y por eso el Señor le ha dado la corona de la gloria y lo ha puesto, al igual que a Pedro, como columna del edificio espiritual de la Iglesia”, expresó Benedicto XVI en su homilía.

 

 

 

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