lunes, 3 de junio de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 4 - DE JUNIO – MARTES – 9ª – SEMANA DEL T.O. – B SANTAS RUT Y NOEMI

 


 

 4 - DE JUNIO – MARTES –

 9ª – SEMANA DEL T.O. – B

SANTAS RUT Y NOEMI

 

        Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro (3,12-15a.17-18):

Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables. Considerad que la paciencia de Dios es nuestra salvación. Así, pues, queridos hermanos, vosotros estáis prevenidos; estad en guardia para que no os arrastre el error de esos hombres sin principios, y perdáis pie. Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a quien sea la gloria ahora y hasta el día eterno. Amén.

Palabra de Dios

 

Salmo 89

 

       R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación

 

Antes que naciesen los montes

o fuera engendrado el orbe de la tierra,

desde siempre y por siempre tú eres Dios. R/.

Tú reduces el hombre a polvo,

diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»

Mil años en tu presencia

son un ayer, que pasó; una vela nocturna. R/.

Aunque uno viva setenta años,

y el más robusto hasta ochenta,

la mayor parte son fatiga inútil,

porque pasan aprisa y vuelan. R/.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,

y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Que tus siervos vean tu acción,

y sus hijos tu gloria. R/.

 

        Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,13-17):

En aquel tiempo, enviaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta. Se acercaron y le dijeron:

«Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en lo que la gente sea, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente.

- ¿Es lícito pagar impuesto al César o no?

- ¿Pagamos o no pagamos?»

Jesús, viendo su hipocresía, les replicó:

«¿Por qué intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea.»

Se lo trajeron. Y él les preguntó:

 «¿De quién es esta cara y esta inscripción?»

Le contestaron: «Del César.»

Les replicó:

«Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios.»

Se quedaron admirados.

Palabra de Dios

 

  1.  Este relato tiene una actualidad muy importante, porque toca directamente el tema de la "corrupción", que es causa de tanto escándalo y de tanto sufrimiento.

La Iglesia primitiva le dio importancia a este episodio, ya que lo repiten los tres sinópticos (Mc 12, 17; Mt 22, 21; Lc 20, 25). Se sabe que, en tiempos de Jesús, Palestina estaba ocupada y dominada por Roma.   Y el Imperio sacaba todo el dinero, que podía, mediante los impuestos, que oprimían a la gente, sobre todo a los pobres. De ahí, la importancia del impuesto que había que pagar a los romanos.  

  - ¿Debían los cristianos pagarlo, sí o no?

 

2.  Todo esto es lo que se suele decir sobre este pasaje de los evangelios. Sin embargo, la explicación que hoy más se va imponiendo, entre los entendidos en estos temas, es que la instrucción de Jesús no tiene nada que ver con el dinero o la moneda como tal.  Lo que aquí se expresa es un mandamiento global, que abarca la vida entera: sed honrados en vuestros deberes fiscales con el poder civil. Pero sed igualmente honrados y ejemplares cuando se trata de "devolver" a Dios todo lo que le debemos.

 

3.  Tengamos presente que el verbo apodidomi, que el evangelio pone aquí en imperativo, significa devolver. Dios se ha "humanizado" en cada ser humano. Lo que Dios nos manda es que le devolvamos lo que le debemos, dándole a cada ser humano lo que le debemos a Dios: respeto, bondad, sinceridad...

Hay que dar a la autoridad civil lo que se nos exige para ser buenos ciudadanos. Pero igualmente le tenemos que devolver a Dios lo mucho (todo), que le debemos. En el trato y convivencia con los otros.

 

SANTAS RUT Y NOEMI

 






En la Biblia encontrarás un libro llamado Rut. Es una historia sobre una familia que vivió durante el tiempo en que Israel tuvo jueces. Rut es una joven del país de Moab; no pertenece a Israel, la nación de Dios. Pero cuando Rut aprende acerca del Dios verdadero, Jehová, lo ama mucho. Noemí es una señora mayor que ayudó a Rut a conocer a Jehová.

Noemí es israelita. Ella y su esposo y sus dos hijos se mudaron a la tierra de Moab cuando había poco alimento en Israel. Un día, el esposo de Noemí murió. Después, los hijos de Noemí se casaron con dos moabitas llamadas Rut y Orpa. Unos 10 años después, los dos hijos de Noemí murieron. ¡Qué tristeza! ¿Qué haría Noemí ahora?

Un día Noemí decide volver a su propia gente, un viaje largo. Rut y Orpa quieren estar con ella, y la acompañan también. Pero después de algún tiempo en el camino, Noemí les dice a las jóvenes: ‘Vuélvanse al lugar de donde vinieron y quédense con sus madres.’

Noemí se despide de ellas con un beso. Ellas empiezan a llorar, porque aman mucho a Noemí. Dicen: ‘¡No! Nosotras vamos a ir contigo a tu gente.’ Pero Noemí les responde: ‘Ustedes tienen que regresar, hijas mías. Les irá mejor entre los suyos.’ De manera que Orpa empieza el viaje de regreso al lugar de donde vino. Pero Rut no se va.

Noemí se vuelve a ella y dice: ‘Orpa se ha ido. Vete con ella también.’ Pero Rut contesta: ‘¡No trates de hacer que te deje! Déjame ir contigo. Donde tú vayas, yo iré, y donde vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, yo moriré, y allí me enterrarán.’ Cuando Rut dice esto, Noemí deja de tratar de hacer que regrese.

Al fin las dos mujeres llegan a Israel. Se establecen allí. Rut en seguida empieza a trabajar en los campos, porque es tiempo de recoger la cebada. Un hombre llamado Booz le deja recoger cebada en sus campos. ¿Sabes quién era la madre de Booz? Era Rahab, de la ciudad de Jericó.

Un día Booz le dice a Rut: ‘He oído mucho de ti, y de lo bondadosa que has sido con Noemí. Sé que dejaste a tu padre y a tu madre y tu propio país y has venido a vivir entre un pueblo que nunca antes habías conocido. ¡Te deseo que Jehová sea bueno contigo!’

Rut contesta: ‘Eres muy bondadoso conmigo, señor. Me has hecho sentir mejor por las buenas cosas que me has dicho.’ A Booz le agrada mucho Rut, y poco tiempo después se casan. ¡Qué feliz hace esto a Noemí! Pero Noemí se siente más feliz todavía cuando Rut y Booz tienen su primer hijo, llamado Obed. Después Obed llega a ser el abuelo de David; de este David después aprenderemos más.

 

SANTAS RUT Y NOEMI

 



En la Biblia encontrarás un libro llamado Rut. Es una historia sobre una familia que vivió durante el tiempo en que Israel tuvo jueces. Rut es una joven del país de Moab; no pertenece a Israel, la nación de Dios. Pero cuando Rut aprende acerca del Dios verdadero, Jehová, lo ama mucho. Noemí es una señora mayor que ayudó a Rut a conocer a Jehová.

Noemí es israelita. Ella y su esposo y sus dos hijos se mudaron a la tierra de Moab cuando había poco alimento en Israel. Un día, el esposo de Noemí murió. Después, los hijos de Noemí se casaron con dos moabitas llamadas Rut y Orpa. Unos 10 años después, los dos hijos de Noemí murieron. ¡Qué tristeza! ¿Qué haría Noemí ahora?

Un día Noemí decide volver a su propia gente, un viaje largo. Rut y Orpa quieren estar con ella, y la acompañan también. Pero después de algún tiempo en el camino, Noemí les dice a las jóvenes: ‘Vuélvanse al lugar de donde vinieron y quédense con sus madres.’

Noemí se despide de ellas con un beso. Ellas empiezan a llorar, porque aman mucho a Noemí. Dicen: ‘¡No! Nosotras vamos a ir contigo a tu gente.’ Pero Noemí les responde: ‘Ustedes tienen que regresar, hijas mías. Les irá mejor entre los suyos.’ De manera que Orpa empieza el viaje de regreso al lugar de donde vino. Pero Rut no se va.

Noemí se vuelve a ella y dice: ‘Orpa se ha ido. Vete con ella también.’ Pero Rut contesta: ‘¡No trates de hacer que te deje! Déjame ir contigo. Donde tú vayas, yo iré, y donde vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios. Donde tú mueras, yo moriré, y allí me enterrarán.’ Cuando Rut dice esto, Noemí deja de tratar de hacer que regrese.

Al fin las dos mujeres llegan a Israel. Se establecen allí. Rut en seguida empieza a trabajar en los campos, porque es tiempo de recoger la cebada. Un hombre llamado Booz le deja recoger cebada en sus campos. ¿Sabes quién era la madre de Booz? Era Rahab, de la ciudad de Jericó.

Un día Booz le dice a Rut: ‘He oído mucho de ti, y de lo bondadosa que has sido con Noemí. Sé que dejaste a tu padre y a tu madre y tu propio país y has venido a vivir entre un pueblo que nunca antes habías conocido. ¡Te deseo que Jehová sea bueno contigo!’

Rut contesta: ‘Eres muy bondadoso conmigo, señor. Me has hecho sentir mejor por las buenas cosas que me has dicho.’ A Booz le agrada mucho Rut, y poco tiempo después se casan. ¡Qué feliz hace esto a Noemí! Pero Noemí se siente más feliz todavía cuando Rut y Booz tienen su primer hijo, llamado Obed. Después Obed llega a ser el abuelo de David; de este David después aprenderemos más.

 

 

 

 

 

 

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