1 DE JULIO
– LUNES –
13ª – SEMANA DEL T.O. - B
1-
Santa Esther
Lectura de la profecía de Amós (2,6-10.13-16):
Así dice el Señor:
«A Israel, por tres delitos y por el cuarto, no le perdonaré: porque venden
al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias; revuelcan en el
polvo al desvalido y tuercen el proceso del indigente. Padre e hijo van juntos
a una mujer, profanando mi santo nombre; se acuestan sobre ropas dejadas en
fianza, junto a cualquier altar, beben vino de multas en el templo de su Dios.
Yo destruí a los amorreos al llegar ellos; eran altos como cedros, fuertes
como encinas; destruí arriba el fruto, abajo la raíz. Yo os saqué de Egipto, os
conduje por el desierto cuarenta años, para que conquistarais el país amorreo.
Pues mirad, yo os aplastaré en el suelo, como un carro cargado de gavillas; el
más veloz no logrará huir, el más fuerte no sacará fuerzas, el soldado no
salvará la vida; el arquero no resistirá, el más ágil no se salvará, el jinete
no salvará la vida; el más valiente entre los soldados huirá desnudo aquel
día.»
Oráculo del Señor.
Palabra de Dios
Salmo: 49
R/. Atención,
los que olvidáis a Dios
«¿Por qué recitas mis preceptos y tienes siempre en la boca mi alianza, tú que
detestas mi enseñanza y te echas a la espalda mis mandatos?» R/.
«Cuando ves un ladrón, corres con él; te
mezclas con los adúlteros; sueltas tu lengua para el mal, tu boca urde el
engaño.» R/.
«Te sientas a hablar contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre; esto
haces, ¿y me voy a callar? ¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.» R/.
«Atención, los que olvidáis a Dios, no sea que os destroce sin remedio. El
que me ofrece acción de gracias, ése me honra; al que sigue buen camino le haré
ver la salvación de Dios.» R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (8,18-22):
En aquel tiempo, viendo Jesús que lo
rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un
escriba y le dijo:
«Maestro,
te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió:
«Las
zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene
dónde reclinar la cabeza.»
Otro,
que era discípulo, le dijo: «Señor, déjame ir primero a
enterrar a mi padre.»
Jesús le replicó:
«Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»
Palabra del Señor
1. El
evangelio de este lunes es el paralelo de Mateo en relación con el texto de
Lucas, aunque el relato de Mateo es más breve. Pero recoge lo
esencial. En cualquier caso, lo más importante, cuando se habla de
este tema, es darse cuenta de que el seguimiento de Jesús es el centro del
Evangelio, por lo que se refiere a lo que el Evangelio debe representar en
nuestra vida.
Por
tanto, el centro no es la "fe en Jesús". Baste pensar que, en los
evangelios sinópticos, de la fe se habla 36 veces, mientras que el seguimiento
se menciona 56 veces.
La
fe, que elogia Jesús, es la fe del centurión romano (Mt 8, 10 par), de la mujer
siro-fenicia (Mt 15, 28 par) y del leproso samaritano (Lc 17, 19).
A
los apóstoles, les exigió un seguimiento total, mientras que cuando Jesús les
habla de la fe, es para reprocharles su falta o escasez de fe.
2. La
respuesta, que Jesús le da al letrado, al exigirle que debe renunciar a tener
lo que tienen las fieras en el campo o los pájaros en los árboles, un pequeño
hueco "donde reclinar la cabeza", seguramente no significa renunciar
a tener un cobijo en el sentido más literal de la palabra. No olvidemos que
Jesús mismo tenía una casa en Cafarnaúm (Mt 9, 10. 28; 13, 1. 36; 17, 25).
Lo
que Jesús quiso fue poner de relieve la desinstalación, el destino itinerante,
como característica de su ministerio (W. Carter).
Incluso
hay quien piensa que este tener que ir de un lado para otro era la consecuencia
de un hombre que se veía rechazado, amenazado y que tenía que hacer constantes
retiradas (Mt 2, 13-14; 12, 14-15; 14, 12-13; 15, 12-14. 21; 16, 1-5) (J. D.
Kingsbury).
Por
eso, entre otras cosas, resulta tan difícil ver representado el Evangelio en
las mansiones clericales (y no digamos episcopales) que la gente ve en tantas
ciudades.
3. La
renuncia a enterrar al propio padre se comprende cuando se tiene en cuenta que
el deber de dar sepultura a los difuntos era tan importante que se consideraba
"como la cima de todas las buenas obras" (Martin Hengel).
Por
tanto, lo que aquel discípulo le estaba pidiendo a Jesús era seguirle, pero
después de cumplir con la propia religión, ya que no enterrar al propio padre
atraía una maldición y era una vergüenza (Deu 28, 26; 2 Mac 5, 10; 9, 15; Salm
Sa1.4, 19-20; F. Josefo...) (W. Carter).
Y
eso es lo que Jesús no tolera. En definitiva, se trata de comprender que el
Evangelio es lo más serio, lo más grave, lo más exigente, que se puede asumir
como proyecto de vida.
Por
otra parte, y como es lógico, todo esto deja de tener sentido y se reduce a
mera charlatanería eclesiástica, cuando en el centro de la vida no se pone el
seguimiento de Jesús, sino la observancia religiosa. Teniendo siempre en cuenta
que seguir a Jesús es vivir con Jesús y como Jesús, en la medida en que eso
es posible.
Santa Esther
Personaje bíblico: reina de Persia e
intercesora del pueblo Judío, al que salvó del exterminio. Prefiguración de la
Virgen María como auxilio del Pueblo de Dios.
Vida de Santa Ester o
Esther
El libro de Ester contiene una de las más
emocionantes escenas de la Historia Sagrada. Habiendo el rey Asuero (Jerjes)
repudiado a la reina Vasti, la judía Ester vino a ser su esposa y reina de
Persia. Ella, confiada en Dios y sobreponiéndose a su debilidad, intercedió por
su pueblo cuando el primer ministro Amán concibió el proyecto de exterminar a
todos los judíos, comenzando por Mardoqueo, padre adoptivo de Ester. En un
banquete, Ester descubrió al rey su nacionalidad hebrea y pidió protección para
sí y para los suyos contra su perseguidor Amán. El rey concedió lo pedido: Amán
fue colgado en el mismo patíbulo que había preparado para Mardoqueo, y el
pueblo judío fue autorizado a vengarse de sus enemigos el mismo día en que
según el edicto de Amán, debía ser aniquilado en el reino de los persas. En
memoria de este feliz acontecimiento los judíos instituyeron la fiesta de Purim
(Fiesta de las Suertes).
El texto masorético que hoy tenemos en la
Biblia hebrea, sólo contiene 10 capítulos, y es más corto que el originario,
debido a que la Sinagoga omitió ciertos pasajes religiosos, cuando la fiesta de
Purim, en que se leía este libro al pueblo, tomó carácter mundano. San Jerónimo
añadió los últimos capítulos (10, 4-16, 24), que contienen los trozos que se
encuentran en la versión griega de Teodoción, pero faltan en la forma actual
del texto hebreo.
El carácter histórico del libro siempre
ha sido reconocido, tanto por la tradición judaica, como por la cristiana. Un
hecho manifiesto nos muestra la historicidad del libro, y es la existencia de
la mencionada fiesta de Purim, que los judíos celebran aún en nuestros días.
Sin embargo, han surgido no pocos exégetas, sobre todo acatólicos, que relegan
el libro de Ester a la categoría de los libros didácticos o le atribuyen
solamente un carácter histórico en sentido lato. Es éste un punto que debe
estudiarse a la luz de las normas trazadas en la Encíclica "Divino
Afflante Spiritu". Hasta aclararse la cuestión damos preferencia a la
opinión tradicional.
En cuanto al tiempo de la composición se
deciden algunos por la época de Jerjes I (485-465 a. C.), otros por el tiempo
de los Macabeos.
La canonicidad del libro de Ester está
bien asegurada. El Concilio de Trento ha definido también la canonicidad de la
segunda parte del libro de Ester (cap. 10, vers. 4 al cap. 16, vers. 24),
mientras los judíos y protestantes conservan solamente la primera parte en su
canon de libros sagrados.
Los santos Padres ven en Ester, que
intercedió por su pueblo, una figura de la Santísima Virgen María, auxilium
christianorum. Lo que Ester fue para su pueblo por disposición de Dios, lo es
María para el pueblo cristiano.
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