20 - DE JUNIO – JUEVEES –
11ª – SEMANA DEL T.O. - B
SAN SILVERIO, papa
Lectura del libro del Eclesiástico (48,1-15):
Surgió Elías, un profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido.
Les quitó el sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino
sujetó el cielo e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!;
¿quién se te compara en gloria?
Tú resucitaste un muerto, sacándolo del abismo por voluntad del Señor;
hiciste bajar reyes a la tumba y nobles desde sus lechos; ungiste reyes
vengadores y nombraste un profeta como sucesor. Escuchaste en Sinal amenazas y
sentencias vengadoras en Horeb. Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles
de fuego, hacia el cielo. Está escrito que te reservan para el momento de
aplacar la ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para
restablecer las tribus de Israel. Dichoso quien te vea antes de morir, y más
dichoso tú que vives. Elías fue arrebatado en el torbellino, y Eliseo recibió
dos tercios de su espíritu. En vida hizo múltiples milagros y prodigios, con
sólo decirlo; en vida no temió a ninguno, nadie pudo sujetar su espíritu; no hubo
milagro que lo excediera: bajo él revivió la carne; en vida hizo maravillas y
en muerte obras asombrosas.
Palabra de Dios
Salmo: 96,1-2.3-4.5-6.7
R/. Alegraos, justos, con el Señor
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas
innumerables.
Tiniebla y nube lo
rodean, justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Delante de él avanza fuego,
abrasando en torno a
los enemigos;
sus relámpagos
deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la
tierra se estremece. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda
la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Los que adoran estatuas se sonrojan, los que ponen su orgullo en los ídolos; ante él se postran
todos los dioses. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (6,7-15):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se
imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro
Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis.
Vosotros rezad así:
"Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de
cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que
nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno.
" Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre
del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco
vuestro Padre perdonará vuestras culpas.»
Palabra del Señor
1. No rezamos para informar a Dios de lo que pensamos que
nos hace falta. Según la idea comúnmente aceptada, Dios sabe lo que
necesitamos antes de que se lo digamos. Tampoco rezamos para mover a Dios
a que quiera lo que nosotros queremos.
Rezamos porque es humano acudir a quien pensamos que nos puede ayudar. Lo
cual quiere decir que, cuando rezamos, expresamos nuestros deseos
más sinceros y más apremiantes.
2. Según lo dicho, la oración es la mejor expresión de cómo es
nuestra religiosidad y para qué nos moviliza. En esto radica la
importancia singular que tiene la oración que Jesús nos enseñó. En
esta oración, Jesús nos dice lo que, ante todo, nos tiene que interesar en la
vida. Es decir, los motivos y los valores que han de movilizar nuestro
comportamiento.
3. El tema de Dios es decisivo, quizá lo más decisivo, para
movilizarnos hacia el bien o hacia el mal. La creencia en Dios ha hecho santos
y ha humanizado a mucha gente. Como ha hecho criminales y ha deshumanizado a tantas
personas. Por eso Jesús dice que, cuando acudimos a Dios, solo tengamos en la
cabeza a un Padre, jamás a un Déspota o un Tirano.
Que le pidamos, es decir, que lo más apremiante para nosotros sea que nadie
le falte al respeto a ese nombre, o sea que no lo utilice para mandar, en
nombre de Dios, lo que nunca se debe mandar: privar a las personas de su
libertad, de su dignidad, de su felicidad.
Y, menos aún, para conseguir que la gente se sienta mal, se sienta
culpable, amenazada, indigna. Si de Dios pensamos y sentimos así, lo demás que
dice el "Padre nuestro" resulta lógico y es la mejor oración que se
puede hacer.
SAN SILVERIO, papa
LVIII Papa
Martirologio Romano: En la isla de
Palmaria, en Italia, tránsito de san Silverio, papa y mártir, el cual, no
queriendo rehabilitar a Antimo, obispo herético de Constantinopla depuesto por
su predecesor san Agapito, por orden de la emperatriz Teodora fue privado de su
sede y enviado al destierro, donde murió desgastado por los sufrimientos (537).
Etimología:
Silverio = Aquel que es un habitante de la selva, es
de origen latino.
Fechas de
nacimiento y muerte desconocidas.
BIBLIOGRAFIA
Fue hijo del Papa Hormisdas quien había sido casado antes de llegar a ser
uno del más alto clero. Silverio entró al servicio de la Iglesia y fue
subdiácono en Roma cuando el Papa Agapito murió en Constantinopla, el 22 de
Abril del año 536.La Emperatriz Teodora, quien favoreció a los Monofisitas
intentó inducir la elección como Papa del diácono romano Vigilio quien se
encontraba entonces en Constantinopla y le había dado las garantías deseadas en
cuanto a los Monofisitas.
Sin embargo, Teodato, Rey de los Ostrogodos, quien deseaba evitar la
elección de un Papa conectado con Constantinopla, la anticipó, y por su
influencia el subdiácono Silverio fue escogido. La elección de un subdiácono
como obispo de Roma era inusual. Consecuentemente, es fácil de entender que,
como el autor de la primera parte de la vida de Silverio en la "Liber
pontificalis" (ed. Duchesne, I, 210) relata, una fuerte oposición apareció
entre el clero. Ésta, sin embargo, fue reprimida por Teodato así que,
finalmente, después de que Silverio había sido consagrado obispo (probablemente
el 8 de Junio de 536) todos los presbíteros Romanos dieron su consentimiento
escrito a su elevación.
La afirmación hecha por el autor mencionado de que Silverio aseguró la
intervención de Teodato por el pago de dinero es injustificable, y se explica
por la opinión hostil del autor sobre el Papa y los Godos. El autor de la
segunda parte de la vida en la "Liber pontificalis” está favorablemente
inclinado a Silverio. El pontificado de este Papa pertenece a un período
desordenadamente inestable, y él mismo cayó víctima de las intrigas
de la Corte Bizantina.
Después de que Silverio había llegado a ser Papa la Emperatriz Teodora
intentó ganárselo para los Monofisitas. Ella deseaba especialmente hacerlo
entrar en comunión con el Patriarca Monofisita de Constantinopla, Antimo, quien
había sido excomulgado y depuesto por Agapito, y con Severo de Antioquia. Sin
embargo, el Papa en nada se comprometió y Teodora ahora resolvió derrocarlo y
ganar la sede papal para Vigilio. Tiempos tormentosos llegaron a Roma durante
la lucha que estalló en Italia entre los Ostrogodos y los Bizantinos después de
la muerte de Amalasuntha, hija de Teodorico el Grande. El rey Ostrogodo
Vitigio, quien ascendió al trono en Agosto de 536, sitió la ciudad. Las
iglesias sobre las catacumbas fuera de la ciudad fueron devastadas, las tumbas
mismas de los mártires en las catacumbas fueron abiertas y profanadas. En
Diciembre, de 536, el general Bizantino Belisario fortificó Roma y fue recibido
por el Papa de manera cortés y amistosa.
Teodora intentó usar a Belisario para llevar a cabo su plan de deponer a
Silverio, y poner en su lugar al diácono romano Vigilio (q.v.), anteriormente
apocrisiario en Constantinopla, quien ahora había ido a Italia. Antonina,
esposa de Belisario influenció a su esposo de actuar como Teodora deseaba. Por
medio de una carta falsificada acusaron al Papa de un acuerdo traicionero con
el rey gótico que sitiaba Roma. Se afirmaba que Silverio había ofrecido al rey
dejar una de las puertas de la ciudad secretamente abierta para permitir a los
Godos entrar. Silverio fue consecuentemente arrestado en Marzo de 537,
violentamente arrebatado de su vestimenta episcopal, dada la ropa de un monje y
llevado al exilio al Oriente. Vigilio fue consagrado Obispo de Roma en su
lugar.
Silverio fue llevado a Licia donde fue a residir a Patara. El Obispo de
Patara muy pronto descubrió que el Papa exiliado era inocente. Él viajó a
Constantinopla y pudo poner ante el emperador Justiniano tales pruebas de la
inocencia del exiliado que el emperador escribió a Belisario ordenando una
nueva investigación del asunto. Si resultaba que la carta concerniente al
alegado plan a favor de los Godos era falsa, Silverio debería ser colocado una
vez más en posesión de la sede papal. Al mismo tiempo el emperador permitió a
Silverio regresar a Italia, y pronto entró al país, aparentemente en Nápoles.
Sin embargo, Vigilio arregló hacerse cargo de su predecesor ilegalmente
depuesto.
Evidentemente actuaba de acuerdo con la emperatriz Teodora y fue ayudado por
Antonina, la esposa de Belisario. Silverio fue llevado a la isla de Palmaria en
el mar de Tirreno y mantenido en confinamiento estricto. Aquí murió a
consecuencia de las privaciones y cruel trato que soportó. El año de su muerte
es desconocido, pero probablemente no vivió mucho después de llegar a Palmaria.
Fue enterrado en la isla, de acuerdo al testimonio de la "Liber
pontificalis” en Junio 20; sus restos nunca fueron sacados de Palmaria. De
acuerdo con el mismo testigo, él era invocado después de su muerte por los
creyentes que visitaban su tumba. En épocas posteriores fue venerado como
un santo. La más temprana prueba de esto es dada por una lista de santos del siglo
once.
(Mélanges d´archéologie et d´histoire, 1893,
169).
[Nota del Editor: De acuerdo a la Liber
Pontificalis, el Papa San Silverio fue exiliado no a Palmaria, sino más bien a
la isla de Palmarola, una mucho más pequeña y desolada isla cerca de Ponza,
Italia, en la Bahía de Nápoles.]
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