sábado, 8 de junio de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 - DE JUNIO – LUNES – 10ª – SEMANA DEL T.O. - B San Asterio de Petra

 


 

 10 - DE JUNIO – LUNES –

10ª – SEMANA DEL T.O. - B

San Asterio de Petra

 

Lectura del primer libro de los Reyes 17, 1-6

En aquellos días, Elías el tesbita (de Tisbé de Galaad) dijo a Ajab: ¡Vive el Señor Dios de Israel a quien sirvo! En estos años no caerá rocío ni lluvia, si yo no lo mando.

Luego el Señor le dirigió la palabra: Vete de aquí hacia el oriente y escóndete junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán.

Bebe del torrente, y yo mandaré a los cuervos que te lleven allí la comida.

Elías hizo lo que le mandó el Señor y fue a vivir junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán.

Los cuervos le llevaban pan por la mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente.

Palabra de Dios

 

Salmo Sal 120, 1-2. 3-4. 5-6. 7-8.

 

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra. R/.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra. R/.

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel. R/.

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche. R/.

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12

     En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:   "Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que lloran, porque serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. 

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios

     Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán "hijos de Dios.

     Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.  Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el Cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros'.

 

Palabra del Señor

 

1.   Si algo hay claro en este texto, que siempre se ha considerado central el Evangelio, es que lo primero que le preocupa a Jesús, lo primero que es para los seres humanos, es la felicidad. Jesús insiste en eso machaconamente.

Jesús habla de los que son dichosos. No habla de los "ricos", ni de los "poderosos", ni de los "notables". Ni siquiera se refiere a los que son "religiosos". Jesús se centra en lo que es central para todos los seres humanos.  Está clara la mentalidad de Jesús.


2.   Jesús piensa y quiere la felicidad de todos. Pero ¿desde dónde ve él esa felicidad?

No la ve, ni la piensa, desde lo que tienen, ni de los mejor situados en vida. La ve desde los que no tienen los que están más abajo en este mundo.

Ahora bien, el desde dónde se ve la vida determina cómo se ve la vida. Jesús ve este mundo y esta vida desde las carencias de los pobres, desde el dolor de los que sufren y lloran, desde el trabajo de los que se afanan porque en el mundo haya paz, desde el corazón   limpio de las buenas personas, desde la humillación de los que se ven perseguidos, insultados, calumniados.   

Cuando la vida se ve desde tales situaciones, lógicamente se moviliza lo mejor que cada cual lleva en sus entrañas: la sensibilidad ante el sufrimiento y la protesta ante los causantes de tanta injusticia.

 

3.   El peligro que tienen las "Bienaventuranzas* es que las promesas del cielo que Jesús hace en ellas sean utilizadas por gente inmoral para desplazar su contenido a la "otra vida". Es la inmoralidad de los "espirituales*, que se sirven del Cielo para vivir ellos mejor en la Tierra.

 

San Asterio de Petra

 




San Asterio, obispo de Petra, en Arabia, s. IV. Intervino en las contiendas religiosas de su tiempo. Estuvo al principio afiliado al partido de los arrianos, pero en el Concilio de Sárdica (347) se puso de parte de la ortodoxia, y contribuyó a desenmascarar las intrigas de sus antiguos correligionarios.

Constancio le desterró a los arenales de Libia, de donde salió al advenimiento de Juliano el apóstata. En 362 aparece en el Concilio de Alejandría al lado de [San Atanasio], que hace su elogio en varios de sus escritos. Murió algún tiempo después.

 

 

VIDA DE SAN ASTERIO DE PETRA

 

Este hombre cristiano, con un pasado arriano, sería nombrado con el tiempo como obispo de Petra, en Arabia, y debido a sus declaraciones en contra de la herejía que representaba el arrianismo en aquella época, San Asterio obtendría el odio de los herejes, sobre todo al momento de terminar de hacer pública su opinión durante el concilio de Sárdica en el 347.

Debido a estas declaraciones, San Asterio termina por ser exiliado a Libia por orden del emperador Constancio II, y sería llamado en el año 362 por el edicto de Juliano, quien se encargaría en aquel momento de volver a reinstalar a todos los obispos que habían llegado a ser desterrados.

Para el año 362, San Asterio formaría parte del Concilio de Alejandría, el cual llegó a ser convocado por diversas razones, principalmente para lograr sanar el cisma meleciano que la Iglesia de Antioquía sufría en aquel momento, y también para lograr apoyar a San Atanasio, hombre también de convicciones y costumbres cristianas, que se encargaría de elogiar muchos de los escritos de San Asterio.

San Asterio fue un hombre devoto a sus convicciones, dotado de una gran sabiduría, bondad, nobleza y extrema humildad. Llegó a ser uno de los más importantes portadores de la carta que dirigía el concilio al empecinado San Lucifer de Cagliari y al resto de los obispos antioquenos de aquel momento.

Aun así, sus medidas pacificadoras no serían del todo suficientes, debido a la precipitación por parte de Lucifer en consagrar a San Paulino como el sucesor de San Melecio de Antioquía. Si bien no se tiene muchos datos sobre la vida santa de este cristiano, se sabe que muere un 10 de junio del año 365, fecha en la que hoy lo celebramos como Santo de la Iglesia Católica.

 

 

 

 

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