21 - DE JULIO – DOMINGO –
16ª – SEMANA DEL T.O. - B
San Lorenzo de Brindisi
Lectura del
libro de Jeremías (23,1-6):
Ay de los pastores que dispersan y dejan perecer las ovejas de mi rebaño
–oráculo del Señor–. Por eso, así dice el Señor, Dios de Israel:
«A los pastores
que pastorean mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, las expulsasteis,
no las guardasteis; pues yo os tomaré cuentas, por la maldad de vuestras
acciones –oráculo del Señor–. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos
los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas, para que
crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán
ni se espantarán, y ninguna se perderá –oráculo del Señor–.
Mirad que llegan
días –oráculo del Señor– en que suscitaré a David un vástago legítimo: reinará
como rey prudente, hará justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará
Judá, Israel habitará seguro. Y lo llamarán con este nombre: El-Señor-nuestra-justicia.»
Palabra de Dios
Salmo 22
R/. El Señor
es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes
praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo, por el honor de
su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque
tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis
enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de
mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,13-18):
Ahora estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca
los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos
una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha
abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear
con los dos, en él, un solo hombre nuevo.
Reconcilió con
Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando
muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los
de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al
Padre con un mismo Espíritu.
Palabra de Dios
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (6,30-34):
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron
todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo:
«Venid vosotros
solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»
Porque eran
tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en
barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los
reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel
sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio
lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles
con calma.
Palabra del Señor
Descanso merecido y frustrado.
¿Un relato
imposible o un relato simbólico? (Mc 6,30-34)
El evangelio
empalma con el del domingo anterior, cuando Jesús envía a los discípulos de
misión.
En aquel tiempo se reunieron de nuevo los apóstoles con Jesús y le contaron
lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid conmigo a un lugar retirado
y tranquilo y descansad un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que
no tenían tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca a un lugar tranquilo
ellos solos. Al ver que se iban, muchos se dieron cuenta, y de todos los
poblados corrieron allá a pie y se les adelantaron. Jesús, al desembarcar y ver
tanta gente, se compadeció de ellos porque eran como ovejas sin pastor, y se
puso a enseñarles muchas cosas.
A primera
vista se entiende tan bien que casi da vergüenza comentarlo. Pero hay un
detalle sorprendente e inexplicable: cuando Jesús y los discípulos se montan en
la barca en busca de un lugar solitario, cuenta Marcos que muchos los vieron
marcharse, fueron corriendo de todos los poblados y llegaron
allí antes que ellos.
¿Es posible
que la gente vaya corriendo desde Cafarnaúm, Betsaida, Magdala, y llegue antes
que la barca a un sitio que nadie sabe cuál es? Imposible. Esto demuestra que
el relato no hay que leerlo desde un punto de vista histórico (lo que ocurrió
aquel día) sino simbólico.
El primer
aspecto que subraya Marcos es el enorme interés de la gente por Jesús. Ya lo ha dicho antes, indicando que eran tantos los que iban y venían en
su busca que no tenían tiempo ni para comer. Cuando Marcos leyese este texto en
su comunidad, es posible que le obligara a preguntarse:
- ¿sentimos
nosotros el mismo interés por Jesús?
- ¿Vamos
corriendo detrás de él, o preferimos quedarnos cómodamente sentados en casa?
El segundo
aspecto es la dedicación de Jesús a la gente. Cuando se
acercan a la orilla y ve a la multitud reunida, no le dice a Pedro que reme mar
adentro y busque otro sitio. Siente compasión de ellos porque los ve
abandonados, como ovejas sin pastor. Si el primer aspecto sirve de autoexamen a
la comunidad, este se dirige a sus responsables.
- ¿Siento
compasión de la gente, o procuro quitarme de en medio cuando me van a fastidiar
mi merecido descanso?
El tercer
aspecto, muy importante, es que Jesús, al sentir compasión, no se dedica a
hacer milagros, sino a enseñar. Y la gente
parece satisfecha con eso. El viaje en busca de Jesús ha merecido la pena.
Pastores
malos, pastores buenos, descendiente de David (1ª lectura: Jeremías 23,1-6)
El texto
recoge ideas típicas de mediados del siglo VI a.C., durante el destierro de
Babilonia. Es el resultado de unir diversas intervenciones proféticas, muy
breves y tenidas en diversos momentos. No debe extrañarnos que existan
diferencias.
Por entonces
era frecuente acusar a los reyes, los pastores, de haberse despreocupado del
pueblo y provocar que marchara al destierro. La primera intervención de Dios se
centrará en castigar a los monarcas.
¡Ay de los pastores que dejan perecer y dispersarse al rebaño de mi pasto,
dice el Señor! Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel, sobre los
pastores que guían a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mi rebaño, lo habéis
descarriado sin preocuparos de él. Pero yo me voy a ocupar ahora de vosotros
-dice el Señor-, castigando vuestras perversas acciones.
Pero el
castigo no basta. Si los israelitas están dispersos, la siguiente intervención
de Dios consistirá en reunirlos de todos los países.
Yo mismo recogeré los restos de mi rebaño de todos los países donde los
dispersé y los haré volver a sus pastos, donde crecerán y se multiplicarán.
¿Qué ocurrirá
después? Los textos proféticos difieren bastante en este aspecto, y se pueden
distinguir tres tendencias:
1) Dios mismo
será el rey de Israel, mentalidad que se mantiene en el Padrenuestro cuando
pedimos: «Venga a nosotros tu reino».
2) Habrá una
restauración de la monarquía, con buenos reyes, no como los anteriores.
3) Dios
suscitará un rey maravilloso. El texto elegido por la liturgia mezcla las dos
últimas ideas: en un caso se habla de “pastores”, en plural.
Suscitaré para ellos pastores que los apacentarán; no sufrirán más temor y
angustia, ni se volverá a perder ninguno -dice el Señor-.
Pero la
última promesa se refiere a un único descendiente de David que gobernará
rectamente, practicando el derecho y la justicia.
Vienen días -dice el Señor- en que yo suscitaré a David un vástago
legítimo, que reinará como verdadero rey, con sabiduría, y ejercerá el derecho
y la justicia en la tierra. En sus días se salvará Judá, e Israel vivirá en
seguridad. Y éste será el nombre con que le llamarán: «El Señor nuestra
justicia».
En cualquier
caso, restauración de la monarquía o rey ideal, los israelitas que escuchaban
estas promesas proféticas imaginaban a un soberano poderoso y respetado, con
capacidad de implantar la justicia y traerles el bienestar. Ya que esta lectura
se ha elegido por su relación con el evangelio, es importante advertir como
cambia la imagen. Jesús no es un monarca sentado en su trono; no es temido,
como la mayoría de los reyes antiguos; se mueve en un ambiente sencillo,
humilde, de campesinos y pescadores; y su misión principal no consiste en
administrar justicia, sino en enseñar. Algo que puede parecer decepcionante,
pero que a sus contemporáneos entusiasma hasta el punto de seguirlo de todas
partes.
De Galilea y
de todo el mundo (2ª lectura: Efesios 2,13-18)
Según el
evangelio, los galileos siguieron a Jesús desde todas partes. Años más tarde,
el seguimiento se produjo en muchos países, y la iglesia adquirió un aspecto
nuevo al estar formada por cristianos de origen judío y de origen pagano. La
experiencia actual de Estados Unidos y Europa con respecto a los migrantes
ayuda a comprender lo difícil que resulta sentirse unidos, iguales y hermanos
los miembros de distintos pueblos.
Desde el
punto de vista religioso, en el siglo I, el mayor motivo de conflicto era la
Ley de Moisés, con sus mandamientos y decretos. El judío que los practicaba se
consideraba «cerca de Dios». El pagano, que ni los conocía ni los
practicaba, estaba «lejos».
- ¿Cómo
podría conseguirse la unión de judíos y paganos?
Para los
judíos contemporáneos de Jesús y de Pablo, la respuesta era clara: que el
pagano se circuncide y observe la Ley de Moisés. Pero lo que hace Jesús, según
el autor de la carta, es revolucionario: en vez de obligar a observar la Ley,
la anula con sus mandamiento y decretos. Al morir por todos, destruye la
enemistad y hace que todos, lejanos y cercanos, tengamos acceso al Padre en un
mismo Espíritu.
Hermanos, ahora estáis unidos a Cristo Jesús gracias a su muerte, los que
antes estabais lejos, ahora estáis cerca. Él es nuestra paz; el que de ambos
pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad; anulando
en su propio cuerpo la ley, sus mandamientos y decretos.
Él ha formado de los dos, en su propia persona, una nueva humanidad,
haciendo así la paz. Él hizo de los dos un solo cuerpo y los ha reconciliado
con Dios por medio de la cruz, destruyendo en sí mismo la enemistad; con su
venida anunció la paz a los que estabais lejos y a los que estaban cerca;
porque por él los unos y los otros tenemos acceso al Padre en un mismo
Espíritu.
Por
desgracia, lo que dice este autor no siempre se cumple. En muchos conflictos
políticos, económicos, sociales, entre cristianos, lo que triunfa no es la paz
sino la enemistad. No somos una «nueva humanidad» sino una multitud de
inhumanidades. Necesitamos ir en busca de Jesús para que él nos enseñe.
San Lorenzo de Brindisi
Año 1619
Lorenzo significa: coronado de laurel.
Laureado. Este santo ha sido quizás el más famoso predicador de la comunidad de
Padres Capuchinos.
Nació
en Brindis (Italia) cerca de Nápoles. Desde pequeño demostró tener una memoria
asombrosa. Dicen que a los ocho años repitió desde el púlpito de la Catedral un
sermón escuchado a un famoso predicador, con gran admiración de la gente.
Cuando
pidió ser admitido como religioso en los Padres Capuchinos, el superior le
advirtió que le iba a ser muy difícil soportar aquella vida tan dura y tan
austera. El joven le preguntó: "Padre, ¿en mi celda habrá un
crucifijo?". "Si, lo habrá", respondió el superior. "Pues
eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir por amor
a Él, cualquier padecimiento".
La
facilidad de Lorenzo para aprender idiomas y para grabarse en la memoria todo
lo que leía, dejó atónitos a sus superiores y compañeros. Prácticamente se
aprendía de memoria capítulos enteros de la S. Biblia y muchas páginas más de
libros piadosos. Hablaba seis idiomas: griego, hebreo, latín, francés, alemán e
italiano.
Y su
capacidad para predicar era tan excepcional, que, siendo simple seminarista, ya
le fue encomendado el predicar los 40 días de Cuaresma en la Catedral de
Venecia por dos años seguidos. Las gentes vibraban de emoción al oír sus
sermones, y muchos se convertían.
Un
sacerdote le preguntó: "Fray Lorenzo, ¿a qué se debe su facilidad para
predicar? ¿A su formidable memoria?" Y él respondió: "En buena parte
se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a
prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis
predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía
y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del
cielo".
Los
capuchinos nombraron a Fray Lorenzo superior del convento y luego superior de
Italia. Más tarde al constatar las grandes cualidades que tenía para gobernar,
lo nombraron superior general de toda su comunidad en el mundo. En sus años de
superiorato recorrió muchos países visitando los conventos de sus religiosos
para animarlos a ser mejores y a trabajar mucho por el reino de Cristo. Había
días que caminaba a pie 50 kilómetros. No le asustaba desgastarse en su salud
con tal de conseguir la salvación de las almas y la extensión del reino de
Dios. La gente lo amaba porque era sumamente comprensivo y bondadoso, y porque
sus consejos hacían un gran bien. Siendo superior, sin embargo, servía a la
mesa a los demás, y lavaba los platos de todos.
El
Santo Padre, el Papa, lo envió a Checoslovaquia y a Alemania a tratar de
extender la religión católica en esos países. Se fue con un buen grupo de
capuchinos, y empezó a predicar. Pero en esos días un ejército de 60 mil turcos
mahometanos invadió el país con el fin de destruir la religión, y el jefe de la
nación pidió al Padre Lorenzo que se fuera con sus capuchinos a entusiasmar a
los 18 mil católicos que salían a defender la patria y la religión. La batalla
fue terriblemente feroz. Pero San Lorenzo y sus religiosos recorrían el campo
de batalla con una cruz en alto cada uno, gritando a los católicos:
"Ánimo, estamos defendiendo nuestra santa religión". Y la victoria
fue completa. Los soldados victoriosos exclamaban: "La batalla fue ganada
por el Padre Lorenzo".
El
Papa Clemente VIII decía que el Padre Lorenzo valía él solo más que un
ejército.
El
Sumo Pontífice lo envió de delegado suyo a varios países, y siempre estuvo muy
activo de nación en nación dirigiendo su comunidad y fundando conventos,
predicando contra los protestantes y herejes, y trabajando por la paz y la
conversión. Pero lo más importante en cada uno de sus días eran las prácticas
de piedad. Durante la celebración de la Santa Misa, frecuentemente era
arrebatado en éxtasis, y su orar era de todas las horas y en todos los sitios.
Por eso es por lo que obtuvo tan grandes frutos apostólicos.
Dormía
sobre duras tablas. Se levantaba por la noche a rezar salmos. Ayunaba con
frecuencia. Su alimento era casi siempre pan y verduras. Huía de recibir
honores, y se esforzaba por mantenerse siempre alegre y de buen humor con
todos. La gente lo admiraba como a un gran santo. Su meditación preferida era
acerca de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
En
1959 fue declarado "Doctor de la Iglesia", por el Sumo Pontífice Juan
XXIII. Y es que dejó escritos 15 volúmenes de enseñanzas, y entre ellos 800
sermones muy sabios. En Sagrada Escritura era un verdadero especialista.
Cuando
viajaba a visitar al rey de España enviado por la gente de Nápoles para pedirle
que destituyera a un gobernador que estaba haciendo mucho mal, se sintió sin
fuerzas y el 22 de julio de 1619, el día que cumplía sus 60 años, murió
santamente. Ha sido llamado el "Doctor apostólico".
Ruega
por nosotros, querido San Lorenzo, para que no tengamos miedo a gastarnos y
desgastarnos por Cristo y su Santa Iglesia, como lo hiciste tú.
Dijo Jesús: "Si el grano de trigo muere, produce mucho
fruto".
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