jueves, 25 de julio de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 27 - DE JULIO – SÁBADO – 16ª – SEMANA DEL T.O. – B SAN PANTALEON

 


 

 27 - DE JULIO – SÁBADO –

16ª – SEMANA DEL T.O. – B

SAN PANTALEON

 

       Lectura del libro de Jeremías 7,1-11:

 

       Palabra que el Señor dirigió a Jeremías:
     «Ponte a la puerta del templo y proclama allí lo siguiente:
     ¡Escucha, Judá, la palabra del Señor, los que entráis por esas puertas para adorar al Señor!
     Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: “Enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, y habitaré con vosotros en este lugar. No os creáis seguros con palabras engañosas, repitiendo: ‘Es el templo del Señor, el templo del Señor, el templo del Señor’.
       Si enmendáis vuestra conducta y vuestras acciones, si juzgáis rectamente entre un hombre y su prójimo, si no explotáis al forastero, al huérfano y a la viuda, si no derramáis sangre inocente en este lugar, si no seguís a dioses extranjeros, para vuestro mal, entonces habitaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres, desde hace tanto tiempo y para siempre.
       Mirad: Vosotros os fiais de palabras engañosas que no sirven de nada. ¿De modo que robáis, matáis, adulteráis, juráis en falso, quemáis incienso a Baal, seguís a dioses extranjeros y desconocidos, y después entráis a presentaros ante mí en este templo, dedicado a mi nombre, y os decís: ‘Estamos salvos’, para seguir cometiendo esas abominaciones?
       ¿Creéis que es una cueva de bandidos este templo dedicado a mi nombre? Atención, que yo lo he visto”» —oráculo del Señor—.

 

Palabra de Dios

 

      Salmo 83,3.4.5-6a.8a.11

 

      R/. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor del universo!

 

      Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. R/.

 

      Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey mío y Dios mío. R/.

 

      Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.
      Dichosos los que encuentran en ti su fuerza.
      Caminan de baluarte en baluarte.
R/.

 

      Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados. R/.

 

     Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,24-30):

 

   En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:

    "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?"

    Él les dijo:

    "Un enemigo lo ha hecho."

    Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?"

    Pero él les respondió:

    "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero'."»

 

Palabra del Señor 

 

     1.  Como es lógico, los criados que pretendían arrancar la cizaña eran individuos que mostraban ser ellos los que sabían lo que era "buena hierba" y lo que era "cizaña".

     Es decir, ellos se veían a sí mismos capacitados para enjuiciar con seguridad a los demás. Para enjuiciarlos y para arrancarlos de raíz. Se sentían capacitados y sobre todo seguros de lo que pensaban hacer. Y lo más peligroso es que, como lo que pensaban hacer era una cosa buena, no podían ni dudar de que iban a hacer lo que tenían que hacer.

     O sea, se puede afirmar que eran auténticos fanáticos. Y ya se sabe que "la esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar" (Samuel Oz).

     Esto es peligrosísimo. Lo ha explicado bellamente Victoria Camps, en su Elogio de la duda, donde nos recuerda el sabio pensamiento de Bertrand Russell: "Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas".

 

     2.  Esto explica la genialidad de la parábola de la cizaña. Y la necesidad que tenemos de la tolerancia y el respeto. Jesús solo fue intolerante con los intolerantes. Precisamente porque en ellos vio el gran peligro para la tolerancia con el otro, con el diferente, con el que yo veo como cizaña.

     Sin duda alguna, la Inquisición fue una agresión a los derechos fundamentales de las personas. Pero, además de eso, fue seguramente la mayor agresión que se ha hecho contra la propia Iglesia. Concretamente, la Iglesia católica se ha hecho tan odiosa, ante mucha gente, porque ha potenciado la cultura de la intolerancia.

 

     3.  No puede ser casualidad que los grupos actuales más religiosos, son precisamente los grupos religiosamente más intolerantes. Y ahora, cuando las fronteras se han difuminado y cuando las gentes circulan por el mundo entero con mayor facilidad, los grupos religiosos se hacen más intolerantes, se empeñan en ser ellos quienes saben dónde está la mala hierba, y no consienten dejarla crecer.

     Es evidente que la espiritualidad del respeto y la tolerancia es una de las cosas que más y mejor debe cuidar y cultivar la Iglesia de Jesucristo.

 

SAN PANTALEON

 


275-+305

Pantaleón significa en griego "el que se compadece de todos".

Médico nacido en Nikomedia (actual Turquía). Fue decapitado por profesar su fe católica en la persecución del emperador romano Diocleciano, el 27 de julio del 305.

Lo que se sabe de San Pantaleón procede de un antiguo manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico. Pantaleón era hijo de un pagano llamado Eubula y de madre cristiana. Pantaleón era médico. Su maestro fue Euphrosino, el médico mas notable del imperio.  Fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia.

Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano en que vivía y sucumbió ante las tentaciones, que debilitan la voluntad y acaban con las virtudes, cayendo en la apostasía. Un buen cristiano llamado Hermolaos le abrió los ojos, exhortándole a que conociera "la curación proveniente de lo más Alto", le llevó al seno de la Iglesia. A partir de entonces entregó su ciencia al servicio de Cristo, sirviendo a sus pacientes en nombre del Señor.

En el año 303, empezó la persecución de Diocleciano en Nikomedia. Pantaleón regaló todo lo que tenía a los pobres. Algunos médicos por envidia, lo delataron a las autoridades. Fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Los cuatro fueron condenados a ser decapitados. San Pantaleón murió mártir a la edad de 29 años el 27 de julio del 304. Murió por la fe que un día había negado. Como San Pedro y San Pablo, tuvo la oportunidad de reparar y manifestarle al Señor su amor.

Las actas de su martirio nos relatan sobre hechos milagrosos: Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Podría ser que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en todo caso, lo importante es que Pantaleón derramó su sangre por Cristo y los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad.

En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres. También fue muy famoso en Occidente desde la antiguedad.

Se conservan algunas reliquias de su sangre, en Madrid (España), Constantinopla (Turquía) y Ravello (Italia).

 

El Milagro de su sangre

Una porción de su sangre se reserva en una ampolla en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid de los Austrias, junto a la Plaza de Oriente, Madrid, España. Fue tomada de otra más grande que se guarda en la Catedral italiana de Ravello. Fue donada al monasterio junto con un trozo de hueso del santo por el virrey de Nápoles. En Madrid lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas dedicadas a la oración. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616.

La sangre, en estado sólido durante todo el año, se licuefacciona [o ocurre el fenómeno de licuefacción], como la sangre de San Jenaro, sin intervención humana. Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio. Así ha ocurrido cada año hasta la fecha de este escrito, 2005, cuando se celebran 1700 años de su martirio. En ese año el milagro tuvo lugar mientras las religiosas oraban en el coro del templo y ante la presencia de cientos de visitantes. El monasterio abre las puertas al público para que todos sean testigos. En algunas ocasiones, la sangre ha tardado en solidificarse para señalar alguna crisis, como ocurrió durante las dos guerras mundiales.

Muchas veces se ha intentado explicar el fenómeno mediante mecanismos netamente naturales, como la temperatura o las fases de la luna. Sin embargo, ninguna de las explicaciones ha resultado satisfactoria para la ciencia.  La iglesia no se ha definido sobre el milagro. Las hermanas dicen sencillamente que es "un regalo de Dios".

Para facilitar la vista del público y evitar el deterioro de la reliquia, en el 1995 las monjitas instalaron monitores de televisión que aumentan diez veces la imagen de la cápsula que contiene la sangre del santo.

La sangre de un médico mártir se licúa. ¿Qué nos dice Dios con este portento?.

Acaso no necesitamos este testimonio valiente de quien dio su vida por la fe.  Su sangre nos recuerda nuestra propia responsabilidad de vivir la fe en un tiempo donde tantos caen en la apostasía o simplemente en la indiferencia.  Cuanto necesitamos el ejemplo de San Pantaleón, quien supo vivir su profesión al servicio de Jesucristo.   

-SCTJM

 

 

 

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