26 - DE JULIO – VIERNES –
16ª – SEMANA DEL T.O. – B
San Joaquín y santa
Ana,
padres de la Virgen María
Lectura
del libro de Jeremías (3,14-17):
Volved, hijos apóstatas
–oráculo del Señor–, que yo soy vuestro dueño; cogeré a uno de cada ciudad, a
dos de cada tribu, y os traeré a Sión; os daré pastores a mi gusto que os
apacienten con saber y acierto; entonces, cuando crezcáis y os multipliquéis en
el país –oráculo del Señor–, ya no se nombrará el arca de la alianza del Señor,
no se recordará ni mencionará, no se echará de menos ni se hará otra. En aquel
tiempo, llamarán a Jerusalén «Trono del Señor», acudirán a ella todos los
paganos, porque Jerusalén llevará el nombre del Señor, y ya no seguirán la
maldad de su corazón obstinado.
Palabra de Dios
Salmo:
Cantico de Jeremias, 31
R/.
El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño
Escuchad, pueblos, la
palabra del Señor, anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a
Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño.» R/.
«Porque el Señor redimió
a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte.»
Vendrán con aclamaciones a la altura de
Sión, afluirán hacia los bienes del Señor. R/.
Entonces se alegrará la
doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos; convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y
aliviaré sus penas. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (13,18-23):
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
«Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador:
Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba
lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en
seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene
una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los
afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril.
Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la
entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.»
Palabra del Señor
1. Sirviéndose de la semilla como metáfora de la palabra; y
de la metáfora de la tierra sembrada como metáfora de la experiencia humana,
Jesús explica por qué, tantas veces, la palabra del Evangelio no da fruto en el
corazón y en la convivencia entre los humanos. Jesús propone tres casos
posibles.
El primero es el que no se entera. Es el que oye o incluso
estudia el Evangelio, pero no sabe de qué va, cosa que le puede ocurrir incluso
a un profesor de teología. Es el que tiene el corazón y la cabeza tan duros
como un camino pisoteado por los caminantes.
2.- El segundo caso es el entusiasta superficial. Es
el que oye el Evangelio y le parece maravilloso, pero es una persona sin
profundidad. Por eso, en cuanto se le presenta una dificultad,
empieza a ver las cosas de otra manera, y enseguida es otra
persona. Estamos hartos de ver gente que, hace unos años, pensaba de
una forma y ahora piensan, al contrario. Hay católicos, que fueron entusiastas del Concilio
Vaticano II, y ahora lo ven como un fracaso. ¡Gente sin raíces! Con esa gente
no vamos a ninguna parte.
3
- El tercer caso es el que tiene
pinchos en el corazón. Este está de acuerdo con el Evangelio. Pero
está también de acuerdo en que lo que importa es vivir bien y ganar dinero,
acumular cuanto se pueda, por más que eso lleve consigo afanes y todo lo que
haga falta. Una persona así dice Jesús, por muy de acuerdo que esté con el
Evangelio, es una persona "ahogada" y "estéril". Con gente
así, tampoco vamos a ninguna parte.
San Joaquín y santa
Ana,
padres de la Virgen María
Memoria de san Joaquín
y santa Ana, padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres
se conservaron gracias a tradición de los cristianos.
Vida
de San Joaquín, padre de María
No conocemos por los
Evangelios a Ana y Joaquín, los padres de la Madre de Dios, sino sólo por
ciertas tradiciones que se pueden remontar hasta la primera mitad del siglo II.
El padre la madre de María constituyen el eslabón que une el antiguo Israel con
el nuevo: Recibieron la bendición del Señor» y por ellos nos llega «la
salvación prometida a todos los pueblos».
Dieron el ser a aquélla
de la que había de nacer el Hijo único de Dios. De ahí que San Juan Damasceno
les pueda saludar en estos términos: «Joaquín y Ana, ¡feliz pareja! la creación
entera os es deudora; por vosotros ofreció ella al Creador el don más excelente
entre todos los dones: una madre venerable, la única digna de Aquel que la
creó».
El culto de Santa Ana
ha crecido junto con la irradiación del de María. En Jerusalén, en la basílica
de «Santa María, donde ella nació», conmemoraba Juan Damasceno, en el siglo
VIII, a los abuelos de Jesús. Del modo más natural dicha basílica se convertiría
en la iglesia de Santa Ana de los Cruzados. Pero, ya desde el siglo VI, se
honraba a Santa Ana en Constantinopla, en una basílica que fue dedicada en su
honor un 25 de julio. El culto de San Joaquín pasó mucho más tarde a unirse al
de su esposa.
Oración a San Joaquín, padre de María
Insigne y glorioso
patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al
considerar que fuisteis escogidos entre todos los santos de
Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de
Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la
mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que
más necesitamos.
Con gran confianza
recurro a vuestra protección poderosa y os encomiendo todas mis necesidades
espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia
particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por vuestra
intercesión.
Como vosotros fuisteis
ejemplo perfecto de vida interior, obtenedme el don de la más sincera oración.
Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.
Dadme, vivo y constante
amor a Jesús y a María. Obtenedme también una devoción sincera y obediencia a
la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe,
esperanza y perfecta caridad.
Que yo siempre invoque
los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve.
Vida
de Santa Ana, madre María
No conocemos por los
Evangelios a Ana y Joaquín, los padres de la Madre de Dios, sino sólo por
ciertas tradiciones que se pueden remontar hasta la primera mitad del siglo II.
El padre la madre de María constituyen el eslabón que une el antiguo Israel con
el nuevo: Recibieron la bendición del Señor» y por ellos nos llega «la
salvación prometida a todos los pueblos».
Dieron el ser a aquélla
de la que había de nacer el Hijo único de Dios. De ahí que San Juan Damasceno
les pueda saludar en estos términos: «Joaquín y Ana, ¡feliz pareja! la creación
entera os es deudora; por vosotros ofreció ella al Creador el don más excelente
entre todos los dones: una madre venerable, la única digna de Aquel que la
creó».
El culto de Santa Ana
ha crecido junto con la irradiación del de María. En Jerusalén, en la basílica
de «Santa María, donde ella nació», conmemoraba Juan Damasceno, en el siglo
VIII, a los abuelos de Jesús. Del modo más natural dicha basílica se convertiría
en la iglesia de Santa Ana de los Cruzados. Pero, ya desde el siglo VI, se
honraba a Santa Ana en Constantinopla, en una basílica que fue dedicada en su
honor un 25 de julio. El culto de San Joaquín pasó mucho más tarde a unirse al
de su esposa.
Oración a Santa Ana,
madre de María
Insigne y glorioso
patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al
considerar que fuisteis escogidos entre todos los santos de Dios para dar
cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María
Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia
sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.
Con gran confianza
recurro a vuestra protección poderosa y os encomiendo todas mis necesidades
espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia
particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por vuestra
intercesión.
Como vosotros fuisteis
ejemplo perfecto de vida interior, obtenedme el don de la más sincera oración.
Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.
Dadme, vivo y constante
amor a Jesús y a María. Obtenerme también una devoción sincera y
obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y
muera con fe, esperanza y perfecta caridad.
Que yo siempre invoque
los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve.
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