sábado, 6 de julio de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 8 - DE JULIO – LUNES – 14ª – SEMANA DEL T.O. - B San Procopio

 


 

 8 - DE JULIO – LUNES –

14ª – SEMANA DEL T.O. - B

San Procopio

 

Lectura de la profecía de Oseas (2,16.17b-18.21-22):

Así dice el Señor:

«Yo la cortejaré, me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón. Y me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que la saqué de Egipto.

Aquel día –oráculo del Señor–, me llamará Esposo mío, no me llamará ídolo mío. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo, me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión, me casaré contigo en fidelidad, y te penetrarás del Señor.»

Palabra de Dios

 

Salmo:144

R/. El Señor es clemente y misericordioso

Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.

       Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. R/.

Una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas.

      Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas. R/.

Encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias. R/.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,18-26):

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él y le dijo:

«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá.»

Jesús lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría.

       Jesús se volvió y, al verla, le dijo:

«¡Ánimo, hija! Tu fe te ha curado.»

Y en aquel momento quedó curada la mujer.

Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:

«¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.»

Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

Palabra del Señor

 

1.  Es evidente que la actividad de Jesús, por lo que nos cuentan los evangelios, giró en torno a tres tareas que ocuparon prácticamente toda su vida pública:

1) La salud de los enfermos.

2) La comensalía compartiendo la mesa con toda clase de personas, sobre todo con pobres y pecadores.

3) La enseñanza a la gente en torno al tema de las buenas relaciones humanas. 

Es verdad que, en el fondo de esta actividad, siempre está la referencia al Padre, del que habla con frecuencia y al que dedica horas y noches enteras de oración. Pero el Padre es el motivo y el referente último.

 

2.  La actividad de Jesús no se centró ni en torno al templo, ni en las reuniones de la sinagoga. No fue una actividad "religiosa", Como la de un profesional de la religión. El centro de la actividad de Jesús fue el ser humano: su salud, su alimentación, sus buenas relaciones con los demás. 

Sin duda, en eso vio Jesús lo que más quiere el Padre del Cielo. Y el único camino que nos lleva al Padre, es decir, que da sentido a nuestras vidas.  Jesús no fue un agitador social. Y menos aún un revolucionario. Lo que ocurre es que vio que no hay más camino para ir a Dios que humanizar este mundo.

 

3.  En la curación de la mujer de las hemorragias y en la devolución de la vida a la niña del personaje, Jesús muestra su preocupación central por la vida.

       No olvidemos que el grupo humano más despreciado de que aquella cultura era la mujer. Y más, si se trataba de una mujer que padecía una enfermedad que impurificaba; o si era una niña, que se podía abandonar o venderla como esclava.

Para Jesús, todas las mujeres tenían la misma importancia y dignidad que los varones.

 

San Procopio

 



 

En Cesarea de Palestina, san Procopio, mártir, que en tiempo del emperador Diocleciano fue conducido desde la ciudad de Scytópolis a Cesarea, donde, por manifestar audazmente su fe, fue inmediatamente decapitado por el juez Fabiano (c. 303).

 

 

Vida de San Procopio

 

El primero de los mártires en Palestina fue Procopio. Era un varón lleno de la gracia divina, que desde niño se había mantenido en castidad y había practicado todas las virtudes. Había domado su cuerpo hasta convertirlo, por decirlo así, en un cadáver; pero la fuerza que su alma encontraba en la palabra de Dios daba vigor a su cuerpo. Vivía a pan y agua; y sólo comía cada dos o tres días; en ciertas ocasiones, prolongaba su ayuno durante una semana entera. La meditación de la palabra divina absorbía su atención día y noche, sin la menor fatiga. Era bondadoso y amable, se consideraba como el último de los hombres y edificaba a todos con sus palabras. Sólo estudiaba la palabra de Dios y apenas tenía algún conocimiento de las ciencias profanas. Había nacido en Aelia (Jerusalén), pero residía en Escitópolis (Betsán), donde desempeñaba tres cargos eclesiásticos. Leía y podía traducir el sirio, y arrojaba los malos espíritus mediante la imposición de las manos. Enviado con sus compañeros de Escitópolis a Cesárea, fue arrestado en cuanto cruzó las puertas de la ciudad. Aun antes de haber conocido las cadenas y la prisión, se encontró ante el juez Flaviano, quien le exhortó a sacrificar a los dioses. Pero él proclamó en voz alta que sólo hay un Dios, creador y autor de todas las cosas. Esta respuesta impresionó al juez. No encontrando qué replicar, Flaviano trató de persuadir a Procopio de que por lo menos ofreciese sacrificios a los emperadores. Pero el mártir de Dios despreció sus consejos. "Recuerda —le dijo— el verso de Homero: No conviene que haya muchos amos; tengamos un solo jefe y un solo rey." Como si estas palabras constituyesen una injuria contra los emperadores, el juez mandó que Procopio fuese ejecutado al punto. Los verdugos le cortaron la cabeza, y así pasó Procopio a la vida eterna por el camino más corto, al séptimo día del mes de Desius, es decir, el día que los latinos llaman las nonas de julio, el año primero de nuestra persecución. Este fue el martirio que tuvo lugar en Cesárea.

 

 

 

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