5 - DE JULIO – VIERNES – 13ª – SEMANA DEL T.O. - B
San Antonio María
Zaccaría
Lectura de la profecía de Amós
(8,4-6.9-12):
Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables,
diciendo:
«¿Cuándo
pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el
grano?»
Disminuís
la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero
al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del
trigo.
Aquel
día –oráculo del Señor– haré ponerse el sol a mediodía, y en pleno día
oscureceré la tierra. Cambiaré vuestras fiestas en luto, vuestros cantos en
elegía; vestirá de saco toda cintura, quedará calva toda cabeza. Y habrá un
llanto como por el hijo único, y será el final como día amargo.
Mirad
que llegan días –oráculo del Señor– en que enviaré hambre a la tierra: no
hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar la palabra del Señor. Irán
vacilantes de oriente a occidente, de norte a sur; vagarán buscando la palabra
del Señor, y no la encontrarán.
Palabra de Dios
Salmo:
118
R/.
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios
Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de
todo corazón. R/.
Te busco de todo corazón, no consientas
que me desvíe de tus mandamientos. R/.
Mi alma se consume, deseando continuamente
tus mandamientos. R/.
Escogí el camino verdadero, deseé tus
mandamientos. R/.
Mira cómo ansío tus decretos: dame vida con
tu justicia. R/.
Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (9,9-13):
En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al
mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme.»
Él
se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos
publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus
discípulos.
Los
fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo
es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús
lo oyó y dijo:
«No
tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que
significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Palabra del Señor
1. Decir
que Mateo se dedicaba a cobrar los impuestos era lo mismo que afirmar que era
un ladrón. Su trabajo era un oficio en el que se ganaba lo que se cobraba
"de más" a los contribuyentes (Tácito, Ant. 3, 52-54; Josefo, Bell.
J., 2, 372).
De ahí, el
desprecio de la gente hacia este tipo de individuos. Se les asociaba con gentes
tan poco estimadas como los mendigos, los ladrones, los usureros, los dueños de
prostíbulos y los adúlteros (Cicerón, De off. 1, 50; Josefo, Bell. J., 2, 384;
Filóstrato, Apolonio 8, 7. 11. Cf. W. Carter).
Pues bien, a
un individuo de tan mala calificación es al que Jesús se dirige. Y sin más
explicaciones, le plantea la llamada: Sígueme. Y tan inmediata como fue la
llamada, así fue la respuesta.
Sin duda
alguna, era enorme la "atracción" que 'ejercía Jesús sobre las gentes
más marginales de su tiempo y de aquella sociedad.
2. Por
otra parte, es lógico pensar que Jesús quería convertir a los corruptos de su
tiempo. Pero vio que el procedimiento para que los corruptos cambiasen no
consistía en alejarse de ellos. Y, menos aún, mediante insultos, agresiones y
ofensas o amenazas.
Por eso, el
Evangelio afirma -de forma sorprendente-
que Jesús "comía con pecadores y publicanos" (Lc 15, 1-2).
Se ha dicho
muchas veces que los "pecadores" eran los "impuros".
Quienes mejor han estudiado este asunto han llegado a la conclusión de que los
pecadores eran "los malvados…, aquellos que pecaban con plena conciencia y
de forma execrable sin arrepentimiento" (R Sanders).
3. Pues
bien, lo más fuerte es que Jesús, al comer con aquellas gentes y hacerse amigo de ellos, asociaba su vida a grupos y expresiones que
funcionaban e iban unidos a términos simbólicos que definían una posición
social que era abiertamente difamatoria (Dennis E. Smith).
En el fondo,
lo que el evangelio de Mateo quiere dejar claro es la significación del texto
famoso de Os 6, 6: Misericordia quiero y no sacrificios (Mt 9, 13; 12, 7).
El Evangelio
nos viene a decir que, si no eres bueno con los que son considerados como
malos, la religión, el culto y las observancias no te sirven para nada.
San Antonio María
Zaccaría
San Antonio María Zaccaria, presbítero,
fundador de la Congregación de los Clérigos Regulares de San Pablo o
Barnabitas, para la reforma de las costumbres de los fieles cristianos, y de
las Hermanas Angélicas de San Pablo. Voló al encuentro del Salvador en Cremona,
ciudad de la Lombardía.
Vida de San Antonio
María Zaccaría
En este sacerdote que murió muy joven, sí
que se cumplió aquella frase del Libro de la Sabiduría en la S. Biblia
"Vivió muy poco tiempo, pero hizo obras como si hubiera tenido una vida
muy larga".
Nació en Cremona, Italia, en 1502. Quedó
huérfano de padre cuando tenía muy pocos años. Su madre, viuda a los 18 años,
renunció a nuevos matrimonios que se le ofrecían con tal de dedicarse
totalmente a la educación de su hijita y los resultados que obtuvo fueron
admirables.
Estudió medicina en la Universidad de
Padua, y allí supo cuidarse muy bien para huir de las juergas universitarias y
así conservar la santa virtud de la castidad. Desde joven renunció a los
vestidos elegantes y costosos, y vistió siempre como la gente pobre, y el
dinero que ahorraba con esto, lo repartía entre los más necesitados.
A los 22 años se graduó de médico y
su gran deseo era dedicarse totalmente a atender a las gentes más pobres, la
mayor parte de las veces gratuitamente, y aprovechar su profesión para
ayudarles también a sus pacientes a salvar el alma y ganarse el cielo. Pero
unos años después, sus directores espirituales le aconsejaron que hiciera
también los estudios sacerdotales, y así logró ordenarse de sacerdote. Así fue
doblemente médico: de los cuerpos y de las almas.
Antonio María tuvo siempre desde muy
pequeño un inmenso amor por los pobres. Ya en la escuela, volvía a veces a casa
sin saco, porque lo había regalado a algún pobrecito que había encontrado por
ahí tiritando de frío. Durante sus años de profesional y sacerdote, todo lo que
consigue lo reparte entre los más necesitados.
Se trasladó a Milán (la ciudad de mayor
número de habitantes en Italia) porque en esa gran ciudad tenía más
posibilidades de extender su apostolado a muchas gentes. Y allí, por medio de
la hermana Luisa Torelli fundó la comunidad de las hermanas llamadas "Angelicales"
(nombre que les pusieron porque su convento se llamaba de "Los Santos
Ángeles"). El fin de esta comunidad era preservar a las jovencitas que
estaban en peligro de caer en vicios, y redimir y volver al buen camino a las que
ya habían caído. Estas hermanas le ayudaron muchísimo a nuestro santo en todos
sus apostolados.
Luego con otros compañeros fundó la
Comunidad llamada "Clérigos de San Pablo" los cuales, por vivir en un
convento llamado de San Bernabé, fueron llamados por la gente "Los Padres
Bernabitas". Esta congregación tenía por fin predicar para convertir a los
pecadores, extender por todas partes la devoción a la Pasión y muerte de
Cristo, y a su santa Cruz. Y esforzarse lo más posible por tratar de obtener la
renovación de la vida espiritual y piadosa entre el pueblo, que estaba muy
decaída y relajada. Estos religiosos hicieron tanto bien en la ciudad y sus
alrededores que unos años más tarde, San Carlos, gran arzobispo de Milán, dirá
de ellos: "Son la ayuda más formidable que he encontrado en mi
arquidiócesis".
San Antonio María sentía un gran cariño
por la Sagrada Eucaristía, donde está Cristo presente en la Santa Hostia, con
su Cuerpo, Sangre, alma y divinidad. Por eso propagó por todas partes la
devoción de las Cuarenta Horas, que consiste en dedicar tres días cada año, en
cada templo, a honrar solemnemente a la Stma. Eucaristía con rezos, cantos y
otros actos solemnes de culto.
Otra de sus grandes devociones era la
pasión y muerte de Cristo. Cada viernes, a las tres de la tarde hacía sonar las
campanas, para recordar a la gente que a esa hora había muerto Nuestro Señor.
Siempre llevaba una imagen de Jesús crucificado, y se esmeraba por hacer que
sus oyentes meditaran en los sufrimientos de Jesús en su Pasión y Muerte,
porque esto aumenta mucho el amor hacia el Redentor. Y una tercera devoción que
lo acompaño en sus años de sacerdocio fue un enorme entusiasmo por las Cartas
de San Pablo. Su lectura lo emocionaba hasta el extremo, y de ellas predicaba,
y a sus discípulos les insistía en que leyeran tan preciosas cartas
frecuentemente, y que meditaran en sus importantísimas enseñanzas. A él le
sucedió lo que le ha pasado a miles y millones de creyentes en el mundo entero,
que al leer las Cartas de San Pablo han descubierto en ellas unos mensajes
celestiales tan interesantes que quedan entusiasmados para siempre por su
lectura y meditación.
A nuestro santo le correspondió
vivir en los tiempos difíciles en los que en Alemania el falso reformador
Lutero proclamaba una falsa reforma en la religión, y en Roma y España, San
Ignacio y sus jesuitas empezaban a trabajar por conseguir una verdadera reforma
de la Iglesia, y muchísimos católicos sentían un intenso deseo que empezara una
era de mayor fervor y menos frialdad y maldad. San Antonio María fue uno de los
que con su enorme apostolado preparó la gran Reforma de la Iglesia Católica que
iba a traer el Concilio de Trento.
Siendo aún muy joven, sintió que de tanto
trabajar por el apostolado, le faltaban las fuerzas. Se fue a casa de su santa
madre, y en sus brazos murió el 5 de julio de 1539. Tenía apenas 37 años, pero
había hecho labores apostólicas como si hubiera trabajado por tres docenas de
años más. El Papa León XIII lo declaró santo en 1897. Y nosotros le pedimos a
San Antonio Zaccaría, que pida mucho al buen Dios para que la Iglesia Católica
se renueve día por día y no vaya a caer nunca en la relajación y que no se enfríe
nunca en el santo fervor que Nuestro Señor quiere de cada uno de los creyentes.
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