jueves, 24 de octubre de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 26 - DE OCTUBRE –SÁBADO – 29ª – SEMANA DEL T.O. – B – San Evaristo papa

 

 


26 - DE OCTUBRE –SÁBADO –

29ª – SEMANA DEL T.O. – B –

San Evaristo papa

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,7-16):

A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura:

«Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres.»

El «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.

Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para construcción de sí mismo en el amor

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 121,1-2.3-4a.4b-5

    R/. Vamos alegres a la casa del Señor

   ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»!

        Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. R/.

    Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta.

         Allá suben las tribus, las tribus del Señor. R/.

   Según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. R/.

 

  Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,1-9):

  En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.

  Jesús les contestó:

   «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así?

  Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?

  Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»

  Y les dijo esta parábola:

   «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador:

  "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?"

  Pero el viñador contestó:

   "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»

 

Palabra del Señor

 

        1.-  Jesús, vino a ayudarnos a vivir nuestra vida con sentido y para ello, guiado por la verdad en el amor, busca “la edificación del cuerpo de Cristo”, que es la iglesia. Todas sus acciones buscan este fin. Y para ello ha constituido “a unos apóstoles, a otros profetas, a otros pastores y doctores”. Es claro que no tenemos la misma función, pero sí todos tenemos la misma y única gran dignidad: ser hijos de Dios y hermanos unos de otros. Y todos, cada uno desde su puesto y desde su ministerio, según la gracia que cada uno ha recibido “según la medida del don de Cristo” debemos vivir la verdad en el amor… la única manera de edificar, construir y hacer crecer “el cuerpo de Cristo”. No tenemos más camino que la verdad y el amor. 

 

        2.- Jesús quiere que cada uno de nosotros demos fruto por el camino que nos indica. Con este motivo, en el evangelio de hoy nos habla de uno que tenía una higuera plantada en su viña y llevaba tres años sin dar fruto. Entonces el dueño de la vida dijo a su cuidador que la cortase: “¿para qué va a ocupar terreno en balde”. Pero el cuidador pidió más tiempo para la higuera, pidió un año más en el que él la iba a seguir cuidado con más mimo: “yo cavaré alrededor y le echaré estiércol a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás”. Nuestro Dios con nosotros tiene paciencia. Sabe esperar un año, dos años, tres años… muchos años. Pero mejor, ya que hemos sido seducidos por su amor e iluminados por su poderosa luz, que cada día sigamos siendo fieles a la promesa voluntaria que le hicimos de seguirle, de dar fruto en su viña y experimentando el gozo de su amistad.

 

San Evaristo papa

 



 

Judío de origen griego, pastoreó la iglesia sucediendo al papa Anacleto. Fue humilde y docto en la predicación y defendió la fe de los errores gnósticos.

 

  Vida de San Evaristo papa

   Nació por los años 60, de una familia judía asentada en tierras griegas. Recibió educación judía y aprendió en los liceos helénicos.

    No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles que, lleno de celo, eleva el nivel de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a mostrarle a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en la predicación y humilde en el servicio.

    Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por humildad se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que comportaba tan alto servicio. El día 27 de Julio del año 108 tuvo la Iglesia por Papa a Evaristo.

   Atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe contra los errores gnósticos. Establece normas que afectan a la consagración y trabajo pastoral de los Obispos y de los diáconos. Manda la celebración pública de los matrimonios. Se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió cartas a los fieles de Africa y de Egipto.

Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el 117.

 

(Fuente: catholic.net)

 

 

 

 

 

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