miércoles, 30 de diciembre de 2015

Párate un momento: Evangelio 31 de Diciembre – JUEVES – San Silvestre I, papa





31 de Diciembre – JUEVES –
San Silvestre I, papa

EVANGELIO
La Palabra se hizo carne

Evangelio: Juan 1, 1-18

     En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
     Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
     En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
     Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
     La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
     Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.
     Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.
     Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
     Juan da testimonio de él y grita diciendo:
     - «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."»
     Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

     1.- La Iglesia termina el año poniendo ante nosotros la cuestión más profunda y más necesaria que tenemos que afrontar quienes pretendemos relacionarnos con Dios. No olvidemos que la palabra “Dios” se refiere a una realidad que no conocemos, ni podemos conocer. Porque “Dios”, por definición, es el “Trascendente”, Ahora bien, ser “Trascendente” significa algo que no está a nuestro alcance. Es decir, esa palabra designa “ausencia de toda posible relación”. Ser “trascendente” no significa ser “infinitamente superior”, sino simplemente ser “inconmensurable”, es decir, “de un orden absolutamente otro, distinto, diverso, que no entra en el campo inmanente de nuestra capacidad o nuestra posibilidad de conocimiento o relación (Sophie Nordmann).

     2.- Entonces, ¿cómo podemos conocer a Dios, pensar a Dios y hablar de Él? El evangelio de Juan dice aquí: “la Palabra era Dios” (Jn 1,1). Pero después añade: “Y la Palabra se hizo carne”(Jn. 1,14). O sea, en Jesús, Dios se humanizó. Se hizo presente, visible y tangible. Todo eso, en un ser humano. Jesús. Y, mediante Jesús, Dios se ha fundido con todo ser humano (Mt 25,31-46).

     3.- El texto del evangelio termina diciendo: “A Dios nadie lo ha visto jamás. El hijo único… es quien lo ha dado a conocer” (Jn. 1,18). En Jesús, en su forma de vida, en sus gustos y costumbres, en eso aprendemos lo que podemos saber sobre Dios. Y cómo podemos encontrar a Dios.

San Silvestre I, papa

Este Santo Padre ejerció su pontificado en la época en la que Constantino decretó la libertad para los cristianos, dando alto a las persecuciones. El emperador Constantino le regaló a San Silvestre el palacio de Letrán en Roma, y desde entonces estuvo allí la residencia de los Pontífices.
También tuvo este Pontífice la suerte de poder construir la antigua Basílica de San Pedro en el Vaticano, y la primera Basílica de Letrán. Durante su Pontificado se reunió en el Concilio de Nicea (año 325), en el cual los obispos de todo el mundo declararon que quien no crea que Jesucristo es Dios, no es católico. Compusieron allí el Credo de Nicea. Dicen que a San Silvestre le correspondió el honor de bautizar a Constantino, el primer emperador cristiano.
El Pontificado de San Silvestre duró 20 años. Murió el 31 de diciembre del año 335.


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