30 de Diciembre –
MIÉRCOLES –
Octava de
Navidad
San Félix I,
papa.
Evangelio
según san Lucas 2, 36-40
En aquel
tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una
mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda
hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a
Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios
y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
1.- El elogio de Jesús, que hace la
religión del Templo, brota de “un hombre” (Simeón) (Lc 2,25) y de “una mujer”
(Ana) (Lc. 2,36). Del hombre, se menciona de forma destacada su grandeza
interior, que se caracteriza por la presencia del “Espíritu”, al que se
menciona tres veces actuando en él (Lc. 2,25.26.27). De la mujer, se recuerda
su padre, su tribu (Lc. 2,36ª), su edad (Lc 2,36b), su relación con el Templo y
sus devociones (Lc 2,36c-37). La diferencia es patente. Para la religión, el
hombre es importante “por sí mismo”, mientras que la mujer lo es por lo que le
aporta su familia, su religiosidad y las tareas a las que se dedica. ( cf. F.
Bovon, M.P. John, A.T. Varela).
2.- La religión del Templo distingue,
divide, separa, sutilmente “elogia” y “humilla”. Es la inevitable consecuencia
del “sistema vertical”. Y es evidente que “sin una crítica de la verticalidad,
no podemos avanzar” (Peter Sloterdijk). Dios está en el extremo “más alto”, la
mujer en el extremo “más bajo”. Y el hombre, siempre aprovechando su situación
“súper”, utilizando el “vocabulario de la verticalidad”, tan característico de
la cultura machista y de casi todas las tradiciones religiosas. Esto es lo que
explica la posición de la mujer, que siempre ha de “mirar hacia arriba” para
pensar y ver al hombre.
3.- Por eso el cristianismo “tiene
indiscutiblemente derechos de autor sobre el término “sobre-humano”, con una
participación en los beneficios incluso en sus giros anticristianos” (Ernst
Benz.). Aquí está la raíz de lo que Jesús puso al revés cuando sentenció. “Pero
todos, aunque sean primeros, serán últimos, y aunque sean últimos, serán
primeros (Mt. 19,30). Jesús detesta el “sistema vertical”. Como detesta el
prefino “hyper” (sobre) que utiliza el jerarquismo que se invento Dionisio
Areopagita (s.V). Porque hasta Dios está en los últimos: en los hambrientos,
sedientos, enfermos, mendigos, presos, extranjeros” (Mt. 25,3º-46).
San Félix I,
papa.
San Félix I: Roma; Enero 5, 269 - Diciembre 30,
274. Nació en Roma. Elegido el 5-I-269, murió el 30-XII-274. Afirmó la
divinidad y humanidad de Jesucristo y las dos naturalezas distintas en una sola
persona. Padeció la persecución de Aureliano. Inicia a enterrar a los mártires
bajo el altar y a celebrar la misa sobre sus sepulcros.
S. FELIX I (269-274) Nació en Roma. Fue pontífice durante el imperio de Aureliano en una época inicialmente tranquila.
A él le atribuyen una carta dirigida a Máximo, obispo de Alejandría, que trata el tema entonces actual de la SS.ma Trinigad. A esta carta se la consideró de gran importancia en el Concilio de Éfeso del año 431. El texto, sintético, pero muy preciso, reza lo siguiente: «nuestra fe en la Encarnación es la que nos llega de los Apóstoles. Creemos que el Señor Jesucristo, nacido de la Virgen María, es el Verbo, el hijo eterno de Dios, y no un hombre distinto de Dios que Dios mismo ha elevado a este honor. El hijo de Dios no ha elegido un hombre para asociarle a Él; en Cristo no existen dos personas. El Verbo, perfecto Dios, se ha encarnado en el seno de la Virgen y se ha hecho hombre perfecto».
Félix destituyó al obispo de Antioquía Pablo de Samosata que doctrinalmente se equivocaba Combatió también el maniqueísmo, que negaba la esencia de Cristo, admitiendo sólo dos principios que gobiernan el mundo, el bien y el mal.
Félix murió mártir en el año 274 y fue enterrado en la iglesia romana de S. Práxedes.
S. FELIX I (269-274) Nació en Roma. Fue pontífice durante el imperio de Aureliano en una época inicialmente tranquila.
A él le atribuyen una carta dirigida a Máximo, obispo de Alejandría, que trata el tema entonces actual de la SS.ma Trinigad. A esta carta se la consideró de gran importancia en el Concilio de Éfeso del año 431. El texto, sintético, pero muy preciso, reza lo siguiente: «nuestra fe en la Encarnación es la que nos llega de los Apóstoles. Creemos que el Señor Jesucristo, nacido de la Virgen María, es el Verbo, el hijo eterno de Dios, y no un hombre distinto de Dios que Dios mismo ha elevado a este honor. El hijo de Dios no ha elegido un hombre para asociarle a Él; en Cristo no existen dos personas. El Verbo, perfecto Dios, se ha encarnado en el seno de la Virgen y se ha hecho hombre perfecto».
Félix destituyó al obispo de Antioquía Pablo de Samosata que doctrinalmente se equivocaba Combatió también el maniqueísmo, que negaba la esencia de Cristo, admitiendo sólo dos principios que gobiernan el mundo, el bien y el mal.
Félix murió mártir en el año 274 y fue enterrado en la iglesia romana de S. Práxedes.
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