11 de
Diciembre – VIERNES –
IIª –
Semana de Adviento
San Damaso – papa
Evangelio: Mt. 11, 16 – 19
En
aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “¿A quien se parece esta generación? Se
parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: “Hemos tocado la
flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado”.
Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el
Hijo del Hombre, que come y que bebe, y dicen: “ahí tenéis un comilón y un
borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Pero los hechos dan la razón a la
sabiduría de Dios”.
1.- Numerosos especialistas
en el estudio de los evangelios han pensado que, en esta parábola de los niños
jugando en la plaza de un pueblo, hay algo que no cuadra. En la historieta de
los niños, primero se menciona el baile de la flauta y después el llanto de las
lamentaciones, mientras que, al explicar lo que eso significa, se invierte el
orden, de forma que primero se habla de la vida excética de privaciones, que
llevó Juan Bautista, y después se recuerda que la vida de Jesús no tuvo nada de
privaciones y penitencia, sino que fue criticado como un comilón y un borracho
(J. Gnilka, E. Klostermann, P. Hoffmann…)
2.- Pero, en los estudios
más recientes y mejor documentados, se acepta que lo importante y lo
determinante, es esta parábola de los niños invitando a otros niños a jugar a
boda y entierro, es “el antagonismo de los deseos” (U. Luz). Porque el baile y
el duelo son actos antagónicos, fruto de “deseos contrapuestos”. Porque en
realidad lo que la parábola enseña es que, lo mismo Juan que Jesús, fueron
rechazados por sus contemporáneos (S. Légasse). La forma de vida, que llevo
Juan, fue como el duelo de un entierro, o sea “muerte”. Mientras que la forma
de vida, que llevó Jesús, fue como la alegría de un baile, o sea “vida”.
3.- ¿Qué nos dice todo esto
a nosotros? Juan Bautista quiso vivir, y vivió, como un asceta del desierto
(Lc. 1, 80; Mt. 3, 4; Mc. 1,6). Jesús no quiso vivir como un asceta. Jesús
convivió con la gente, asistió a bodas y banquetes (Jn. 2,1ss.; 12,1ss; Lc
7,36; Mc. 2, 15-17, etc), no toleró ayunos (Mc. 2,18-19 par), ni sabemos que
impusiera penitencias y mortificaciones. Jesús fue un hombre para los demás.
Que es lo importante en la vida. Y lo más difícil. Jesús vio claramente lo que
ha expresado lúcidamente F. Nietzsche: “una vida ascética es una auto-contradicción:
en ella domina un resentimiento sin igual…, en especial contra… la belleza, la
alegría; en cambio, busca un bienestar en el fracaso, la atrofia, el dolor, la
desventura, lo feo, en la mengua arbitraria, en la negación del sí, en la
autoflagelación, en el auto-sacrificio”. Esto es triste. Pero es más triste
hacer todo eso para terminar siendo “como un acróbata”, que llama la atención
(Peter Sloterdijk).
San Dámaso – papa
San Dámaso, Papa +384 11 de diciembre
De
origen español, nació hacia el año 305. Incardinado en Roma, fue elegido obispo
de la Iglesia de Roma el año 366 en momentos calamitosos. Hubo de reunir
frecuentes sínodos contra los cismáticos y herejes, fue gran promotor del culto
a los mártires, cuyos sepulcros decoró con sus versos. Murió el año 384.
Este
Pontífice se hizo famoso por haber redactado y hecho grabar los epitafios o
lápidas en los sepulcros de muchos famosos mártires de las catacumbas de Roma.
De familia española, el santo fue secretario de los Pontífices, San Liberio y
San Félix, y al ser elegido Papa, en el año 366, hizo honor a su nombre, que
significa "domador", porque tuvo que sofocar una sangrienta rebelión
que se levantó en Roma contra él. Tuvo como Secretario al gran San Jerónimo, a
quien le encargó que tradujera la S. Biblia al idioma popular, conocida con el
nombre de "La Vulgata", y que fue empleada por la Iglesia Católica
durante cerca de 15 siglos. La tradición señala que el Papa San Dámaso fue el
que introdujo en las oraciones de los católicos el "Gloria al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio, ahora y siempre por los
siglos de los siglos. Amén". Durante todo su pontificado se preocupó por
conseguir que los obispos de todas las naciones reconocieran al Sumo Pontífice
de Roma como el obispo más importante del mundo. Murió el 11 de diciembre del
año 384 a la edad de 80 años. Fue sep
ultado en la tumba que él mismo se había
preparado humildemente, alejado de las tumbas de los santos famosos de Roma.
Después construyeron sobre su sepulcro la basílica llamada San Dámaso.
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