miércoles, 30 de diciembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del dia 2 de Enero – SÁBADO – San Gregorio Nacianceno






2 de Enero – SÁBADO –
San Gregorio Nacianceno

Evangelio según san Juan (1,19-28):

     Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
     Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
     Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
     Él dijo: «No lo soy.»
     «¿Eres tú el Profeta?»
     Respondió: «No.»
     Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
     Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
     Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
     Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
     Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

     1.- Como Juan el Bautista en el evangelio de hoy, nosotros, y con nosotros toda la Iglesia, tenemos que afirmar rotundamente que no somos el Cristo, aunque él está en medio de nosotros, pero que tenemos que ser su voz, sobre todo  por la forma cómo vivimos. Nuestras vidas tienen que apuntarle y señalarle a él.
     Juan Bautista no tenia  “ni siquiera aceptaba” titulo alguno. Por muy santos sagrados y celestiales que fueran los títulos, Juan no aceptó ni uno solo. Y es que, lo mismo que utilizamos las ropas que nos ponemos, para tapar nuestras vergüenzas, de la misma manera usamos títulos, apellidos, formas de tratamiento y cortesía para cubrir lo poco que valemos y pintamos en la vida. O lo mucho que pretendemos ser y representar en este “gran teatro del mundo”, la gran comedia de los mediocres. ¡De verdad!, somos unos “pobres diablos”, que damos risa.

     2.- No es cuestión de vanidad. Se trata de algo mucho más serio. Porque, en definitiva, lo que ocurre es que, en cada uno de nosotros (“yo el primero”), manda más la “apariencia” que la “realidad”. Lo que importa es tener “buena imagen”, aunque en realidad seamos “sepulcros blanqueados” (Mt. 23,27), que vamos por la vida enseñando una “apariencia”, que recubre la mediocridad y quizá incluso la fealdad repugnante, que ocultamos celosamente. ¡Excelentes fariseos!

     3.- Juan se veía como un “nadie”. Sin titulo, sin nombre, sin dignidad o distinción que pudiera presentar o representarlo. Juan se presenta simplemente como “una voz que clama en el desierto” (Jn. 1,23). Y allí, desde la soledad y el desamparo, en el que se refugiaban las “personas desarraigadas, deudores, bandidos o descontentos con el orden social” (R. Teja, H. Henne), desde allí, Juan “grita” (Mc 1,3; Mt 3,3; Lc 3,4; cf. Is 40,3). Es el grito de los inválidos y los débiles. Es decir, solo desde la realidad desnuda del que se presenta, ante los demás, sin apariencia alguna, tal cual es, solo así se puede anunciar al que “esta en medio de nosotros, pero no lo conocemos” (Jn. 1,26-27)

San Gregorio Nacianceno

San Gregorio Nacianceno, Llamado el Demóstenes cristiano por su elocuencia y, en la iglesia Oriental le dicen "el teólogo", por la profundidad de su doctrina y el encanto de su elocuencia. Es uno de los Padres Capadocios, muy cercano a los hermanos San Basilio y San Gregorio de Nicea, los llamados "Padres Capadocios" con quienes cooperó para derrotar la herejía arriana. Es uno de los cuatro grandes Doctores de la Iglesia Griega.
Nació en Nacianzo, Cappadocia (hoy en Turquía), el mismo año que su gran amigo San Basilio. 
Perteneció a una familia de santos: Su padre fue un judío converso, obispo de Nacianzo por 45 años(san Gregorio El Mayor), su madre, santa Nona. Sus hermanos, santos Cesáreo y Gorgonia;
Estudió en Cesárea, en Palestina, donde conoció a San Basilio. Estudió leyes por diez años en Atenas. Entre sus compañeros de estudio estaba San Basilio y el futuro emperador, Julián el Apóstata. Gregorio volvió a Nacianzo a los 30 años (aprox.) y se unió a San Basilio por 2 años en vida solitaria. 

Aunque prefería la vida solitaria, regresó para ayudar a su padre anciano en la administración de la diócesis. Fue ordenado contra su voluntad por su padre en el 362. Huyó para volver a la vida monacal con Basilio. Pero en 10 semanas regresó a sus responsabilidades como sacerdote. Escribió una apología sobre las responsabilidades del sacerdote.
Alrededor del 372, fue consagrado obispo por S. Basilio de Sasima pero no lo aceptó. Siguió como coadjutor de su padre. Esto causó la ruptura de la amistad entre Basilio y Gregorio pero se reconciliaron después.
Se retiró por 5 años a un monasterio en Seleucia, Isauria. Al morir el emperador Valens se mitigó la persecución de los ortodoxos y un grupo de obispos lo invitaron a Constantinopla. La ciudad había sido dominada por 30 años por los arianos. Fue nombrado obispo. Sufrió mucho por difamaciones y persecución de los arianos y otros herejes.
El Concilio de Constantinopla estableció y confirmó las conclusiones de Nicea. Poco después de su consagración como obispo de Constantinopla, sus enemigos pusieron en duda la validez de su elección en 381. El, para restaurar la paz, resignó. Volvió a Nacianzo, donde la cede estaba vacante y administró la diócesis hasta que eligieron a un sucesor. Alrededor del año 384 se retiró. Fue entonces que escribió sus famosos poemas y su autobiografía. Murió en Nacianzo 25 de enero de 389 o 390.
Enseñanza y escritos: 45 discursos, 244 cartas y 400 o más poemas. 
En la iconografía aparece como obispo oriental, con el palio y un libro.
San Gregorio Nacianceno sobre la oración
Benedicto XVI, 22 Agosto, 2007
"Gregorio nos enseña, ante todo, la importancia y la necesidad de la oración" 

El obispo de Nacianzo decía: «es necesario acordarse de Dios con más frecuencia de lo que respiramos»

«En la oración, tenemos que dirigir nuestro corazón a Dios para entregarnos a Él como ofrenda que debe ser purificada y transformada»

«En la oración, vemos todo a la luz de Cristo, dejamos caer nuestras máscaras y nos sumergimos en la verdad y en la escucha de Dios, alimentando el fuego del amor».

«(Gregorio) experimentó el empuje del alma, la vivacidad de un espíritu sensible y la inestabilidad de la felicidad efímera. Para él, en el drama de una vida sobre la que pesaba la conciencia de su propia debilidad y de su propia miseria, siempre fue más fuerte la experiencia del amor de Dios». 

«Tienes una tarea --nos dice san Gregorio también a nosotros--, la tarea de encontrar la verdadera luz, de encontrar la verdadera altura de tu vida. Y tu vida consiste en encontrarte con Dios, que tiene sed de nuestra sed»



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