sábado, 12 de diciembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 12 de Diciembre – SÁBADO – IIª – Semana de Adviento Nuestra Señora de Guadalupe





12 de Diciembre – SÁBADO –
IIª – Semana de Adviento
Nuestra Señora de Guadalupe

Evangelio: Mt. 17, 10-13
Cuando bajaban de la montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: - «¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó: - «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.

1.- Este diálogo de Jesús con los discípulos ocurrió al bajar del monte de la transfiguración (Mt. 17,1-13).  En aquel monte, junto a Moisés, los discípulos habían visto al profeta Elías (Mt.17,4). Este profeta tenia una importancia singular en el judaísmo del tiempo de Jesús. Porque se pensaba que Elías esta en el cielo “como auxilio en caso de peligro o de necesidad” (J.Lambrecht). Por eso, cuando Jesús grita en la cruz clamando su desamparo (“Eloi, Eloi”) (Mc 15,34), algunos pensaron que estaba llamando a Elías (Mc 15,35-36).

2.- El tema de fondo, que contiene este evangelio, está en que nuestra relación con Dios se puede entender y vivir de dos maneras:  1) Como auxilio en situaciones de peligro o necesidad.  2) Como exigencia ética que determina nuestro proyecto de vida.  Los judíos del tiempo de Jesús esperaban y deseaban la venida del Mesías según el modelos del “auxilio en el peligro”.  Seguramente esto influyó en que mucha gente llegara a identificar a Juan Bautista con Elías (Jn. 1,21.25; Mc. 6,15 par; Lc. 9,8; Mc. 8, 28 par; Mt. 16, 14; Lc. 9,19).

      3.- Pero el destino de Juan Bautista y de Jesús tuvieron un paralelismo estricto y fuerte en el otro sentido: como una exigencia, en su proyecto de vida, que les llevó al sufrimiento y a la muerte violenta.  Cuando se plantea el “reinado de Dios), Juan, Jesús y los discípulos asumen el mismo destino: sufrir y morir por el pueblo (cf. Mt. 11,11-14. 16; 14,1-12). El Bautista y Jesús, en la mentalidad de Mateo, proclaman el mismo mensaje, padecen el mismo destino y tienen los mismos enemigos (U. Luz).  La honradez ética de ambos les llevó a los dos a enfrentarse a los poderosos, a verse perseguidos y encarcelados, para terminar en el degüello o en la cruz.  Es urgente que la Iglesia y los cristianos nos identifiquemos con un proyecto de vida equivalente.  Usar la religión como auxilio en el peligro es una forma más de interés y refinado egoísmo.  Es la religión de los que van al templos, a las imágenes y a los santos cuando se ven en apuros.  Jesús no quiere que nos quedemos atrapados por esa religiosidad egoísta.  La religión de Jesús es honradez ética y defensa de la justicia y el derecho.

Nuestra Señora de Guadalupe


Nuestra Señora de Guadalupe es una advocación mariana de la Iglesia católica, cuya imagen tiene su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, en el norte de la ciudad de México.

De acuerdo a la tradición oral mexicana, y los múltiples documentos históricos encontrados alrededor del mundo en distintos archivos, la Virgen María se apareció en cuatro ocasiones a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, y una quinta ocasión en el pueblo de Santa María, Tulpetlac en el Estado de México en la cual curó a Juan Bernardino, tío de san Juan Diego. El relato guadalupano conocido como Nican mopohua, tras la primera aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga. Juan Diego en la última aparición de la Virgen llevó en su ayate unas rosas flores que no son nativas de México y que tampoco prosperan en la aridez del territorio que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María, morena y con rasgos mestizos.


Las mariofanías tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año. La fuente más importante que las relata fue el mismo Juan Diego que habría contado todo lo que había acontecido. Posteriormente esta tradición oral fue recogida en un escrito con sonido náhuatl pero con caracteres latinos (técnica que ningún español sabía hacer y que solo muy rara vez usaban los indígenas); este escrito es llamado el Nican mopohua, y es atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605). Posteriormente en 1648 es publicado el libro Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe por el presbítero Miguel Sánchez, contribuyendo a recopilar todo lo que los indígenas sabían acerca de la devoción guadalupana.

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