IIº - Domingo de Adviento
San Nicolás de Bari
Primera lectura: Baruc 5, 1-9
Jerusalén,
despójate de tu vestido de luto y aflicción y vístete las galas perpetuas de la
gloria que Dios te da, envuélvete en el manto de la justicia de Dios y ponte en
la cabeza la diadema de la gloria del eterno, porque Dios mostrará tu esplendor
a cuantos viven bajo el cielo. Dios te dará un nombre para siempre: “Paz en la
justicia” y “Gloria en la piedad”. Ponte en pie, Jerusalén, sube a la altura,
mira hacia el oriente y contempla a tus hijos, reunidos de oriente a occidente
a la voz del Santo, gozosos invocando a Dios. A pie se marcharon, conducidos
por el enemigo, pero Dios te los traerá con gloria, como llevados en carroza
real. Dios ha mandado abajarse a todos los montes elevados y a las colinas
encumbradas, ha mandado, llenarse a los barrancos hasta allanar el suelo, para
que Israel camine con seguridad, guiado por la gloria de Dios. Ha mandado al
boscaje y a los árboles aromáticos hacer sombra a Israel. Porque Dios guiará a
Israel con alegría a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia.
Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6
R// El Señor ha estado grande con
nosotros, y estamos alegres.
• Cuando el Señor cambió la suerte de
Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R//
• Hasta los gentiles decían:
“El Señor ha estado grande con ellos”.
El señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R//
• Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Négueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R//
• Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R//
Segunda lectura: Filipenses 1, 4-6. 8-11
Hermanos: Siempre
que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores
míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy. Esta es mi
convicción: que el que ha inaugurado entre vosotros una empresa buena la
llevará adelante hasta el día de Cristo Jesús. Testigo me es Dios de lo
entrañablemente que os echo de menos, en Cristo Jesús. Y esta es mi oración:
que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para
apreciar los valores. Así llegaréis al día de Cristo limpios e irreprochables,
cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, a gloria y alabanza
de Dios.
Evangelio: Lucas 3, 1-6
En el año quince del reinado del
emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey
de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey
de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios
sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del
Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está
escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: “Una voz grita en el
desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los
valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo
escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios”.
1.-
¿Es el morado color de alegría?
Si Pablo Iglesias, líder de Podemos, fuese a misa el domingo (cosa que no
creo que haga) le produciría gran satisfacción ver al sacerdote vestido de su
color favorito, el morado, dominante durante el Adviento. Sin embargo, la
liturgia lo eligió por su sentido penitencial, igual que en Cuaresma. ¿Es la
elección más adecuada?
Las lecturas de este domingo no invitan a la penitencia sino a la
alegría. La del profeta Baruc ordena expresamente a Jerusalén: “quítate tu ropa
de duelo y aflicción”. Y si el sacerdote que preside la eucaristía quisiese
realizar una acción simbólica, al estilo de los antiguos profetas, podría quitarse
la casulla morada y cambiarla por una blanca y dorada. También el Salmo habla
de alegría: “la lengua se nos llenaba de risas, la lengua de cantares”; “el
Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. Pablo escribe a los cristianos de Filipos que
reza por ellos “con gran alegría”. Y el
evangelio recuerda el anuncio de Juan Bautista: “todos verán la salvación de
Dios”. Las lecturas de este domingo no
justifican que se suprima el Gloria, todo lo contrario. Hay motivos más que
suficientes para cantar la gloria de Dios.
Primer motivo de alegría: la vuelta de los desterrados (Baruc 5,1-9)
“Jerusalén, quítate tu ropa de duelo y aflicción, y vístete para
siempre el esplendor de la gloria que viene de Dios…” “Porque Dios mostrará su
esplendor a todo lo que hay bajo el cielo.” “Porque Dios guiará a Israel con alegría a la
luz de su gloria, con la misericordia y la justicia que vienen de él.”
La lectura de Baruc recoge ideas frecuentes en otros textos proféticos.
Jerusalén, presentada como madre, se halla de luto porque ha perdido a sus
hijos: unos marcharon al destierro de Babilonia, otros se dispersaron por
Egipto y otros países. Ahora el profeta la invita a cambiar sus vestidos de
duelo por otros de gozo, a subir a una altura y contemplar cómo sus hijos
vuelven “en carroza real”, “entre fiestas”, guiados por el mismo Dios.
¿Qué impresión produciría esta lectura en los contemporáneos del profeta?
Sabemos que a muchos judíos no les ilusionaba la vuelta de los desterrados;
había que proporcionarles casas y campos, y eso suponía compartir los pocos
bienes que poseían. Otros, mejor situados económicamente, verían ese retorno
como un punto de partida de un resurgir nacional. Y esto demuestra la enorme actualidad de este texto de Baruc. A primera
vista, hoy día Jerusalén es Siria, Iraq, tantos países de África que están
perdiendo a sus hijos porque deben desterrarse en busca de seguridad o de
trabajo. Pero también nosotros podemos identificarnos con Jerusalén y ver a
esos cientos de miles de personas no como una amenaza para nuestra sociedad y
nuestra economía, sino como hijos y hermanos a los que se puede acoger y ayudar
en su desgracia.
Segundo motivo de alegría: la bondad de la comunidad
(Filipenses 1,4-6.8-11)
“Rogando
siempre y en toda mis oraciones con alegría por todos vosotros a causa de la
colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día hasta hoy;
firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra, la irá
consumando hasta el Día de Cristo Jesús…”
Pablo sentía un afecto especial por la comunidad de Filipos, la primera
que fundó en Macedonia. Era la única a la que le aceptaba una ayuda económica.
Por eso, en su oración, recuerda con alegría lo mucho que los filipenses le
ayudaron a propagar el evangelio. Y les paga rezando por ellos para que se amen
cada día más y profundicen en su experiencia cristiana.
La actitud de Pablo nos invita a pensar en la bondad de las personas que
nos rodean (a las que muchas veces solo sabemos criticar), a rezar por ellas y
esforzarnos por amarlas.
Tercer motivo de alegría: el anuncio de la salvación (Lucas 3,1-6)
“En
el año quince del imperio de Tiberio César… …fue dirigida la palabra de Dios a
Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y se fue por toda la región del Jordán
proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está
escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz que clama en el
desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas; todo
barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará
recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios.”
A diferencia de los otros evangelistas, Lucas sitúa con exactitud
cronológica la actividad de Juan Bautista. No lo hace para presumir de buen historiador,
sino porque los libros proféticos del Antiguo Testamento hacen algo parecido
con Isaías, Jeremías, Ezequiel, etc. Con esa introducción cronológica tan
solemne, y con la fórmula “vino la palabra de Dios sobre Juan”, al lector debe
quedarle claro que Juan es un gran profeta, en la línea de los anteriores. El
Nuevo Testamento no corta con el Antiguo, lo continúa.
2.- En Juan se realiza lo
anunciado por Isaías.
Juan, igual que los antiguos profetas, invita a la conversión, que tiene
dos aspectos: 1) el más importante
consiste en volver a Dios, reconociendo que lo hemos abandonado, como el hijo
pródigo de la parábola; 2) estrechamente
unido a lo anterior está el cambio de forma de vida, que el texto de Isaías
expresa con las metáforas del cambio en la naturaleza.
Pero, a diferencia de los grandes profetas del pasado, Juan no se limita
a hablar, exigiendo la conversión. Lleva a cabo un bautismo que expresa el
perdón de los pecados. Se cumple así la promesa formulada por el profeta
Ezequiel en nombre de Dios: “Derramaré sobre vosotros un agua pura que os
purificará”.
3.- Las dos conversiones
¿Se podría mandar a una persona como penitencia estar alegre? Parece una contradicción. Sin embargo, las lecturas de este domingo y de
todo el Adviento nos obligan a examinarnos sobre nuestra alegría y nuestra
tristeza, a ver qué domina en nuestra vida. Es posible que, sin llegar a
niveles enfermizos, nos dominen altibajos de cumbres y valles, momentos de
euforia y de depresión, porque no recordamos que hay motivos suficientes para
vivir con serenidad la salvación de Dios.
Al mismo tiempo, las lecturas nos invitan también a convertirnos al
prójimo, acogiéndolo, amándolo, rezando por ellos.
San Nicolás de Bari
San Nicolás, cuyo nombre significa
"protector y defensor de los pueblos" fue tan popular en la
antigüedad que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era
invocado por los fieles en los peligros, en los naufragios, en los incendios y
cuando la situación económica se ponía difícil, consiguiendo éstos favores
admirables por parte del santo.
Por haber sido tan amigo
de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y como en
alemán se llama "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus,
siendo representado como un anciano vestido de rojo, con una barba muy blanca,
que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños. De San
Nicolás escribieron muy hermosamente San Juan Crisóstomo y otros grandes
santos, pero su biografía fue escrita por el Arzobispo de Constantinopla, San
Metodio.
Desde niño se caracterizó
porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Unos de sus tíos era
obispo y fue éste quien lo consagró como sacerdote, pero al quedar huérfano, el
santo repartió todas sus riquezas entre los pobres e ingresó a un monasterio.
Según la tradición, en la
ciudad de Mira, en Turquía, los obispos y sacerdotes se encontraban en el
templo reunidos para la elección del nuevo obispo, ya que el anterior había
muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo sacerdote que entre al
templo". En ese momento sin saber lo que ocurría, entró Nicolás y por
aclamación de todos fue elegido obispo. Fue muy querido por la cantidad de
milagros que concedió a los fieles.
En la época del Licino,
quien decretó una persecución contra los cristianos, Nicolás fue encarcelado y
azotado. Con Constantino fueron liberados él y los demás prisioneros
cristianos. Se dice que el santo logró impedir que los herejes arrianos
entrasen a la ciudad de Mira.
El santo murió el 6 de
diciembre del año 345. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad
donde fue obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando
los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí, en
secreto, las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia.
En esta ciudad se
obtuvieron tan admirables milagros por su intercesión, que su culto llegó a ser
sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía.
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