16 de Diciembre – MIÉRCOLES –
IIIª – Semana del Tiempo Ordinario
San Ageo, profeta
Evangelio; Lc
7, 19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus
discípulos a preguntar al Señor:
- «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»
Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron:
-«Juan, el Bautista, nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"»
Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
Después contestó a los enviados:
- «ld a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí.»
- «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»
Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron:
-«Juan, el Bautista, nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"»
Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
Después contestó a los enviados:
- «ld a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí.»
1.- Cuando Juan Bautista
hizo llegar a Jesús la pregunta sobre si Él era el Mesías (“el que tenia que
venir”) (A. Strobel), Juan estaba ya en la cárcel de Herodes. Juan era, por tanto, un profeta de Dios (Lc
7,26; Mt. 11,9). Pero un profeta humillado por el poder, privado de libertad y,
además, sumido en la oscuridad de la duda, sin saber a ciencia cierta si quizá
se habría equivocado al anunciar la llegada inminente del que “trae el bieldo
en la mano…, para quemar la paja en el fuego inextinguible” (Lc 3,17). Sin
embargo, Juan se enteró, en la prisión, de que Jesús no venia amenazando y
castigando, sino curando heridas y aliviando penas. Por eso, Juan se tuvo que
ver fracasado y hundido en la oscuridad del que teme haberse equivocado en la
vida. De ahí, la pregunta de los dos discípulos del Bautista.
2.- Jesús no respondió con
palabras, sino con hechos. ¿Qué hechos? No condenó a nadie. No amenazó a nadie.
El texto del relato es nítido y elocuente: “curó enfermedades, achaques, malos espíritus
y dio la vista a muchos ciegos” (Lc 7,21). Jesús estaba convencido de que la fe
no se trasmite mediante enseñanzas, sino con lo que entra por los sentidos, lo
que se ve, se toca, se siente, se palpa.
Jesús hizo aquí lo mismo que hizo, según el evangelio de Juan, cuando
Tomás no se creía lo de la resurrección (“si no lo veo, si no lo toco, no lo
creo”). Es el paralelismo de la bienaventuranza de Jn. 20, 29 y Lc 7,23 (F.
Bovon). Cuando vemos y palpamos,
entonces creemos (Jn. 0).
3.- Pero, ¿qué se trata de
ver y de palpar? La gente está ya harta de doctrinas y teorías, que ni se
entienden bien, ni convencen, ni son coherentes con lo que sí se ve y se palpa,
que es la vida oscura, turbia, que oculta tantas cosas en quienes vamos
predicando las doctrinas y teorías de la religión. No.
Por ese camino no vamos a ninguna parte.
Lo único que convence es “pasar por la vida haciendo el bien y curando a
todos los oprimidos” (Hech 10, 38). Si
no hay esto, no tenemos teología, ni es posible la evangelización.
San Ageo, profeta
San Ageo (Antiguo
Testamento), Profeta
Diciembre 16
Martirologio
Romano: Conmemoración de san Ageo, profeta, que en tiempo de Zorobabel,
gobernador de Judá, amonestó al pueblo para que reedificase la casa del Señor,
hacia la cual debía encaminarse el tesoro de todas las gentes. s. VI
Es
uno de los profetas menores; pertenece al período posterior del exilio y su
mensaje fue promover la reconstrucción del Templo de Jerusalén, en su parte
material y toda la organización litúrgica, como el profeta Zacarías.
Posiblemente nació en
Jerusalén. Su obra es breve y es de sólo dos capítulos. De su persona sabemos
que su actividad profética comienza el día primero del mes sexto del año
segundo de Darío hasta el 24 del mes noveno. Es decir que su obra está
delimitada entre agosto y diciembre del año 520 a.C., tras la reconstrucción
del templo de Jerusalén que tuvo lugar en el año 537 a.C.
Su obra proclama la fidelidad a Dios y a su alianza a través de la liturgia y el culto en el templo. Lo primordial para alcanzar la paz y el bienestar social pasaba por la restauración del templo y por la recuperación inmediata de las tradiciones pasadas.
Se convierte en uno de los
primeros autores de la literatura apocalíptica, es un profeta escatológico
optimista. Sabemos que el gobernador Zorobabel, en compañía de Yosua (el sumo
sacerdote de Jerusalén) le pidieron a Ageo que animara al pueblo para que se
uniera en la reconstrucción del templo.
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