martes, 15 de diciembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 16 de Diciembre – MIÉRCOLES – IIIª – Semana del Tiempo Ordinario San Ageo, profeta





16 de Diciembre – MIÉRCOLES –
IIIª – Semana del Tiempo Ordinario
San Ageo, profeta

 Evangelio; Lc 7, 19-23

En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar al Señor:
- «¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?»
Los hombres se presentaron a Jesús y le dijeron:
-«Juan, el Bautista, nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro?"»
Y en aquella ocasión Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a muchos ciegos les otorgó la vista.
Después contestó a los enviados:
- «ld a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí.»

       1.- Cuando Juan Bautista hizo llegar a Jesús la pregunta sobre si Él era el Mesías (“el que tenia que venir”) (A. Strobel), Juan estaba ya en la cárcel de Herodes.  Juan era, por tanto, un profeta de Dios (Lc 7,26; Mt. 11,9). Pero un profeta humillado por el poder, privado de libertad y, además, sumido en la oscuridad de la duda, sin saber a ciencia cierta si quizá se habría equivocado al anunciar la llegada inminente del que “trae el bieldo en la mano…, para quemar la paja en el fuego inextinguible” (Lc 3,17). Sin embargo, Juan se enteró, en la prisión, de que Jesús no venia amenazando y castigando, sino curando heridas y aliviando penas. Por eso, Juan se tuvo que ver fracasado y hundido en la oscuridad del que teme haberse equivocado en la vida. De ahí, la pregunta de los dos discípulos  del Bautista.

       2.- Jesús no respondió con palabras, sino con hechos. ¿Qué hechos? No condenó a nadie. No amenazó a nadie. El texto del relato es nítido y elocuente: “curó enfermedades, achaques, malos espíritus y dio la vista a muchos ciegos” (Lc 7,21). Jesús estaba convencido de que la fe no se trasmite mediante enseñanzas, sino con lo que entra por los sentidos, lo que se ve, se toca, se siente, se palpa.  Jesús hizo aquí lo mismo que hizo, según el evangelio de Juan, cuando Tomás no se creía lo de la resurrección (“si no lo veo, si no lo toco, no lo creo”). Es el paralelismo de la bienaventuranza de Jn. 20, 29 y Lc 7,23 (F. Bovon).  Cuando vemos y palpamos, entonces creemos (Jn. 0).

       3.- Pero, ¿qué se trata de ver y de palpar? La gente está ya harta de doctrinas y teorías, que ni se entienden bien, ni convencen, ni son coherentes con lo que sí se ve y se palpa, que es la vida oscura, turbia, que oculta tantas cosas en quienes vamos predicando las doctrinas y teorías de la religión.  No.  Por ese camino no vamos a ninguna parte.  Lo único que convence es “pasar por la vida haciendo el bien y curando a todos los oprimidos” (Hech 10, 38).  Si no hay esto, no tenemos teología, ni es posible la evangelización.

San Ageo, profeta

San Ageo (Antiguo Testamento), Profeta
Diciembre 16
Martirologio Romano: Conmemoración de san Ageo, profeta, que en tiempo de Zorobabel, gobernador de Judá, amonestó al pueblo para que reedificase la casa del Señor, hacia la cual debía encaminarse el tesoro de todas las gentes. s. VI

Es uno de los profetas menores; pertenece al período posterior del exilio y su mensaje fue promover la reconstrucción del Templo de Jerusalén, en su parte material y toda la organización litúrgica, como el profeta Zacarías.

Posiblemente nació en Jerusalén. Su obra es breve y es de sólo dos capítulos. De su persona sabemos que su actividad profética comienza el día primero del mes sexto del año segundo de Darío hasta el 24 del mes noveno. Es decir que su obra está delimitada entre agosto y diciembre del año 520 a.C., tras la reconstrucción del templo de Jerusalén que tuvo lugar en el año 537 a.C.

Su obra proclama la fidelidad a Dios y a su alianza a través de la liturgia y el culto en el templo. Lo primordial para alcanzar la paz y el bienestar social pasaba por la restauración del templo y por la recuperación inmediata de las tradiciones pasadas.

Se convierte en uno de los primeros autores de la literatura apocalíptica, es un profeta escatológico optimista. Sabemos que el gobernador Zorobabel, en compañía de Yosua (el sumo sacerdote de Jerusalén) le pidieron a Ageo que animara al pueblo para que se uniera en la reconstrucción del templo.


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