martes, 22 de diciembre de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 23 de Diciembre – MIÉRCOLES – IVª – Semana de Adviento – San Juan de Kety, presbítero




23 de Diciembre – MIÉRCOLES –
IVª – Semana de Adviento –
San Juan de Kety, presbítero

Evangelio: Lc 1,57-66


A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
- «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron:
-«Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.»
Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
- «¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él.

     1.- En vísperas de Navidad, cuando recordamos la entrada de Jesús en la historia humana, los cristianos recordamos el momento en el que al precursor de Jesús (el que preparó y anunció el comienzo de la actividad pública de Jesús) se le impuso el nombre que le tenía que distinguir. Lo cual es importante. En nuestra cultura actual lo que interesa de un nombre es que nos guste o que tenga alguna relación con la familia. En la cultura de Israel, expresa la identidad y la misión que el portador de ese nombre había de tener en la vida.

     2.- El nombre “Juan” viene del hebreo “yóhánán” (2Re. 25,23; Jer. 40,8ss; Neh. 13,22ss) y significa: “Yahvé es clemente” (H. Thyen). Por tanto, la identidad del que prepara el camino de Jesús, y su presencia en la sociedad de los humanos, nos viene a decir que, en la vida y la actividad de Jesús, lo que se va a manifestar es que Dios se define y se entiende como “el Dios de la misericordia”.

     3.- Es determinante tener esto muy claro y muy firme. Porque según es el Dios en el que cada cual cree, así es la religiosidad que vive. Y así es, sobre todo, la ética con que distingue su vida y su conducta. Un Dios rigorista y amenazante, produce una experiencia personal de miedo y de defensa, que centra al sujeto en sí mismo. Dios en el que creemos se define por la misericordia, la clemencia, la bondad, nos contagia esos sentimientos y la conducta que generan en quienes creen en ese Dios-Misericordia.

San Juan de Kety, presbítero

Nace en Kanty, cerca de Auschwitz, Polonia (al oeste de Cracovia)
Sus compañeros de estudio le criticaban por ayunar y abstenerse de comer carne . Le decían que estaba dañando su salud . El respondía que los monjes ayunaban y se abstenían de carne y muchas veces y llegaban hasta los ochenta años con salud física y mental.
En una ocasión regaló su almuerzo a un hombre hambriento que vio junto a la puerta. Sintió entonces una alegría tan grande al recordar que quien atiende al pobre, atiende a Cristo, que cuando llegó a ser profesor de la universidad, todos los días le dará almuerzo a un pobre. Cuando alguien le decía: "Ya viene el pobre", él añadía: "Ya viene Jesucristo", porque recordaba lo que dijo Jesús: "Yo les diré: tuve hambre y me dieron de comer. Porque todo favor que han hecho a cualquiera de estos mis humildes hermanos, yo lo recibo como si me lo hubieran hecho a Mí en persona" (Mt. 25, 40).
Siendo joven sacerdote lo nombraron profesor de la universidad. Pero unos envidiosos hicieron que lo nombraran como párroco lejos de la universidad. Allá se hizo querer tanto, que el día que lo trasladaron otra vez hacia la capital, centenares de feligreses lo acompañaron por varios kilómetros, dando grandes demostraciones de tristeza. Él se despidió de ellos con estas palabras: "La tristeza no es provechosa. Si algún bien les he hecho en estos años canten un himno de acción de gracias a Dios, pero vivan siempre alegres y contentos, que así lo quiere Dios".
Nuevamente lo nombraron profesor de la Universidad de Cracovia (Polonia) y durante muchos años enseñó Sagrada Escritura.
Los ratos libres los dedicaba a visitar pobres y enfermos. Lo que ganaba estaba a disposición de los pobres de la ciudad, que muchas veces lo dejaron en la ruina.
En las discusiones repetía lo que decía San Agustín: "Combatimos el pecado pero amamos al pecador. Atacamos el error, pero no queremos violencia contra nadie, la violencia siempre hace daño, en cambio la paciencia y la bondad abren las puertas de los corazones".
Cuando predicaba acerca del pecado lloraba al recordar la ingratitud de los pecadores hacia Dios, y la gente al verlo llorar se conmovía y cambiaba de conducta.
A sus alumnos les repetía estos consejos: "Cuídense de ofender, que después es difícil hacer olvidar la ofensa. Eviten murmurar, porque después resulta muy difícil devolver la fama que se ha quitado".
Sus alumnos y sus beneficiados recordaron con gratitud su nombre por muchos años. Fueron centenares los sacerdotes formados espiritualmente por él. La gente lo llamaba: "el padre de los pobres".
E l 24 de diciembre de 1473, rodeado por sus amados profesores de la universidad, después de recibir los santos sacramentos, murió santamente.
En su sepulcro se obraron tantos milagros y por su intercesión se consiguieron tan admirables favores, que el Sumo Pontífice lo declaró santo.




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