miércoles, 31 de agosto de 2016

PÁRATE UN MOMENTO: eL eVANGELIO DEL DÍA 1 DE SEPTIEMBRE - JUEVES 22ª- SEMANA DEL T. O. - C San Josue





1 DE SEPTIEMBRE - JUEVES
22ª- SEMANA DEL T. O. - C
San Josue

       Evangelio según san Lucas 5, 1-11
    En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.   Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió quela apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
       Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:        “Rema mar adentro y echa las redes para pescar”.
        Simón contestó:
       “Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes”.
       Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red.
       Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano.
       Se acercaron ellos y llenaron dos barcas, que casi se hundían.
       Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:
        “Apártate de mi; Señor, que soy un pecador”.
       Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
       Jesús dijo a Simón:
       “No temas, desde ahora serás pescador de hombres”.
        Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

       1.   Aquí palpamos la originalidad de Jesús. Tal originalidad está en que, las manifestaciones de lo divino, en las tradiciones religiosas, suelen realizarse de manera que van asociadas a “lo tremendo”, que infunde terror, miedo.
       Es la aparición de “lo numinoso”, que impresiona (R. Otto).
       Es lo que sucedió en el Sinaí, entre truenos y relámpagos... (Ex 19, 10-24; Deut 4, 1 ss); lo mismo que en la vocación de Isaías (Is 6, 1 Ss).     Sin embargo, en este evangelio la teofanía no se presenta en “lo tremendo”, sino en “lo gozoso”, la pesca abundante, la ganancia de aquella inesperada redada de peces.
       Son dos formas de manifestarse lo Trascendente:
       1) En la experiencia de “lo sobrecogedor”.      2) En la experiencia de “lo acogedor”.

       2.   Según Jesús, el Padre no es el Dios del miedo y la sumisión, sino el Padre de la abundancia y la dicha increíble.
       Esta revelación de Dios en Jesús es el punto de partida de la llamada de Jesús y del proyecto de Jesús, que no llama para vivir en la “sumisión religiosa”, sino para contagiar la “abundancia gozosa” de una vida que produce precisamente abundancia.

       3.   Por eso Pedro y sus compañeros, dejándolo todo, “siguieron a Jesús”.
        Su vida cambió radicalmente desde aquel momento.
       La vida de antes y la religión de antes, ya no les interesaba. Ahora solo pensaban en compartir la vida y el proyecto que habían visto, de forma patente, en la experiencia que tuvieron aquella mañana.
       A partir de aquella decisión que tomaron, empezaron a conocer a Jesús. Es decir, a Jesús se le conoce siguiéndole. No se le conoce estudiando teorías y analizando dogmas, sino compartiendo su forma de vida.
       Por eso la cristología está esencialmente marcada y determinada por el “seguimiento” de Jesús (J. 8. Metz).

San Josué


Martirologio Romano:
Conmemoración de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1). Muerto Moisés, Josué es el capitán que introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era la hora de poseer la tierra que Dios prometió a los israelitas al sacarlos de Egipto. Han pasado cuarenta años. Es un pueblo joven el que está en las proximidades de Canán. Son los hijos de los que Yavé sacó con mano poderosa. Se han curtido en el desierto inhóspito donde han vivido del mimo de Dios y presenciando a diario sus grandezas. Tienen esculpida en su alma la idea de que sólo en la fidelidad a la Alianza tienen garantía de la protección de Dios.
Josué es un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que mantiene la seguridad de que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes de la tierra que se les da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les dará la victoria.

Jericó es la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista. Posee murallas duras y sus habitantes están aprestados a defenderla.
Es Dios quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con Moisés, dándole instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino una disposición absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más impensada y la menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a la ciudad, cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes murallas de defensa.
Sin un "pero" de Josué y con la presteza originada por la fe sucede como Dios dice. Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica humana se ve superada en su potencia y las estadísticas de los hombres se tornan enanas en su presencia. Sin embargo, la fe hace que se derriben las más altas murallas de la tierra.




martes, 30 de agosto de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 31 DE AGOSTO - MIÉRCOLES 22a SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO San Ramón Nonato, religioso



31 DE AGOSTO - MIÉRCOLES
22a SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
San Ramón Nonato, religioso

       Evangelio según san Lucas 4,38-44
  Al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose enseguida, se puso a servirles.
       Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban, y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.
       De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban:
       “Tú eres el Hijo de Dios”.
       Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.
       Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando, dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese. Pero él les dijo: “También a otros pueblos tengo que anunciarles el Reino de Dios, para eso me han enviado”.
        Y predicaba en las sinagogas de Judea.

       1.   Jesús vio, como es lógico, que la primera causa del sufrimiento humano es la enfermedad. Perder la salud es lo que más tememos. Y estar sanos, lo que más apetecemos.
       Esto es lo que explica la cantidad de relatos de curaciones de enfermos que narran los evangelios, de principio a fin.
       Aquí tenemos el ejemplo: curación de la suegra de Pedro, curaciones en masa al atardecer, y, al día siguiente, todo el mundo buscándole, sin duda porque querían retener en aquel pueblo a quien les libraba de tantos peligros relativos a la salud. Porque en Jesús veían un “seguro sanitario” que les liberaba de miedos y peligros; y les daba confianza.

       2.   En esto se ve y se palpa: la enorme humanidad de Jesús. Jesús estaba convencido de que la salud humana integral de las personas es lo primero en la vida. Porque eso es dar vida, suprimir el dolor, aliviar el sufrimiento, aumentar la felicidad.
       Así es como nos acercaremos más a Dios. Y como Dios se acerca a nosotros.
       No se trata de “hacer milagros”, sino de “luchar contra el sufrimiento”.
       Jesús no nos pide que seamos curanderos o que hagamos prodigios divinos. Lo que Jesús nos pide es que, en cuanto nos sea posible, cumplamos lo que se nos va a decir en el juicio final: “tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber... estaba enfermo y me visitasteis...” (Mt 25, 35-36).

       3.   Pero es evidente que esto no se puede llevar adelante si no nos mueve y nos motiva una profunda espiritualidad. Por eso Jesús se retiraba, con tanta frecuencia, a la soledad. Y pasaba las noches en oración.
       Jesús dialogaba constantemente con el Padre del Cielo. La vida ejemplar, la generosidad sin fronteras, eso es, ya en sí mismo, la más profunda mística que podemos vivir.
       Cuando la mística se reduce a la piedad y a la devoción solitaria, eso puede representar el poder de un engaño fabuloso reducido al espíritu. Y una enorme mentira, para el que la vive y para los que tiene a su alcance.

San Ramón Nonato, religioso


Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para que el niño pudiera nacer.
Ramón significa: "protegido por la divinidad" (Ra=divinidad. Mon=protegido). San Ramón nació en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel. Lo recibió el mismo San Pedro Nolasco, fundador de la Comunidad.
Pocos años después de haber entrado de religioso fue enviado con una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por los musulmanes en África. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.
Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y su religión por causa de los atroces castigos que los mahometanos les infligían.
Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido hablar de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a sus compañeros de esclavitud y aun hasta a algunos mahometanos, le dieron terribles tormentos y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no se callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a comer.
El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a España y le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más personas podía. Esto hizo arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a atormentar. Al fin San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.
Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.
El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el cielo.
A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.




RESPUESTA CONTUNDENTE ANTE LOS PROPULSORES DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO



RESPUESTA CONTUNDENTE ANTE LOS PROPULSORES DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO
Tremenda respuesta de un Juez argentino a los del gobierno en Argentina.
Hermoso el modo de pensar y grandísima la expresión
El Juez Rizzi se niega a quitar la Cruz....
La Asociación Pensamiento Penal (APP) y la Asociación por los Derechos Civiles ADC) se encuentran abocadas a una campaña nacional destinada al retiro de los símbolos religiosos de las salas de audiencias de los tribunales, invocando la neutralidad religiosa del Estado.
El juez Luis María Rizzi, integrante del TOC 30 de la Capital Federal se negó a quitar la Cruz.
Difundimos su respuesta:
Doctor Mario Juliano. Presidente de Pensamiento Penal:
Acuso recibo de su nota y de la del doctor Onaindia.
Mi respuesta a vuestra pretensión es la siguiente: no voy a descolgar ninguna Cruz.
Tampoco voy a disponer que otro lo haga.
Porque creo en Dios y porque soy católico. Porque tengo reverencia por la Cruz de Cristo, el inocente crucificado por los hombres y el más inocente de los condenados, que representa además, la fe mayoritaria y la identidad de nuestro pueblo. Porque la Cruz no ofende a nadie, sea o no creyente, ni nadie puede sentirse agredido, inquieto, molesto y menos discriminado por su presencia.
Porque contrariamente a lo que Uds. suponen o creen, la presencia de la Cruz es símbolo de piedad, de consuelo, y de misericordia; es símbolo de que quienes se desempeñan frente a ella, tienen temor de Dios, y por ello mismo, inspiran más confianza en que actuarán de acuerdo a la justicia y a la verdad, con buena voluntad y con la máxima imparcialidad.
Porque finalmente, la libertad religiosa que Uds. dicen pregonar y defender, es precisamente para que quienes quieran hacerlo, cuelguen, lleven o exhiban la Cruz, y no para que nos obliguen a quitarla, ocultarla o disimularla.
Soy consciente no obstante, de que Uds. están embarcados en una triste misión en la que muy probablemente lograrán los fines que los desvelan. Tal vez porque la Cruz es incompatible con este mundo en el que se confunde el bien con el mal, en el que se privilegian supuestos derechos de la mujer a costa del derecho a la vida de los niños; en el que impera la deslealtad, la mentira, la corrupción; en el que ya no interesa la protección de la familia y de la infancia, y se las suponen independientes de la protección del matrimonio.
En fin, la Cruz parece no tener más lugar en una nación desolada, ciega y sorda a las leyes eternas que no son de hoy ni de ayer, que huye de la Verdad y de la Belleza, y que se empeña en ignorar y abandonar a Cristo. Pero Cristo no nos abandonará, aún cuando repudien y quiten su Cruz.
Pueden hacer pública esta respuesta, cuando quieran y ante quien quieran. Saludo a Uds. muy atentamente.
Luis María Rizzi.

lunes, 29 de agosto de 2016

PÁRATE UN MOMENTO: EL EVANGELIO DEL DÍA 30 DE AGOSTO - MARTES 22ª - SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO - C Santa Juana Jugan, virgen



30 DE AGOSTO - MARTES
22ª - SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO - C
Santa Juana Jugan, virgen

       Evangelio según san Lucas 4, 31-37
    En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces:
       “¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?
       ¿Has venido a destruirnos?
       Sé quién eres. El Santo de Dios”.
        Jesús le intimó:
        “¡Cierra la boca y sal”!
        El demonio tiro al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos contaban estupefactos:
       “¿ Qué tiene su palabra? Da órdenes con autoridad y poder a los espiritus, y salen”.        Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.

       1.   Inmediatamente después de su “presentación programática” en la sinagoga de Nazaret (Lc 4, 14-30), Jesús se fue derecho a Cafarnaúm, como relata este evangelio.
Y el primer enfrentamiento que Lucas nos presenta se refiere a la expulsión de los  demonios. El término “daímon” expresaba, para los griegos, “lo divino”. Y “daimónion”, se refería a la “divinidad” (F. Bovon, O. Bócher). Pero, en este caso, se habla de un “demonio impuro”, lo que indica claramente que era un “dios perverso”, que estaba al servicio de los males y para acarrear sufrimiento y desgracia a los humanos.

       2.   Así las cosas, es evidente que, en este relato, lo que el Evangelio pretende es presentar a Jesús enfrentándose a los poderes del mal, que no son directamente los poderes que ocasionan el pecado, sino que son los poderes que causan el sufrimiento.
       Es de suma importancia caer en la cuenta de este punto capital. Por eso resulta impresionante el grito del demonio: “¿Has venido a destruirnos?” (Lc 4, 34).
       Las fuerzas causantes del dolor humano, los que provocan el sufrimiento en este mundo se ven amenazados de muerte por la sola presencia de Jesús.
       Y, por otra parte, el poder de Jesús es para eso, para acabar con el sufrimiento en el mundo.
       Esto explica, entre otras cosas, que Jesús se hizo amigo de los “pecadores” (Lc 15, 1-2).       Porque los pecadores se veían despreciados y por eso sufrían. De ahí que necesitaban de un médico, no como los sanos que no lo necesitaban (Lc 5, 29-32; Mc 2, 15-17).
       La preocupación básica de Jesús no fue el pecado, como lo fue para Juan Bautista (Lc 3, 3. 7-9 par), sino el sufrimiento de los más desgraciados de este mundo (Mt 11, 2-6 par).

       3.   ¿Qué significa esto, en el fondo? Todo esto es así porque Dios es el Trascendente.
Es decir, Dios no está a nuestro alcance. Ni lo podemos conocer los humanos desde nuestra limitada “inmanencia”. Por eso, lo que nosotros pensamos o decimos de Dios no son sino “representaciones” humanas que nos hacemos de él.
       Ahora bien esto entraña un peligro que no imaginamos. Y que consiste en que siempre tenemos el peligro inevitable de representarnos a Dios como a cada cual le conviene. De forma que existe la posibilidad de que lleguemos a pensar y creer en un “Dios asesino” como el verdadero Dios.
       El “Dios” de los terroristas. Y el “Dios” al que se le rinde adoración mediante un culto asesino (Jn 16, 2).

Santa Juana Jugan, virgen



Santa JUANA JUGAN (María de la Cruz). (1792-1879).

    Martirologio Romano: En Renes, en Francia, beata María de la Cruz (Juana) Jugan, virgen, que fundó la Congregación de las Hermanitas de los Pobres, para pedir limosna por Dios para los pobres, y expulsada injustamente de la dirección del Instituto, pasó el resto de su vida en la oración y en la humildad.
Nació en Petit Croix, Cancale (Bretaña francesa). La casa de Juana era muy pobre, el padre era pescador de bacalao, y lo perdió muy pronto. A los 16 años se colocó de ayudante de cocinera en una familia de los alrededores. Ingresó como miembro de la Orden Tercera del Admirable Corazón de María de san Juan Eudes, donde fue adquiriendo experiencia religiosa. A los 25 años, fue a Saint-Servan, y durante seis años sirvió a 300 niños pobres; aquí cambió su verdadero apellido Joucan, por Jugan. Trabajó como enfermera en el hospital del Rosais. En 1823 pasó al servicio de la señorita Lecoq, con quien vivió doce años como amiga y colaboradora, dedicándose a visitar a los pobres y educar a los niños. Muerta su amiga, Juana alquiló una casa en Saint-Servan con su amiga Francisca Aubert. Aquí en el invierno de 1839, la anciana Anne Chauvin, ciega y paralítica, pidió y obtuvo asistencia. Desde aquel momento Juana tuvo clara la misión que Dios le confiaba; dedicarse a los ancianos pobres.
A la edad de 32 años, se juntó con algunas mujeres en comunidad y empezó a recibir en su casa algunos ancianos abandonados. Desde entonces tuvo que salir a pedir para los pobres que estaban recogidos en su casa. La obra fue aumentando; su oficio era ser buscadora de pan. Juana empezó a tener fama por su heroica entrega a los más pobres. En la Academia Francesa se habló de ella; en 1845 le concedieron el premio Montyon, destinado a un francés pobre, autor de la acción más virtuosa. Los periodistas la sacaban en sus reportajes. Empezaron las nuevas fundaciones en Rennes y Tours. Los parlamentarios hablaban en las Cortes de ella: "Juana Jugan es un personaje que sabe de socialismo más que todos ustedes juntos". Luego fundó en París, Besançon, Nantes y Angers. En Nantes se las empezó a llamar "las Hermanitas de los Pobres", que Juana elaboró una regla basada en la de los Hermanos de San Juan de Dios. A los tres consejos evangélicos añadieron el voto de hospitalidad. más tarde se abrió la primera casa en Inglaterra, en las afueras de Londres.
Sus compañeras la eligieron como superiora. Pero pronto Juana será destituida de una manera arbitraria. A la injusticia Juana respondió con el silencio, la bondad, el abandono. En el transcurso de los años la sombra que envolvió a Juana fue ordenado cada vez más densa, se dedicó al oficio de simple limosnera. Se dio una falsa interpretación de los comienzos de su obra. Cuando murió en Tour Saint Joseph, había 2.400 hermanitas que repartían pan y amor entre los ancianos más pobres y abandonados, pero pocas sabían que ella era la fundadora, pero su influencia junto a las jóvenes con quiénes había compartido la vida durante 27 años fue decisiva. Este contacto prolongado hará que el carisma inicial, y el espíritu de los orígenes fuera transmitido. A partir de 1900 comenzó a descubrirse la verdad: Juana Jugan -sor María de la Cruz- muerta en el olvido fue la primera Hermanita, era la fundadora. Fue beatificada por SS Juan Pablo II el 3 de octubre de 1982 y canonizada por SS Benedicto XVI el 11 de octubre de 2009.



domingo, 28 de agosto de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 29 DE AGOSTO - LUNES 22ª - SEMANA DEL T. O. - C Martirio de San Juan Bautista




29 DE AGOSTO - LUNES
22ª - SEMANA DEL T. O. - C
Martirio de San Juan Bautista

       Evangelio según san Marcos 6, 17-29
    En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado.
       El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano
Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.
       Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a
Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía.
       Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.
       La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
       La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:   “Pídeme lo que quieras, que te lo doy.”
       Y le juró:
       “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”.
       Ella salió a preguntarle a su madre:       “¿Qué le pido?”.
       La madre le contestó:
       “La cabeza de Juan, el Bautista”.
       Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
       “Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista”.
       El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla. En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan.
       Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
       Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

        1.   La verdad nos hace libres. Pero cuidado, porque vivir en la verdad tiene sus consecuencias. Con cierta frecuencia dramáticas. En otras, todo hay que decirlo, no. Sin embargo, en el pulso entre el reino de la luz y el de las tinieblas, en apariencia, apareciera que frecuentemente gana la partida el mal. La borrachera de Herodes desencadena que Herodías se cebe con quien no podía tragar por decir la verdad.

        2.   La permisividad y cobardía del rey hacen que ruede la cabeza de Juan. Una vez que la maquinaria del mal se pone en marcha podemos esperar de todo. Hasta un amargo final como fue el caso de Juan.
       Precisamente por eso hay que ser conscientes de que, si decidimos decir la verdad, podemos llegar a arriesgar hasta la propia vida, la fama o la honra.

MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA

Juan el Bautista era hijo de san Zacarías y santa Isabel. Casi toda su vida transcurrió en el desierto. Allí se preparó con la oración y el ayuno para la misión de precursor que Dios le había escogido ya antes de su nacimiento.
A los treinta años de edad recorrió el valle del Jordán predicando, a fin de preparar la llegada del Mesías. Cuando Jesús se acercó a Juan para que lo bautizase, éste presentó ante sus discípulos al Maestro. Y cuando el Salvador comenzó su vida púbIica, Juan continuó su camino, predicando.
Reinaba entonces en Judea el tetrarca Herodes Antipas, hijo de aquel otro Herodes llamado Ascalonita que ordenó la matanza de los inocentes. Estaban con él Herodías y su hija Salomé. En su madurez, durante un viaje a Roma, capitaI del Imperio, Herodes Antipas había arrancado Herodías a su medio hermano Filipo, para vivir con ella, llevando ambos una vida licenciosa.
El país todo se indignó, pero nadie tuvo el valor de reprochar al tetrarca su conducta escandalosa. Nadie, excepto un hombre: Juan el Bautista, quien, apersonándose repetidamente al rey, le enrostraba: “No te es lícito tener a la mujer de tu hermano”. Herodes no se decidía a tomar medidas en contra de él, pero Herodías clamaba a su lado pidiéndole que eliminara a aquel hombre que la humillaba. Por último, abrumado, el tetrarca mandó prenderlo y lo aherrojó a la cárcel.
Al llegar la fiesta de su cumpleaños, Herodes invitó a un banquete a los grandes de su corte, a los jefes de las tropas y a la gente de mayor prestigio social de Galilea.
La magnificencia, eI lujo y el derroche campeaban en el festín. Los esclavos circulaban entre los invitados con bandejas cargadas de pIatos raros y exquisitos vinos procedentes de las regiones más apartadas de] Imperio.
Entró, por último, Salomé, la hija de Herodías; bailó y agradó tanto a Herodes, que éste dijo a Ia joven:
Pídeme cuanto quieras, que te lo daré. Y añadió con juramento: Aunque sea la mitad de mi reino.
Salió entonces ella de la sala y fue a una contigua, donde se hallaba su madre con las otras mujeres.
¿Qué pediré? le preguntó.
Respondió ésta:
La cabeza de Juan el Bautista.
Se entristeció Herodes; más se creyó obligado por el impío juramento. Momentos después, Juan agregaba a sus palabras el testimonio de su sangre, siendo martirizado en la cárcel de Maqueronte. Su cabeza ensangrentada apareció en la sala traída en una bandeja por el verdugo. La tomó Salomé y se la entregó a su madre, quien se ensañó con ella, según refiere san Jerónimo.

Tenía san Juan Bautista treinta y dos años de edad y corría el año 31 de nuestra era.

sábado, 27 de agosto de 2016

PÁRATE UN MOMENTO: EL EVANGELIO DEL DÍA 28 de agosto - Domingo 22º del Tiempo Ordinario - Ciclo C San Agustín



28 de agosto - Domingo
22º del Tiempo Ordinario - Ciclo C
San Agustín


Lectura del libro del Eclesiástico (3,17-18.20.28-29):

Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso. Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes. No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta. El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.

Sal 67,4-5ac.6-7ab.10-11

R/. Preparaste, oh Dios, casa para los         
        pobres

·  Los justos se alegran,
   gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor;
su nombre es el Señor. R/.

·     Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R/.

·     Derramaste en tu heredad, oh Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh Dios, preparó para los pobres. R/.

Lectura de la carta a los Hebreos (12,18-19.22-24a):

Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando. Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1.7-14):

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Y dijo al que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»

Banquete, enseñanza y consejo.

Cuenta Lucas que Jesús, invitado a comer por un jefe de los fariseos, ve que la gente corre a ocupar los primeros puestos en la mesa, y aprovecha la ocasión para dar una enseñanza a los asistentes y un consejo al que lo ha invitado.

Primera parte: una enseñanza

            Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste. "Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba."
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
 

            Estas palabras resultan desconcertantes en boca de Jesús: aconseja un comportamiento puramente humano, una forma casi hipócrita de tener éxito social. Por otra parte, la historieta no encaja en nuestra cultura, ya que cuando nos invitan a una boda nos dicen desde el primer momento en qué mesa debemos sentarnos. Pero hace veinte siglos, conseguir uno de los primeros puestos era importante, no sólo por el prestigio social, sino también porque se comía mejor. Marcial, el poeta satírico nacido en Calatayud el año 40, que vivió parte de su vida en Roma, ironizó sobre esas tremendas diferencias.
            Por consiguiente, lo que a nosotros puede parecer una historieta anticuada y poco digna en boca de Jesús, reflejaba para los lectores antiguos una realidad cotidiana divertida, que los llevaba, casi sin darse cuenta, a la gran enseñanza final: Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. El uso de la voz pasiva (“será humillado, será enaltecido”) es un modo de evitar nombrar a Dios, pero los oyentes sabían muy bien el sentido de la frase: “Al que se enaltece, Dios los humillará, al que se humille, Dios lo enaltecerá”. Naturalmente, ya no se trata de la actitud que debemos adoptar cuando nos inviten a una boda, sino una actitud continua en la vida y ante Dios. Pocos capítulos más adelante, Lucas propondrá en la parábola del fariseo y del publicano un ejemplo concreto, que termina con la misma enseñanza.

            “Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, el otro recaudador. El fariseo, en pie, oraba así en voz baja: Oh Dios, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres, ladrones, injustos, adúlteros, o como ese recaudador. Ayuno dos veces por semana y pago diezmos de cuanto poseo. El recaudador, de pie y a distancia, ni siquiera alzaba los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios, ten piedad de este pecador. Os digo que éste volvió a casa absuelto y el otro no. Porque quien se enaltece será humillado, quien se humilla será enaltecido” (Lucas 18,10-14).

            En el Nuevo Testamento hay otros textos interesantes sobre la humildad. Me limito a recordar un texto de san Pablo que propone a Jesús como modelo:

            “No hagáis nada por ambición o vanagloria, antes con humildad tened a los otros por mejores. Nadie busque su interés, sino el de los demás. Tened los mismos sentimientos de Cristo Jesús, el cual, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, una muerte en cruz” (Carta a los Filipenses 2,3-8).

Segunda parte: un consejo

            A continuación, dirigiéndose al que lo ha invitado, le dice:

            ‒ Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.

            Esta segunda intervención de Jesús resulta también atrevida y desconcertante. Después de escucharla, no sería raro que el dueño de la casa le dijese: “Ya te puedes estar yendo, que voy a invitar a pobres, lisiados, cojos y ciegos”. Por otra parte, el fariseo no tiene intención de cobrarle la comida.
            Sin embargo, estas palabras, que parecen desentonar en el contexto, recuerdan mucho a otras pronunciadas por Jesús a propósito de la limosna, la oración y el ayuno (Mateo 6,1-18). El principio general es el mismo que en el evangelio de Lucas: el que busca su recompensa en la tierra, no tendrá la recompensa de Dios.

            Guardaos de hacer las obras buenas en público para ser contemplados. De lo contrariono os recompensará vuestro Padre del cielo.
            Cuando hagas limosna, no hagas tocar la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los alabe la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú hagas limosna, no sepa la izquierda lo que hace la derecha. De ese modo tu limosna quedará oculta, y tu Padre, que ve lo escondido, te lo pagará.
            Cuando oréis, no hagáis como los hipócritas, que aman rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas para exhibirse a la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre en secreto. Y tu Padre, que ve lo escondido, te lo pagará.
            Cuando ayunéis, no pongáis mala cara como los hipócritas, que desfiguran la cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Cuando tú ayunes, perfúmate la cabeza, y lávate la cara, de modo que tu ayuno no lo observen los hombres, sino tu Padre, que está escondido; y tu Padre, que ve lo escondido, te lo pagará.

Primera lectura (Eclesiástico 3, 17-18. 20. 28-29)
            Contiene cuatro consejos; los dos primeros empalman directamente con el tema del evangelio.

         -   Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso.
          -  Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios; porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes. 
         -   No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta.
         -    El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará. 

San Agustín
San Agustín nació en África del Norte en 354, hijo de Patricio y Santa Mónica. Él tuvo un hermano y una hermana, y todos ellos recibieron una educación cristiana. Su hermana llegó a ser abadesa de un convento y poco después de su muerte San Agustín escribió una carta dirigida a su sucesora incluyendo consejos acerca de la futura dirección de la congregación. Esta carta llego a ser posteriormente la base para la “Regla de San Agustín”, en la cual San Agustín es uno de los grandes fundadores de la vida religiosa.
 Patricio, el padre de San Agustín fue pagano hasta poco antes de su muerte, lo cual fue una respuesta a las fervientes oraciones de su esposa, Santa Mónica, por su conversión. Ella también oró mucho por la conversión de su entonces caprichoso hijo, San Agustín. San Agustín dejó la escuela cuando tenía diez y seis años, y mientras se encontraba en esta situación se sumergió en ideas paganas, en el teatro, en su propio orgullo y en varios pecados de impureza. Cuando tenía diez y siete años inició una relación con una joven con quien vivió fuera del matrimonio durante aproximadamente catorce años. Aunque no estaban casados, ellos se guardaban mutua fidelidad.  Un niño llamado Adeodatus nació de su unión, quien falleció cuando estaba próximo a los veinte años. San Agustín enseñaba gramática y retórica en ese entonces, y era muy admirado y exitoso. Desde los 19 hasta los 28 años, para el profundo pesar de su madre, San Agustín perteneció a la secta herética de los Maniqueos. Entre otras cosas, ellos creían en un Dios del bien y en un Dios del mal, y que solo el espíritu del hombre era bueno, no el cuerpo, ni nada proveniente del mundo material.  

La conversión de San Agustín

A través de la poderosa intercesión de su madre Santa Mónica, la gracia triunfó en la vida de San Agustín. El mismo comenzó a asistir y a ser profundamente impactado por los sermones de San Ambrosio en el cristianismo. Asimismo, leyó la historia de la conversión de un gran orador pagano, además de leer las epístolas de San Pablo, lo cual tuvo un gran efecto en el para orientar su corazón hacia la verdad de la fe Católica. Durante un largo tiempo, San Agustín deseó ser puro, pero el mismo le manifestó a Dios, “Hazme puro … pero aún no” (Confesiones, Capítulo 8).  Un día cuando San Agustín estaba en el jardín orando a Dios para que lo ayudara con la pureza, escuchó la voz de un niño cantándole: “Toma y lee; toma y lee” (Confesiones, Capítulo 8). Con ello, el se sintió inspirado a abrir su Biblia al azar, y leyó lo primero que llego a su vista. San Agustín leyó las palabras de la carta de San Pablo a los Romanos capítulo 13:13-14:  “nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos … revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.” Este acontecimiento marcó su vida, y a partir de ese momento en adelante el estuvo firme en su resolución y pudo permanecer casto por el resto de su vida. Esto sucedió en el año 386. Al año siguiente, 387, San Agustín fue bautizado en la fe Católica. Poco después de su bautismo, su madre cayó muy enferma y falleció poco después de cumplir 56 años, cuando San Agustín tenía 33. Ella le manifestó a su hijo que no se preocupara acerca del lugar en donde sería enterrada, sino que solo la recordara siempre que acudiera al altar de Dios. Estas fueron unas palabras preciosas evocadas desde el corazón de una madre que tenía una profunda fe y convicción. 

Obispo de Hipona
 Luego de la muerte de su madre, San Agustín regresó al África. El no deseaba otra cosa sino la vida de un monje – vivir un estilo de vida silencioso y monástico. Sin embargo, el Señor tenía otros planes para el. Un día San Agustín fue a la ciudad de Hipona en Africa, y asistió a una misa. El Obispo, Valerio, quien vio a San Agustín allí y tuvo conocimiento de su reputación por su santidad, habló fervientemente sobre la necesidad de un sacerdote que lo asistiera. La congregación comenzó de esa manera a clamar por la ordenación de San Agustín. Sus plegarias pronto fueron escuchadas. A pesar de las lágrimas de San Agustín, de su resistencia y de sus ruegos en oposición a dicho pedido, el vio en todo esto la voluntad de Dios. Luego dio lugar a su ordenación. Cinco años después fue nombrado Obispo, y durante 34 años dirigió esta diócesis.   San Agustín brindó generosamente su tiempo y su talento para las necesidades espirituales y temporales de su rebaño, muchos de los cuales eran gente sencilla e ignorante. El mismo escribió constantemente para refutar las enseñanzas de ese entonces, acudió a varios consejos de obispos en Africa y viajó mucho a fin de predicar el Evangelio. Pronto surgió como una figura destacada del cristianismo.
El amor de San Agustín hacia la verdad a menudo lo llevo a controversias con diversas herejías. Por ejemplo, las principales herejías contra las cuales habló y escribió fueron las de los Maniqueos, de cuya secta había pertenecido anteriormente; de los cismáticos Donatistas que se habían apartado de la iglesia; y, durante los veinte años restantes de su vida, contra los Pelagianos, que exageraban la función del libre albedrío para hacer caso omiso a la función de la gracia en la salvación de la humanidad. San Agustín escribió mucho acerca de la función de la gracia en nuestra salvación, y más adelante obtuvo el título de doctor de la Iglesia especialmente debido a sus intervenciones con los Pelagianos. En esta línea, el mismo escribió mucho también acerca del pecado original y sus efectos, del bautismo de niños pequeños y de la predestinación. 

Escritos
 San Agustín fue un escritor prolífico, que escribió más de cien títulos separados. Según lo mencionado anteriormente, San Agustín escribió su famosa autobiografía titulada Confesiones.  El mismo escribió además un gran tratado durante un período de 16 años titulado Sobre la Trinidad, meditando sobre este gran misterio de Dios casi diariamente. San Agustín escribió además la Ciudad de Dios, que comenzaba como una simple y breve respuesta a la acusación de los paganos de que el cristianismo era el responsable de la caída de Roma.
 Dicha obra fue escrita entre los años 413-426, y es una de las mejores obras de apologética con respecto a las verdades de la fe Católica. En ella, la ‘ciudad de Dios’ es la Iglesia Católica. La premisa es que los planes de Dios tendrán resultado en la historia en la medida en que las fuerzas organizadas del bien en esta ciudad derroten gradualmente a las fuerzas del orden temporal que hacen la guerra a la voluntad de Dios. Una línea de este libro se puede apreciar a continuación: “Por tanto dos ciudades han sido construidas por dos amores: la ciudad terrenal por el amor del ego hasta la exclusión de Dios; la ciudad celestial por el amor de Dios hasta la exclusión del ego. Una se vanagloria en si mismo, la otra se gloría en el Señor. Una busca la gloria del hombre, la otra encuentra su mayor gloria en el testimonio de la conciencia de Dios” (Ciudad de Dios, Libro 14).

Conclusión de su vida
En 430 San Agustín se enfermó y falleció el 28 de agosto de ese mismo año. Su cuerpo fue enterrado en Hipona, y fue trasladado posteriormente a Pavia, Italia. San Agustín ha sido uno de los más grandes colaboradores de las nuevas ideas en la historia de la Iglesia Católica. El es un ejemplo para todos nosotros – un pecador que se hizo santo y que nos da esperanza a todos. San Agustín es actualmente uno de los treinta y tres doctores de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 28 de agosto.