5 DE AGOSTO – VIERNES -
18ª ~ SEMANA DEL T.O.-C
Nuestra Señora de las Nieves
Dedicación de la Basílica de
Sta. María la Mayor
Evangelios
según san Mateo 16, 24-28
En aquel tiempo,
dijo Jesús a sus discípulos:
“El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que
cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el
que la pierda por mi; la encontrará.
¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si malogra
su vida?
¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de
su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin
antes haber visto llegar al Hijo del Hombre con majestad”.
1. Este
texto es continuación del “quiasmo” que presentan los tres evangelios
sinópticos al presentar la promesa a Pedro y el rechazo de Pedro, en el amplio
relato de Mt 16, 13-23 par.
Jesús explicó y amplió este tema capital.
Porque aquí se encuentra el centro, la clave y el corazón mismo del Evangelio.
En efecto, Jesús empieza diciendo que
quien quiera “irse con él” o “estar con él”, tiene que “seguirle”, imperativo
del verbo “seguir” a Jesús, asumiendo su forma de vida y sus costumbres.
2. El
asunto capital, que aquí se nos plantea a los cristianos, tiene su razón de
ser, su secreto y sus raíces, en un hecho que la teología de la Iglesia no ha
tenido todavía ni la lucidez, ni la valentía, de asumir como su tarea determinante
y el eje de todo lo demás.
Se trata de comprender lo que Johann B.
Metz y, antes que él, D. Bonhoeffer, supieron formular de manera admirable, a
saber: “Solo siguiendo a Cristo saben los cristianos a quién se han confiado”.
Esto quiere decir que “el saber
cristológico no se constituye ni se transmite primariamente en el concepto,
sino en estos relatos de seguimiento”.
Es decir, los discípulos de Jesús no aprendieron
“cristología” leyendo libros, estudiando tratados, asistiendo a cursos sobre exégesis
bíblica o investigando sobre las teorías de los que saben estas cosas. No.
Los discípulos de Jesús se enteraron de
quién es Jesús y de lo que quiere Jesús compartiendo la vida con Jesús.
3. Aquí
y en esto está la piedra dura en la que los teólogos, siglo tras siglo, se vienen
partiendo los dientes porque no pueden con semejante piedra rocosa e indigerible,
para los que se imaginan que, a fuerza de analizar datos y teorizar ideas abstractas,
que casi nadie entiende, con eso, ¡por fin!, nos van a dejar claro lo que significa
Jesús para los seres humanos. Y para la Iglesia.
Solamente quienes tienen la libertad y el
coraje de ponerse a vivir —al menos de alguna manera patente y que no necesita
muchas explicaciones— como vivió Jesús, esos son los que se saben la cristología
que brotó del mismo Jesús.
La cristología que se explica de tal
forma que enseguida se entiende por qué tuvo que enfrentarse a los hombres de
la religión. Por qué fue visto como un escandaloso, un blasfemo, un subversivo
al que era necesario y urgente eliminar (in 11,47-53).
Así se comprende que “llevar la cruz”, no
es la “negación de sí mismo”, ni “va contra la búsqueda de sí mismo”, sino
contra la auto-conservación (en el fondo angustiosa) de quien vive fijado en su
propio yo (E. Drewermann).
Dedicación de la Basílica de
Sta. María la Mayor
Hoy se celebra la dedicación de la Basílica de Santa
María la Mayor de Roma, una de las cuatro basílicas mayores de Roma. Si quiere
conocer más sobre esta magnífica Basílica aquí le dejamos lo más destacado de
su milenaria historia. Construcción de
la Basílica: Como respuesta a la petición de la Virgen Santísima, en la
aparición conocida como Nuestra Señora de las Nieves, el Papa mandó construir
la basílica y él mismo dio el primer golpe con el pico. El Papa Liberio
consagró el santuario de Nuestra Señora en el año 360. Un mosaico sobre la
entrada recuerda el milagro de la nieve.
El milagro: En tiempo del papa Liberio, segunda mitad del siglo IV, existía
en Roma un matrimonio sin hijos. Lo mismo Juan que su esposa pertenecían a la
más alta nobleza. Eran excelentes cristianos y contaban con una gran fortuna
que las numerosas limosnas a los pobres eran incapaces de agotar. Se hacían
ancianos los nobles esposos y, pensando en el mejor modo de emplear su
herencia, pedían insistentemente a la Madre de Dios que les iluminase. He aquí que la Virgen les declara de forma
maravillosa sus deseos. A Juan Patricio y a su esposa se les aparece en sueños,
y por separado, la Señora para indicarles su voluntad de que se levante en su
honor un templo en el lugar que aparezca cubierto de nieve en el monte
Esquilino. Esto ocurría la noche del 4 al 5 de agosto, en los días más
calurosos de la canícula romana. Van
los dos esposos a contar su visión al papa Liberio. Este había tenido la misma
revelación que ellos. El Sumo Pontífice organiza una procesión hacia el lugar
que había señalado la Madre de Dios. Todos se maravillaron al ver un trozo de
campo acotado por la nieve fresca y blanca. La Virgen acababa de manifestar de
este modo admirable su deseo de que allí se levantase en su honor un templo.
Este templo es hoy día la basílica de Santa María la Mayor. La basílica actual, de construcción
posterior en el mismo sitio, sigue siendo la más grande dedicada a la Madre de
Dios en Roma y la más esplendorosa en Italia después de Loreto. Debido a su
enorme tamaño y esplendor, pero sobre todo por ser la más antigua dedicada a la
Virgen, recibió el título de Basílica de Santa María la Mayor. (Hay cuatro
basílicas mayores, las otras tres siendo: San Pedro, San Juan de Letrán, San
Pablo extramuros). Por ser la más
importante basílica dedicada a la Virgen, el Papa la visita con
frecuencia. En esta basílica el Papa
proclamó a la Virgen como Reina de los cielos y de la tierra.
En
el siglo IV d.C. vivía en Roma una piadosa pareja. Él se llamaba Juan Patricio
mientras que el nombre de su esposa se desconoce. Habían sido bendecidos con
abundancia de bienes y también de fe. Sin embargo, su gran dolor era no tener
hijos con los que pudieran compartir sus dones. Durante años habían rezado por
un hijo y heredero. En esta situación pasaron muchos años sin ningún resultado.
Por fin decidieron nombrar como heredera a la Santísima Virgen y le rezaron con
devoción para que los guiara en la asignación de la herencia.
Nuestra Señora de las Nieves
Nuestra
Señora les agradeció sobremanera y la noche del 4 de agosto, se le apareció a
Juan Patricio y a su esposa, diciéndoles que deseaba que construyeran una
basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma), en el punto
preciso que ella señalaría con una nevada. También se le apareció al Papa
Liberio con el mismo mensaje. En la mañana siguiente, el 5 de agosto, mientras
brillaba el sol en pleno verano, la ciudad quedó sorprendida al ver un terreno
nevado en el Monte Esquilino. La pareja, feliz, se apresuró al lugar y el Papa
Liberio marchó hacia el mismo en solemne procesión. La nieve cubrió exactamente
el espacio que debía ser utilizado para la basílica y desapareció una vez
señalado el lugar. Pronto se construyó la Basílica de Santa María la Mayor.
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