miércoles, 31 de agosto de 2016

PÁRATE UN MOMENTO: eL eVANGELIO DEL DÍA 1 DE SEPTIEMBRE - JUEVES 22ª- SEMANA DEL T. O. - C San Josue





1 DE SEPTIEMBRE - JUEVES
22ª- SEMANA DEL T. O. - C
San Josue

       Evangelio según san Lucas 5, 1-11
    En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.   Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió quela apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
       Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:        “Rema mar adentro y echa las redes para pescar”.
        Simón contestó:
       “Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes”.
       Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red.
       Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano.
       Se acercaron ellos y llenaron dos barcas, que casi se hundían.
       Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:
        “Apártate de mi; Señor, que soy un pecador”.
       Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
       Jesús dijo a Simón:
       “No temas, desde ahora serás pescador de hombres”.
        Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

       1.   Aquí palpamos la originalidad de Jesús. Tal originalidad está en que, las manifestaciones de lo divino, en las tradiciones religiosas, suelen realizarse de manera que van asociadas a “lo tremendo”, que infunde terror, miedo.
       Es la aparición de “lo numinoso”, que impresiona (R. Otto).
       Es lo que sucedió en el Sinaí, entre truenos y relámpagos... (Ex 19, 10-24; Deut 4, 1 ss); lo mismo que en la vocación de Isaías (Is 6, 1 Ss).     Sin embargo, en este evangelio la teofanía no se presenta en “lo tremendo”, sino en “lo gozoso”, la pesca abundante, la ganancia de aquella inesperada redada de peces.
       Son dos formas de manifestarse lo Trascendente:
       1) En la experiencia de “lo sobrecogedor”.      2) En la experiencia de “lo acogedor”.

       2.   Según Jesús, el Padre no es el Dios del miedo y la sumisión, sino el Padre de la abundancia y la dicha increíble.
       Esta revelación de Dios en Jesús es el punto de partida de la llamada de Jesús y del proyecto de Jesús, que no llama para vivir en la “sumisión religiosa”, sino para contagiar la “abundancia gozosa” de una vida que produce precisamente abundancia.

       3.   Por eso Pedro y sus compañeros, dejándolo todo, “siguieron a Jesús”.
        Su vida cambió radicalmente desde aquel momento.
       La vida de antes y la religión de antes, ya no les interesaba. Ahora solo pensaban en compartir la vida y el proyecto que habían visto, de forma patente, en la experiencia que tuvieron aquella mañana.
       A partir de aquella decisión que tomaron, empezaron a conocer a Jesús. Es decir, a Jesús se le conoce siguiéndole. No se le conoce estudiando teorías y analizando dogmas, sino compartiendo su forma de vida.
       Por eso la cristología está esencialmente marcada y determinada por el “seguimiento” de Jesús (J. 8. Metz).

San Josué


Martirologio Romano:
Conmemoración de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1). Muerto Moisés, Josué es el capitán que introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era la hora de poseer la tierra que Dios prometió a los israelitas al sacarlos de Egipto. Han pasado cuarenta años. Es un pueblo joven el que está en las proximidades de Canán. Son los hijos de los que Yavé sacó con mano poderosa. Se han curtido en el desierto inhóspito donde han vivido del mimo de Dios y presenciando a diario sus grandezas. Tienen esculpida en su alma la idea de que sólo en la fidelidad a la Alianza tienen garantía de la protección de Dios.
Josué es un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que mantiene la seguridad de que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes de la tierra que se les da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les dará la victoria.

Jericó es la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista. Posee murallas duras y sus habitantes están aprestados a defenderla.
Es Dios quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con Moisés, dándole instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino una disposición absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más impensada y la menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a la ciudad, cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes murallas de defensa.
Sin un "pero" de Josué y con la presteza originada por la fe sucede como Dios dice. Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica humana se ve superada en su potencia y las estadísticas de los hombres se tornan enanas en su presencia. Sin embargo, la fe hace que se derriben las más altas murallas de la tierra.




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