miércoles, 10 de agosto de 2016

Párate un momento: El Evangelio del día 15 AGOSTO – LUNES - Solemnidad de la Asunción de la Virgen María




15 AGOSTO – LUNES -
Solemnidad de la Asunción de la Virgen María

Primera lectura Apocalipsis 11, 9a; 12, 1. 3-6a. 10Ab

Se abrió en el cielo el santuario de Dios y en su santuario apareció el arca de su alianza.
Después apareció una figura portentosa en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.  Apareció otra señal en el cielo: un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas.  Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.  El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse al niño en cuanto naciera.
Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos.   Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios.   La mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.   Se oyó una gran voz en el cielo: “Ahora se estableció la salud y el poderío, y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo”.

Salmo 44, 10bc. 11-l2ab. 16

R// De pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
• Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir. R//

• Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza;
póstrate ante él, que él es tu señor. R//

• Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real. R//

Segunda lectura 1 Corintios 15, 20-27a

Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.   Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección.   Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.   Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.   Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies.   El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

Evangelio Lucas 1, 39-56

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.   En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.    Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: “! ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!  ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.   Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”.
María dijo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.   Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.    Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia para siempre”. María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

1. Ni en el Nuevo Testamento ni durante los primeros siglos de la vida de la Iglesia hay testimonios sobre la asunción de María a los cielos.  Los primeros datos que se conocen sobre la fiesta litúrgica de la Asunción datan
del s, VI.    La creencia en la Asunción se fue imponiendo en la Edad Media.  El papa Pío XII definió esta creencia, como dogma de fe, en 1950, tras una consulta al episcopado del mundo entero, que afirmó la fe de la Iglesia en
la Asunción de María.

2. El contenido de esta festividad es la creencia en que María, la madre de Jesús, “terminado el curso de su vida mortal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial” (Pío XII).      Lo más lógico es que María murió, cosa que ha sido negada por algunos teólogos.
El contenido del dogma católico se centra en la creencia de que María vive glorificada, también en su corporalidad, con el Señor.

3. Dado que la fe en la vida después de la muerte trasciende la historia, esta festividad es una ocasión privilegiada para que la memoria de lo que fue la vida de María en este mundo sirva para fortalecer nuestras convicciones cristianas.    María fue una mujer de fe, como dice Isabel en el evangelio de hoy. Y esa fe le llevó al convencimiento de que Dios actúa
en la historia destronando a los soberbios y poderosos, al tiempo que enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Así vivía la madre de Jesús, María, la fe que le llevó a educar a su hijo según los criterios que, en su ministerio público. transmitió a la gente.
Si Jesús mostró en su vida la preferencia y la sensibilidad que siempre tuvo para con las gentes más humildes, los pobres y desamparados de este mundo, eso lo aprendió de su madre, que lo educó en estos criterios y le inculcó estas convicciones.


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