2 de agosto – Martes –
18ª – Semana del T.O.- C
Ntra. Sra. de los Ángeles.
Evangelio según san Mateo 14, 22-36
Después que se sació la
gente, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se
adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir
a la gente, subió al monte a solas para orar.
Llegada la noche, estaba
allí solo. Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las
olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús andando
sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y
gritaron de miedo, pensando que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
“¡Ánimo, soy, yo, no
tengáis miedo!”
Pedro le contestó:
“Señor, si eres tú, mándame
ir hacia ti, andando sobre el agua”.
Él le dijo:
“Ven” .
Pedro bajó de la barca y
echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del
viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
“¡Señor, sálvame!”
Enseguida, Jesús extendió
la mano, lo agarró y le dijo:
“¡Qué poca fe! ¿Por qué
has dudado?”
En cuanto subieron a la
barca, amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él diciendo:
“Realmente eres Hijo de
Dios”. Terminada la travesía, llegaron
a tierra en Genesaret. Y los hombres
de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella
comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la
orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron curados.
1. Lo más notable de este extraño relato es el
hecho de Jesús andando sobre el mar. Y haciendo eso en una noche de miedos y
peligros.
El verbo
griego “bassanizo “, “atormentar” (W. Stenger), el agua, la tempestad y la
noche son símbolos de inseguridad, angustia y muerte (U. Luz).
Pero, en
todo, la narración quiere dejar muy claras dos cosas:
1) Que
los discípulos vivieron aquel encuentro con Jesús como una auténtica teofanía,
es decir, una aparición de Dios, a quien (según las creencias de los antiguos)
estaba reservado andar sobre las aguas del mar (R. Wagner, M. Von Albrecht).
Por eso,
al ver que tenía dominio sobre el mar y los vientos, los discípulos “se
postraron ante él diciendo: “Realmente eres Hijo de Dios” (Mt 14, 32).
2) No
obstante, Jesús les echa en cara su falta de fe, que personaliza en Pedro (Mt
14, 31).
2. La falta de fe de los discípulos se resalta
repetidas veces en los evangelios.
Siempre
que en ellos se habla de la fe de los discípulos es para indicar que esa fe no
existía o que era lo mínimo que se puede tener: “hombres de poca fe” (“oligopistoi”)
(Mt 8, 26; 14, 31; 16, 8; Lc 12, 28; cf. 22).
0
incluso que no creían (“apistoi”) Wc 24, 11).
3. ¿Qué pasa en aquel grupo de hombres, en
Principio, escogidos?
Que
Jesús era un ser humano es cosa que no Podían dudar. Y que ante ellos había
dado pruebas de no ser un hombre como los demás y, en ese sentido, un ser
“divino” lo palparon repetidas veces Lc
5, 8; en este episodio de la barca; en la transfiguración… El problema estaba
en que aquellos judíos, como nosotros ahora, no acabamos de aceptar la
encarnacion de Dios en un ser humano. O sea, no creemos en la humanización de Dios.
En la Iglesia se acepta mejor “lo divino” de Jesucristo que “la humanidad de Jesús.
Ntra. Sra. de los Ángeles.
En julio de 1216, San
Francisco de Asís pidió en Perusa al Papa Honorio III que todo el que, contrito
y confesado, entrara en la iglesita de la Porciúncula, ganara gratuitamente una
indulgencia plenaria, como la ganaban quienes se enrolaban en las Cruzadas, y
otros que sostenían con sus ofrendas las iniciativas de la Iglesia. De ahí el
nombre de Indulgencia de la Porciúncula, Perdón Asís, Indulgencia o Perdón de
las rosas (por el prodigio que medió en su confirmación según alguna tradición
tardía) u otros parecidos.
Porciúncula Más allá de las
controversias históricas acerca de los orígenes y circunstancias de la
concesión de la Indulgencia, lo cierto es que la Iglesia ha seguido, hasta
nuestros días, otorgando y ampliando esa gracia extraordinaria. En la
actualidad, esta Indulgencia puede lucrarse no sólo en Santa María de los
ángeles o la Porciúncula, sino en todas las iglesias franciscanas, y también en
las iglesias catedral y parroquial, cada 2 de agosto, día de la Dedicación de
la iglesita, una sola vez, con las siguientes condiciones: 1) visitar una de
las iglesias mencionadas, rezando la oración del Señor y el Símbolo de la fe
(Padrenuestro y Credo); 2) confesarse, comulgar y rezar por las intenciones del
Papa, por ejemplo, un Padrenuestro con Avemaría y Gloria; estas condiciones
pueden cumplirse unos días antes o después, pero conviene que la comunión y la
oración por el Papa se realicen en el día en que se gana la Indulgencia.
En la pequeña capilla de la
Porciúncula fue donde San Francisco fundó la Orden de los Frailes Menores en el
1209, confiándola a la protección de la Virgen Madre de Cristo, a quien le ha
sido dedicada la iglesia. Aquí vivió San Francisco con sus primeros hermanos.
El 28 de marzo de 1211 Clara de Favarone de Offreduccio (Santa Clara de Asís),
recibió aquí el hábito religioso de manos de San Francisco, dando inicio a la
Orden de las Damas Pobres (Clarisas). En el 1216, en una visión, Francisco fue
animado por el mismo Jesús a pedir a la Iglesia la indulgencia conocida como
"la indulgencia de al Porciúncula" o "el Perdón de Asís", la
cual fue aprobada por el papa Honorio III. Aquí san Francisco reunía cada año a
sus frailes en los capítulos (reuniones generales). Aquí también murió san
Francisco.
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