20 de agosto – sábado –
20ª – Semana del T. O.- C
San Bernardo de Claraval
Lectura del santo evangelio según
san Mateo (23,1-12):
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos,
diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los
escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que
ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen.
Ellos lían fardos
pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos
no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen
es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas
del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de
honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente
los llame maestros.
Vosotros, en
cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y
todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra,
porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar
consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo.
El primero entre
vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se
humilla será enaltecido.»
1- Hace años le oí a un sacerdote decir que el predicaba
solamente aquello que vivía. Le escuché con atención y quise entender lo que
quería decir. Pero pensé entonces y pienso ahora que, si predico sólo lo que vivo,
lo que ya he hecho vida, del Evangelio, entonces probablemente mis
predicaciones serían brevísimas y muy poco numerosas. Exagerando un poco,
podría decir que con una o dos al año y de tres o cuatro minutos cada una, ya
tendría suficiente para predicar lo que vivo. ¡Me queda tanto! ¡Son tantas mis
imperfecciones, mis lagunas! ¡Son tan pocas mis fuerzas! Quizá los que leen
estos comentarios estén ya muy adelantados en el camino del seguimiento. Por mi
parte, lo sigo intentando todos los días con la conciencia de que aún queda
mucho por vivir.
2.- Pero lo que también hago todos los días, es
dar gracias a Dios porque, como dice san Pablo, aunque sea en vasijas de barro,
llevamos el evangelio en nuestras manos (2 Cor 4,7). Y eso es lo más grande y
lo mejor que nos ha podido pasar. Si Jesús se dirigiese a los lectores de estos
comentarios, les diría también lo mismo que decía a sus oyentes de los
fariseos: haced lo que os digan, pero no hagáis lo que hacen. Y tendría toda la
razón del mundo. No me podría criticar mi buena voluntad, ciertamente, pero sí
que se daría cuenta con relativa facilidad de las muchas inconsistencias y
contradicciones que hay en mi vida.
3.- Digo
todo esto, porque a veces tenemos una idea muy negativa de los fariseos. Como
si ellos fueran los malos de la película. Todos unos hipócritas, sólo
preocupados por guardar las apariencias. Algunos serían así, desde luego. Pero
muchos otros eran buena gente, personas de buena voluntad, deseosos de cumplir
en todo momento la voluntad de Dios. Quizá había terminado equivocando ese
deseo con la búsqueda de la seguridad a través del cumplimiento exhaustivo de
unas normas cuya letra terminó siendo más importante que su contenido y
motivación.
Conclusión: no hay que
desautorizar al predicador porque no sea totalmente coherente con lo que
predica. Al fin y al cabo, Jesús no dice en ningún momento “no hagáis lo que
dicen”. Recomienda más bien a sus oyentes que “hagan lo que dicen pero que no
hagan lo que hacen.” Perfecto. Está claro. En realidad, el predicador es un
vocero del Evangelio. No es dueño ni responsable del mensaje. Todos estamos a
la escucha de la palabra de Jesús. Todos tenemos que ir haciéndola vida. Todos
estamos en camino. También el que predica. Y todos, con mucha humildad, oramos
unos por otros, para que vayamos siendo más fieles y más capaces de amar hasta
dar la vida, como él hizo.
San Bernardo de Claraval
Nació en el castillo de Fontaine-les-Dijon, en Borgoña, Francia en el
año 1090 con el nombre de pila de Bernard de Fontaine. Fue el tercero de siete
hermanos. Su padre era caballero del duque de Borgoña y lo educó en la escuela
clerical de Châtillon-sur-Seine. Después de la muerte de su madre, entró en la
Orden del Císter.
Esta
orden había sido fundada pocos años antes por Roberto de Molesmes bajo la regla
de san Benito. Sólo tenía un monasterio, y por la dureza de la vida que llevaban,
tenía pocos miembros. Tal monasterio se encontraba cercano a su casa paterna.
Odón, duque de Borgoña, su benefactor, contribuyó con la construcción de este
primer monasterio, igualmente, le donó tierras y ganados.
Cuando a los 23 años, en el año 1113, ingresó como novicio en la
orden del Císter, le acompañaban 4 hermanos, un tío y algunos amigos (hasta 30
personas según otras fuentes). Previamente los había probado durante seis
meses, asegurándose de su lealtad y formando un grupo muy unido. El convencer a
tantos fue una labor ardua, especialmente a su hermano Guido, que estaba casado
y tenía dos hijas, y que finalmente dejó a su familia y entró en la orden.
Posteriormente entrarían en la orden su padre y su
hermano menor.
El
año 1115, Stephen Harding, el abad de Císter, ante el doble problema de la
masiva presencia del clan de los Fontaine y el repentino hacinamiento que
habían provocado en su monasterio, decidió enviar a Bernardo a fundar el
monasterio de Claraval, una de las primeras fundaciones cistercienses. Fue
designado abad del nuevo monasterio, puesto que desempeñó hasta el final de su
vida. Fue el obispo de Chalons-sur-Marne, el filósofo Guillermo de Champeaux
quien le ordenó sacerdote y le bendijo como abad.
El
inicio de Claraval fue muy duro. El régimen impuesto por Bernardo era muy
austero y afectó su salud. Guillermo de Champeaux debió intervenir, delegado
por el capítulo general del Císter, para vigilar la salud de Bernardo
suavizando la falta de alimentación y la mortificación implacable que se
imponía a sí mismo. Este se vio obligado a dejar la comunidad y trasladarse a
una cabaña que le servía de enfermería y donde era atendido por unos
curanderos.
A
lo largo de su vida fundó 68 monasterios distribuidos por toda Europa. Los
inicios fueron lentos. En los 10 primeros años sólo se establecieron tres
nuevas fundaciones: Tres Fontanas (1118), Fontenay (1119) y Foigny (1121). A
partir de 1130 se extienden las primeras abadías por Alemania, Inglaterra y
España (Moreruela, 1132).
Visión de
san Bernardo,
María se aparece a san Bernardo.
Filippino
Lippi,
Badia
Fiorentina, Florencia.
Espiritualmente
fue un místico y se le considera uno de los fundadores de la mística medieval.
Tuvo una gran influencia en el desarrollo de la devoción a la Virgen María.
Bernardo
fue un inspirador y organizador de las órdenes militares, creadas para acoger y
defender a los peregrinos que se dirigían a Tierra Santa y para combatir el
islam. Así, tuvo gran influencia en la creación y expansión de la Orden del
Temple, redactó sus estatutos e hizo reconocerla en el Concilio de Troyes, en
1128.
En
1130, el Cisma del antipapa Anacleto lo apartó de la vida monástica en clausura
y comenzó una intensa actividad pública en defensa de Inocencio II. Estuvo
movilizado de 1130 a 1137 e hizo del abad uno de los políticos más influyentes
de su tiempo.
Participó en las principales controversias religiosas de su época.
Sostenía que el conocimiento de las ciencias profanas es de escaso valor
comparado con el de las ciencias sagradas. Sus sentimientos frente a los
dialécticos se revelaron en los enfrentamientos que mantuvo con Gilberto de la
Porré y Pedro Abelardo.
La predicación en la Iglesia medieval era esencial y Bernardo fue uno
de sus grandes predicadores. Reclamado constantemente por la clerecía local,
realizó numerosos viajes por el sur de Francia, Renania y otras regiones. También
predicó las excelencias espirituales de la vida monástica y convenció a muchos
para que ingresasen en la orden cisterciense. Se le conocía como Doctor
melifluo (boca de miel), por su suavidad y dulzura.
Se
desplazaba habitualmente a pie, acompañado de un monje, que hacía de secretario
y escribía a su dictado durante los desplazamientos.
Bernardo predicó en el Languedoc en 1145 a los cátaros o albigenses,
siendo elogiado, pero en Verfeil, cerca de Toulouse, se le abucheó. Años
después de la muerte de Bernardo, en 1209, los cátaros fueron declarados
herejes, y varios cistercienses se pusieron al frente de la cruzada que
reprimió este movimiento.
En 1145, Eugenio III fue nombrado papa. Es el primer papa
cisterciense y discípulo de Bernardo. Había coincidido con él en uno de sus
viajes y le siguió desde Italia hasta Claraval. Allí pasó 10 años de vida
monástica. En 1140, Bernardo lo había enviado de vuelta a Italia como abad de
Tre Fontane, la 34.ª fundación de Claraval.
Su
mayor y más trágica empresa fue la Segunda Cruzada, cuya predicación fue por
completo obra de Bernardo. Allí apareció con toda su fuerza y con toda su
debilidad su ideal religioso. Su fracaso afectó negativamente a su influencia y
a su figura carismática, excepcional hasta entonces tanto con el poder
religioso como político.
En
1153, enfermó del estómago -no retenía la comida y las piernas se le hinchaban-,
quedó muy débil y murió.
Fue
canonizado el 18 de junio de 1174 por el papa Alejandro III, siendo declarado
Doctor de la Iglesia por Pío VIII en 1830. Su fiesta litúrgica se celebra el 20
de agosto en el aniversario de su muerte, siendo el santo patrón de
Gibraltar,19 de Algeciras,20 21 de los trabajadores agrícolas y del Queen’s College
de Cambridge. Sus atributos iconográficos son la pluma, el libro, el perro, el
dragón, la colmena y la figura de la Virgen María.
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