9 DE AGOSTO - MARTES
19ª - SEMANA DEL T.O.-C
Santa Edith Stein
(Sor Teresa Benedicta de la Cruz)
Evangelio según san Mateo 18,
1-5. 10. 12-14
En aquel tiempo, se acercaron
los discípulos a Jesús y le preguntaron:
“¿Quién es el más importante en el Reino de
los Cielos?”
Él llamó a un niño,
lo puso en medio y les dijo:
“Os digo que, si no
volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los cielos.
Por lo tanto, el que se haga
pequeño como este niño, ese es el más grande en el los Cielos.
El que acoge a un
niño como este en mi nombre, me acoge a mí.
Cuidado con
despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están siempre
en el cielo viendo el rostro de mi Padre celestial.
¿Qué os parece?
Suponer que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las
noventa y nueve
busca de la perdida? Y si la
encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que de las noventa y nueve que
no se habían extraviado.
Lo mismo vuestro
Padre no quiere que se pierda ni uno de estas pequeños”.
1. La pregunta que los
discípulos le hacen a Jesús expresa, no solo curiosidad, sino sobre todo deseo.
Lo que quieren y desean los discípulos es saber quién es el más importante
entre ellos. Sin duda, aquellos hombres tenían pretensiones de importancia. No
sabemos si el deseo de grandeza y poder es el más fue tenemos los seres
humanos. Lo que sí sabemos es que la apetencia de poder es la que más daño nos
hace a los mortales. Al que tiene esa apetencia. Y a los que sufren sus
consecuencias.
“Todo poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”
(Lord Acton).
2. Jesús expresa con fuerza
que no está de acuerdo con aquella pretensión de los discípulos. Y por eso elogia a los niños
y los pone como modelo. No porque los niños son “buenos”, sino porque son
“insignificantes”. Lo eran sobre todo en aquella cultura. Por eso este texto
utiliza el verbo “tapeinoo” (18, 4) que significa “abajar”, de forma que el
adjetivo “tapemos” indica al que es “pequeño”, “insignificante y “débil”. Y esto,
no solo ni principalmente como actitud interna (humildad), sino como el que se
ve situado en una “baja posición social”. Sin olvidar que los niños en tiempo
de Jesús, eran los humanos de más baja posición jurídica, en todos los sometidos
a la autoridad ilimitada del pater-familias, el padre y patriarca (U. Luz).
3. ¿Por qué Jesús es tan
exigente en cuanto se refiere al despojo del poder y la grandeza?
Con la aparición de la llamada “civilización” (3.500 años a. C.) nacieron
las jerarquías verticales, el dominio de unos hombres sobre otros, y con ello
las desigualdades sociales, y la escalada del sufrimiento humano. Por eso Jesús
no quiere gente con apetencias de poder. Y menos aún con pretensiones de poder
“pleno” y “universal”.
Jesús sabía bien —antes que Lord Acton— que “los grandes hombres
son casi siempre hombres miserables”. Al decir esto, estamos tocando el corazón
mismo de la ética cristiana, la forma de vida que Jesús propuso y exigió a sus
discípulos.
Santa Edith Stein
(Sor Teresa Benedicta de la Cruz)
Cuando
Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de
1891, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la
expiación. "Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una
especial predilección por la hija más pequeña". Precisamente esta fecha de
su nacimiento fue para la carmelita casi un vaticinio.
El
padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos
años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona
verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado
de la familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió
mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. "Con plena
conciencia y por libre elección dejé de rezar".
Obtuvo
brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia
en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro
que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban
también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización
"Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto". Más tarde
escribía: " como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical.
Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones
puramente objetivas".
En
1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases
universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente,
consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl
fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad: el mundo percibido no
solamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos
entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto. "Retorno al
objetivismo". Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no
pocos discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein
se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su
atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con
el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima
calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de formación
profesional.
Al
estallar la primera guerra mundial escribía: "ahora ya no tengo una vida
propia". Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital
militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados
en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo
morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en
1916, siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado
"summa cum laude" con una tesis "Sobre el problema de la empatía
".
Por
aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba
en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para
rezar. "Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en
las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las
funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, come si
fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido". En
las últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: "ha habido personas
que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la
misericordia divina". ¿Cómo llegó a esta afirmación?
Edith
Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach
y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a
Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta
renuencia ante el encuentro con la joven viuda.
Con
gran sorpresa encontró una creyente. "Este ha sido mi primer encuentro con
la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores... Fue el momento
en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo". Más tarde
escribirá: "lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios.
Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no
existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya
trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente
clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada".
En
otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl
porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar
a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre
la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él. Tras ello
escribió una frase sorprendente: "Después de cada encuentro que me hace
sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el
impulso hacia mi propio holocausto".
Edith
Stein deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por
aquel entonces, era inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se
pronunciaba así en un informe: "Si la carrera universitaria se hiciera
accesible a las mujeres, la podría recomendar encarecidamente más que a
cualquier otra persona para el examen de habilitación". Más tarde, sin
embargo, se le negaría la habilitación a causa de su origen judío.
Edith
Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las
humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de
los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un
escrito como éste no se le puede simplemente leer, sino que es necesario
ponerlo en práctica.
En
el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la
finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta
señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith
encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante
toda la noche. "Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad".
Considerando
retrospectivamente su vida, escribía más tarde: "mi anhelo por la verdad
era ya una oración".
En
enero de 1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la Circuncisión de Jesús,
la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente
bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que
hizo de madrina. "Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía
nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios". Ahora tendrá siempre
conciencia, y no sólo intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer
a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen
se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de
Espira en su capilla privada.
Después
de su conversión, lo primero que hizo fue volver a Breslau. "Mamá, soy
católica". Las dos lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió: "mira,
dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño" (cf. Jn 1, 47).
Inmediatamente
después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus
consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara,
S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de
alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento
dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del
Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar
conferencias, sobre todo sobre temas femeninos. "Durante el período
inmediatamente precedente y también bastante después de mi conversión... creía
que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas
y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo,
me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas...,
creo, incluso, que cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe
"salir de sí mismo", en el sentido de dirigirse al mundo para llevar
allí una razón divina para vivir". Su programa de trabajo es enorme.
Traduce las cartas y los diarios del período precatólico de Newmann y la obra
Quaestiones disputatae de veritate de Tomás de Aquino, en una versión muy libre
por amor al diálogo con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la
incitó a escribir también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible
"practicar la ciencia al servicio de Dios... sólo por tal motivo he podido
decidirme a comenzar una serie de obras científicas". Encuentra siempre
las fuerzas necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de
Beuron, al que va para pasar allí las fiestas más importantes del año
eclesiástico.
En 1931
termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para
la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una
obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino: "Potencia y
acción". Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola
bajo el título de Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el
convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra
durante su vida.
En
1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de
Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su
propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer
comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida sólo quiso ser
"instrumento de Dios". "Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él
".
En
1933 la noche se cierne sobre Alemania. "Había oído ya antes algo sobre
las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender
que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el
destino de este pueblo era también el mío". El artículo de la ley de los
nazis sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su actividad docente.
"Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí
". "Me había convertido en una extranjera en el mundo".
El
Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de
Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya el voto de
pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre Priora del
Monasterio de Carmelitas de Colonia. "Solamente la pasión de Cristo nos
puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella".
Una
vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12
de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a
la vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la
sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres. "¿Por qué la has
conocido (la fe cristiana)? No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un
hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios? " . Su madre lloró. A la
mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. "No podía tener una alegría
arrebatadora. Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba
tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios". Cada semana escribirá
después una carta a su madre. No recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará
noticias de casa.
El
14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia.
En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El
Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el
nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz.
Escribe
en 1938: "bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces
(1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la
Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad
que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo
el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo
esto, puesto que es un secreto". El 21 de abril de 1935 hizo los votos
temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos,
murió su madre en Breslau. "Hasta el último momento mi madre ha
permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en
su Dios... fue lo último que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya
encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que
también yo pueda llegar a la meta".
En
el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir
las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: "que
ya sólo en amar es mi ejercicio ". La entrada de Edith Stein en el
convento de las Carmelitas no fue una huida. "Quien entra en el Carmelo no
se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y esto porque
nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios ". Dio cuenta a Dios
sobre todo de su pueblo.
"Pienso
continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta
ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es
infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo "
(31.10.1938).
El
9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que
tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre
las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo
posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche
de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al
monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9
de junio de 1939.
"Ya desde
ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su santísima voluntad, la
muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y
muerte... de manera que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino
venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del
mundo... ".
Ya
en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado
permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito, entre otras
cosas, De la vida de una familia judía. "Deseo narrar simplemente lo que
he experimentado al ser hebrea". Ante "la juventud que hoy es educada
desde la más tierna edad en el odio a los judíos..., nosotros, que hemos sido
educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio".
En
Echt, Edith Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el
místico doctor de la Iglesia, con ocasión de los cuatrocientos aniversarios de
su nacimiento, 1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con quien tenía
amistad: "una scientia crucis (la ciencia de la cruz) solamente puede ser
entendida si se lleva todo el peso de la cruz. De ello estaba convencida ya
desde el primer instante y de todo corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes
unica (te saludo, Cruz, única esperanza nuestra)". Su estudio sobre San
Juan de la Cruz lleva como subtítulo: " La ciencia de la Cruz ".
El 2
de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con
las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana
Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las
Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt
están dirigidas a Rosa: "Ven, vayamos, por nuestro pueblo".
Junto
con otros muchos otros judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son
llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza
contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos
por los progromos y las deportaciones de los judíos. "Jamás había pensado
que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis
hermanas y hermanos debieran sufrir así... cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios
mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos". El Prof. Jan
Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: "para mí, ella es, en un mundo
de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios".
Al
amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El
9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos
otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.
Con
su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores,
por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de
Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica,
unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su
pueblo ".
No hay comentarios:
Publicar un comentario