19 de Agosto - VIERNES –
20ª – Semana del T.O.- C
San Juan Eudes, presbítero
Lectura del santo evangelio según
san Mateo (22,34-40):
En aquel tiempo, los
fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y
uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de
la Ley?»
Él le dijo:
«"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el
principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo
como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los
profetas.»
1- De la teoría a la práctica hay siempre
una distancia considerable. Una cosa es decir que queremos seguir a Jesús, que
queremos ser como él, imitarle en sus actitudes y estilo de vida y otra
ponernos realmente en camino, andar cada paso, subir las cuestas y sudar cuando
el sol está alto o cuando la lluvia arrecia y el viento dificulta
caminar.
En el Evangelio de hoy aparecen los
fariseos. Se oponen a Jesús. Imagino que sentirían que les quitaba la parroquia
de seguidores. Y le tratan de vencer a través de las ideas. Por eso, sacan a su
Goliat particular: uno de ellos que era más experto que los demás en la Ley,
que sabía más que todos, que tenía buena lengua, que era más listo. Estarían
convencidos de que Jesús no sabría responder a su pregunta: “¿Cuál es el
mandamiento principal de la Ley?”
2.- No era una cuestión baladí. Entre las
normas que hay en los libros del Antiguo Testamento y los comentarios que se
habían ido haciendo, las normas se habían multiplicado y ser un judío devoto
era más una cuestión de manual, de cumplir fielmente una multitud de normas que
de corazón. De tanto fijarse en las normas, en las leyes, en las reglas, en lo
que no se podía hacer y en lo que había que hacer, se habían olvidado el porqué
de todas esas normas y leyes. Y estaban cayendo en el peligro de cumplir por
cumplir. Son poner el corazón en ello.
A nosotros los cristianos nos puede
pasar algo parecido cuando, por ejemplo, vamos a misa los domingos porque es
obligatorio. Y terminamos estando allí como palos de escoba. Porque hay que
estar. Y se nos olvida que la eucaristía es la fiesta de la comunidad que
escucha la Palabra, que comparte el Pan, que celebra su fe y su fraternidad
abierta a todos. Y que, sin esto, lo de estar presente como un pasmarote no
vale para mucho.
Pero Jesús no era hombre que se callase.
Además, tenía las ideas muy claras. Sabía que mandamiento no hay más que uno.
Lo demás son todo comentarios accidentales. El gran mandamiento es el amor. No
hay más. Dios es amor. Y, si nos queremos parecer a él, ser como él, cumplir su
ley, lo que tenemos que hacer es amar. En todo momento. En todo lugar. A todos.
Sin dejar a nadie fuera. Lo demás, ya digo, son corolarios. Están bien pero
nunca pueden hacer que se nos olvide lo fundamental: amar.
3- Claro que amar no es esa especie de
cuestión romántica, de sentimiento. Amar es el compromiso real y concreto por
el bien de los hermanos. Amar es dar la vida. Se concreta de muchas maneras:
desde preparar la comida a la familia con cuidado y cariño hasta sacar la
basura cuando toca, pasando por ayudar al hermano necesitado o participar en la
vida pública promoviendo la justicia para todos. Todo esto es amar. Y es lo
único que tenemos que hacer.
San Juan Eudes, presbítero
Este santo compuso una frase que
se ha hecho famosa entre los creyentes. Dice así:
"Para ofrecer bien una Eucaristía se
necesitarían tres eternidades: una para prepararla, otra para celebrarla y una
tercera para dar gracias".
Nació en un pueblecito de
Francia, llamado Ri (en Normandía) en el año 1601. Sus padres no tenían hijos e
hicieron una peregrinación a un santuario de Nuestra Señora y Dios les concedió
este hijo, y después de él otros cinco.
Ya desde pequeño demostraba gran
piedad, y un día cuando un compañero de la escuela lo golpeó en una mejilla, él
para cumplir el consejo del evangelio, le presentó la otra mejilla.
Estudio en un famoso seminario
de París, llamado El Oratorio, dirigido por un gran personaje de su tiempo, el
cardenal Berulle, que lo estimaba muchísimo.
Al descubrir en Juan Eudes una
impresionante capacidad para predicar misiones populares, el Cardenal Berulle
lo dedicó apenas ordenado sacerdote, a predicar por los pueblos y ciudades.
Predicó 111 misiones, con notabilísimo éxito. Un escritor muy popular de su
tiempo, Monseñor Camus, afirmaba: "Yo he oído a los mejores predicadores
de Italia y Francia y puedo asegurar que ninguno de ellos conmueve tanto a las
multitudes, como este buen padre Juan Eudes".
Las gentes decían de él:
"En la predicación es un león, y en la confesión un cordero".
San Juan Eudes se dio cuenta de
que para poder enfervorizar al pueblo y llevarlo a la santidad era necesario
proveerlo de muy buenos y santos sacerdotes y que para formarlos se necesitaban
seminarios donde los jóvenes recibieran muy esmerada preparación. Por eso se
propuso fundar seminarios en los cuales los futuros sacerdotes fueran
esmeradamente preparados para su sagrado ministerio. En Francia, su patria,
fundó cinco seminarios que contribuyeron enormemente al resurgimiento religioso
de la nación.
Con los mejores sacerdotes que
lo acompañaban en su apostolado fundó la Congregación de Jesús y María, o
padres Eudistas, comunidad religiosa que ha hecho inmenso bien en el mundo y se
dedica a dirigir seminarios y a la predicación.
En sus misiones lograba el padre que muchas mujeres
se arrepintieran de su vida de pecado, pero desafortunadamente las ocasiones
las volvían a llevar otra vez al mal. Una vez una sencilla mujer, Magdalena
Lamy, que había dado albergue a varias de esas convertidas, le dijo al santo al
final de una misión: "Usted se vuelve ahora a su vida de oración, y estas
pobres mujeres se volverán a su vida de pecado; es necesario que les consiga
casas donde se puedan refugiar y librarse de quienes quieren destrozar su
virtud". El santo aceptó este consejo y fundó la Comunidad de las Hermanas
de Nuestra Señora del Refugio para encargarse de las jóvenes en peligro. De
esta asociación saldrá mucho después la Comunidad de religiosas del Buen Pastor
que tienen ahora en el mundo 585 casas con 7,700 religiosas, dedicadas a
atender a las jóvenes en peligro y rehabilitar a las que ya han caído.
Este santo propagó por todo su
país dos nuevas devociones que llegaron a ser sumamente populares: La devoción
al Corazón de Jesús y la devoción al Corazón de María. Y escribió un hermoso
libro titulado: "El Admirable Corazón de la Madre de Dios", para
explicar el amor que María ha tenido por Dios y por nosotros. Él compuso
también un oficio litúrgico en honor del corazón de María, y en sus
congregaciones celebraba cada año la fiesta del Inmaculado Corazón.
Otro de sus Libros se titula:
"La devoción al Corazón de Jesús". Por eso el Papa San Pío X llamaba
a San Juan Eudes: "El apóstol de la devoción a los Sagrados
Corazones".
Redactó también dos libros que
han hecho mucho bien a los sacerdotes: "El buen Confesor", y "El
predicador apostólico".
Murió el 19 de agosto de 1680.
Su gran deseo era que de su vida y de su comportamiento se pudiera repetir
siempre lo que decía Jesús: "Mi Padre celestial me ama, porque yo hago
siempre lo que a Él le agrada".
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