domingo, 16 de abril de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 17 DE ABRIL – LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA



17 DE ABRIL –
LUNES DE LA OCTAVA DE PASCUA

Evangelio según san Mateo 28, 8-15

    En aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a sus discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
"Alegraos".
Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies.
Jesús les dijo:
"No tengáis miedo: ida comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
"Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si eso llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros".
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esa historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy".

1.  Una de las cosas que más llaman la atención, en los relatos de las apariciones del Resucitado, es la presencia destacada que en estos relatos tienen las mujeres. Ellas fueron las primeras para ir en busca de Jesús. Y a ellas fue
a quienes primero se apareció.
El Jesús resucitado se nos muestra aún más
humano que el Jesús terreno. En este relato hay que distinguir dos cosas:
1) La experiencia fundamental, que tuvieron aquellas mujeres, al constatar que Jesús no había sido derrotado y aniquilado por la muerte, sino que, por el contrario, la había vencido.
2) La "historia" del soborno de los guardias y la simplicidad del robo del cuerpo que supuestamente hicieron los discípulos.
Lo primero es lo que interesa y en lo que el evangelio de Mateo pone el acento. Lo del soborno de los guardias es seguramente una vulgar leyenda que se difundió en aquellos años en algunas comunidades cristianas.

2.  Los primeros testigos de la resurrección fueron mujeres. En este dato insisten los evangelios (Mt 28, 1.5-10; Mc 16, 1-8; Lc 24, 10-11; Jn 20, 1-2). Señal clara de que, entre las primeras comunidades de cristianos, se difundió la
noticia de que, efectivamente, la resurrección de Jesús había puesto en evidencia la especial cercanía que las mujeres tuvieron con él. Y la acogida que Jesús les dio siempre a las mujeres. Y aquí es importante destacar que, si hoy esto nos llama la atención, en aquella sociedad tenía que resultar mucho más chocante. Porque entonces, y concretamente entre los judíos de entonces, la
mujer estaba especialmente marginada y, en no pocas cosas, enteramente excluida.

3.  Todo esto nos indica, entre otras cosas, una que profundiza lo ya dicho:
Jesús, después de su resurrección, se comportaba (o era experimentado) como un ser "más humano" que antes de su muerte.
Precisamente cuando Jesús trasciende lo humano y accede a la condición divina, entonces es cuando se muestra más humano, más cercano, más entrañable.
¿Por qué?
Porque, en los criterios básicos del Evangelio, está el principio según el cual "lo más
divino" se encuentra y se palpa en "lo más humano".
Porque, en Jesús, Dios se ha humanizado. De forma que en "lo humano" es donde vemos, tocamos y palpamos "lo divino" (Jn 1, 18; 14, 9; 8, 56-58).



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