viernes, 21 de abril de 2017

Párate un momento El Evangelio del dia: 22 DE ABRIL – SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA



22 DE ABRIL –
SÁBADO DE LA OCTAVA DE PASCUA

Evangelio según san Marcos 16, 9-15
   
Jesús, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios.
Ella fue a anunciárselo a sus compañeros que estaban tristes y llorando.
Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando a una finca.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no les creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. Y les dijo:
"Id al mundo entero y predicad el Evangelio a toda la creación".

1.  Este texto —según la interpretación más  generalizada— fue añadido, al evangelio original de Marcos, algunos años más tarde, seguramente   en la primera mitad del s. II. Se sabe que es un texto añadido porque no aparece en los códices y papiros más antiguos a los que se atribuye mayor autoridad. Sea lo que sea de este asunto, se trata en este caso de un relato aceptado como auténtico por la Iglesia. Y no parece que existan motivos razonables para dudar de la verdad de lo que aquí se cuenta.

2.  En la forma como este relato presenta la experiencia de la resurrección, se destaca con claridad la resistencia de los discípulos a creer en que efectivamente la resurrección ocurrió realmente. Por eso el texto dice que Jesús les echó en cara su "incredulidad" y su "dureza de corazón".
Esta resistencia a creer en la resurrección ya se había puesto de manifiesto en la comunidad de
Corinto a la que Pablo llega a decir que, si Cristo no ha resucitado, "entonces nuestra predicación no tiene contenido ni nuestra fe tampoco" (1 Cor 15, 14).
Es más, Pablo añade que "si la esperanza que   tenemos en Cristo es solo para esta vida, somos los más desgraciados de los hombres" (1 Cor 15, 19).
¿Por qué?

3. La fe en la resurrección no es fácil. Porque sobre ella podemos tener una seguridad que nos libre de dudas y oscuridades. La fe en la resurrección es la convicción de que la muerte no tiene la última palabra en nuestra vida. Y, además, es el modelo de lo que debe ser nuestra humanización. Eso se produce cuando, en nuestra vida, lo más humano va dominando y venciendo la
inhumanidad que a todos nos rompe por dentro. 
Una persona así, además de ser un ser humano cabal, es una persona con esperanza y con futuro. En esto se manifiesta la grandeza y la autenticidad de la fe en el Resucitado.



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