1 DE MAYO - LUNES –
3ª - SEMANA DE
PASCUA
patrono de los trabajadores
o bien - Col. 3,14-15.23-24 – Salmo 89 – Mt. 13,54-58
Evangelio según san Juan 6, 22-29
Después que Jesús
hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el
lago.
Al día siguiente, la gente
que se había quedado al otro lado del lago, notó que allí no había habido más
que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus
discípulos se habían marchado solos.
Entre tanto, unas lanchas
de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan (sobre el que
el Señor pronunció la acción de gracias).
Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus
discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago le preguntaron:
"Maestro, ¿cuándo has venido
aquí?"
Jesús les contestó:
"Os lo aseguro: me buscáis, no porque
habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por
el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, el que os dará el
Hijo del Hombre, pues a este lo ha sellado el Padre, Dios”.
Ellos le preguntaron:
“¿Y qué obras tenemos que hacer para trabajar
en lo que Dios quiere?"
Respondió Jesús:
"La obra que Dios quiere es esta: que
creáis en el que Él ha enviado".
1. La gente
busca ansiosamente a Jesús. ¿Por qué?
Porque mediante el milagro les ha quitado el hambre.
El evangelio de Juan (no sabemos si intencionadamente
o no) se refiere aquí a la primera tentación que Jesús sufrió en el desierto:
convertir las piedras en pan (Mt 4, 3), es decir, utilizar el milagro para
quitar el hambre del mundo, para crear riqueza, abundancia, crecimiento económico,
prosperidad.
Pero, sorprendentemente, Jesús vivió aquello como una
tentación satánica a la que resistió y venció. ¿Por qué?
2. Porque, como
dice Fedor Dostoyevsky, en el discurso de "El Gran Inquisidor"
(Hermanos Karamazov, I. V, c. 5), las tres cosas que más ansía el hombre son el
"milagro", el "misterio" y la "autoridad". Y el
hombre se somete gustoso a esas tres cosas, con tal de escapar al tormento más espantoso
para el ser humano: la libertad.
Por eso el Inquisidor, en nombre de la Iglesia, le
dice a Jesús: "No existe ninguna ciencia que les dé pan mientras
permanezcan libres; por eso acabarán por poner su libertad a nuestros pies
diciendo: "Hacednos vuestros
esclavos, pero dadnos de comer".
Habrán comprendido al fin que la libertad no se puede
conciliar con el pan de la tierra, porque jamás sabrán repartírselo".
3. Se comprende
la hondura de lo que Jesús le echó en cara a la gente en Cafarnaúm: "me
buscáis... porque comisteis pan hasta saciaros" (Jn 6, 26).
Los hombres queremos el "milagro" del pan,
es decir, el "milagro económico" que sacie nuestras apetencias de
bienestar. Aunque se consiga a costa de que nos hagan esclavos y nos priven de
la libertad.
La fe, que propone Jesús (Jn 6, 28), es la conquista
de la libertad. Ahora mismo en Europa, cuando estamos saliendo de la crisis
económica, nos ponemos contentos porque estamos recuperando el pan y el
bienestar.
Pero, - ¿tenemos más libertad? - ¿Somos real-mente
libres?
Creemos que lo somos. Pero realmente ahora es cuando
vivimos más sometidos que nunca, más controlados. La informática y todas las
tecnologías nos obligan a pensar, desear y hacer lo que al sistema le interesa
que seamos y hagamos. Y lo más grave del asunto es que no somos conscientes, ni
nos damos cuenta, de que ahora es cuando vivimos más sumisos que jamás
se
vivió. VIVIMOS EN TODO COMO
INTERESA AL SISTEMA QUE VIVAMOS,
NO COMO TENDRÍAMOS QUE VIVIR.
SAN JOSE OBRERO,
patrono de los
trabajadores
El 1 de mayo la Iglesia celebra la Fiesta
de San José Obrero, patrono de los trabajadores, fecha que coincide con el Día
Mundial de Trabajo. Esta celebración litúrgica fue instituida en 1955 por el
Siervo de Dios, Papa Pío XII, ante un grupo de obreros reunidos en la Plaza de
San Pedro en el Vaticano.
El Santo Padre
pidió en esa oportunidad que “el humilde obrero de Nazaret, además de encarnar
delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, sea también el
próvido guardián de vosotros y de vuestras familias”.
Pío XII quiso que el Santo Custodio de la Sagrada Familia, “sea para
todos los obreros del mundo, especial protector ante Dios, y escudo para tutela
y defensa en las penalidades y en los riesgos del trabajo”.
Por su parte, San Juan Pablo II en su
encíclica a los trabajadores “Laborem exercens” destacó que “mediante el
trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias
necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto
sentido ‘se hace más hombre’”.
Posteriormente, en el Jubileo de los
Trabajadores en el 2000, el Papa de la Familia dijo: “Queridos trabajadores,
empresarios, cooperadores, agentes financieros y comerciantes, unid vuestros
brazos, vuestra mente y vuestro corazón para contribuir a construir una
sociedad que respete al hombre y su trabajo”.
“El hombre vale más por lo que es que por
lo que tiene. Cuanto se realiza al servicio de una justicia mayor, de una
fraternidad más vasta y de un orden más humano en las relaciones sociales,
cuenta más que cualquier tipo de progreso en el campo técnico”, añadió”.
Oración a San José obrero
Nos dirigimos a ti, Oh bendito San José,
nuestro protector en la tierra, como quien conoce el valor del trabajo y la
respuesta a nuestro llamado. A través de tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen
Madre de Dios, y sabiendo el amor paternal que tuviste a nuestro Señor Jesús,
te pedimos nos asistas en nuestras necesidades y fortalezcas en nuestros
trabajos.
Por la promesa de realizar dignamente
nuestras tareas diarias, líbranos de caer en el pecado, de la avaricia, de un
corazón corrupto. Se tú el solícito guardián de nuestro trabajo, nuestro
defensor y fortaleza contra la injusticia y el error.
Seguimos tu ejemplo y buscamos tu auxilio.
Socórrenos en todos nuestros esfuerzos, para así poder obtener contigo el
descanso eterno en el Cielo. Amén.
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