5 DE ABRIL - MIÉRCOLES
5 - SEMANA DE CUARESMA
Evangelio según san Juan 8,31-42
En aquel tiempo, dijo
Jesús a los judíos que habían creído en él:
"Si os mantenéis en mi palabra
seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad y la verdad os hará
libres".
Le replicaron:
"Somos linaje de Abrahán y nunca
hemos sido esclavos de nadie: ¿Cómo dices tú: seréis libres?".
Jesús les contestó:
"Os aseguro que quien comete pecado
es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda
para siempre. Y si el Hijo os hace libres seréis realmente libres. Ya sé que
sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida
a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros
hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre".
Ellos replicaron:
"Nuestro padre es Abrahán".
Jesús les dijo:
"Si fuerais hijos de Abrahán,
haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he
hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro
padre".
Le replicaron:
“Nosotros no somos hijos de prostituta;
tenemos un solo padre: Dios".
Jesús les contestó:
"Si Dios fuera
vuestro padre me amaríais, porque yo salí de Dios y aquí estoy. Pues no he
venido por mi cuenta, sino que él me envió".
1. Jesús
establece aquí, con toda claridad, la secuencia de tres conceptos clave: la
"palabra", la "verdad" y la "libertad".
Jesús se refiere a la "palabra suya", es
decir, lo que él nos dejó dicho. El que integra en su vida lo que dijo Jesús,
ese permanece en la verdad. Y esa verdad es la que hace a las personas
realmente
libres.
2. La primera consecuencia,
que se sigue de lo dicho, es que la libertad es el test de la verdad. Es decir,
la prueba de que una persona vive en la verdad es su libertad. No la libertad
para hacer lo que se le antoje o quiera. Sino la libertad al servicio de la
misericordia. Se trata de ser libre para hacer siempre lo que hace felices a
los demás, lo que necesitan los demás, sobre todo los que viven más
necesitados, sea de cariño, sea de bienes materiales, sea de ayuda humana en el
sentido que sea.
3. Todo esto,
en definitiva, quiere decir que las verdades o doctrinas que engendran esclavos
no pueden ser verdaderas. La prueba de que una doctrina es verdad es si produce
personas libres. Las doctrinas que, para mantenerse, necesitan someter las
mentes y las voluntades, no pueden ser verdaderas.
Seguramente, en esto consiste el problema más fuerte
que plantean aquellos dogmas religiosos que someten la mente y la vida entera
de forma que obligan a pensar como otros nos dicen que tenemos que pensar.
Dios, y la fe en Dios, entrañan la verdad suprema en la medida en que nos hacen
supremamente libres, para ser personas siempre buenas, siempre respetuosas, siempre
tolerantes, siempre contagiosas de bienestar y dicha. Esto es lo más grande que
tiene la religiosidad de Jesús.
SAN VICENTE FERRER
Perfil Biográfico
Vicente Ferrer nace en Valencia el 23 de
enero de 1350. Fueron sus padres Guillermo Ferrer, notario público, y
Constancia Miguel, personas virtuosas y distinguidas en la caridad con los
pobres. Tuvieron tres hijas y tres hijos.
En 1370, a sus veinte años, Vicente se
incorpora por la profesión a la Orden de Santo Domingo. Es un joven de
inteligencia prodigiosa, viva imaginación e ingenio penetrante. A los
veintiocho años recibe, con calificación "Summa cum Laude", el
doctorado en Teología y se dedica a la enseñanza de la ciencia sagrada durante
ocho años en las universidades de Valencia, Barcelona y Lérida.
Le inquieta la situación de su cultura,
bloqueada por tendencias irreconciliables. Medita el Evangelio de Jesucristo. Y
así como se esforzaron por vivirlo Domingo de Guzmán y Francisco de Asís, él se
siente llamado por Cristo a evangelizar Europa. A partir de ese momento recorre
comarcas de España, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia e Inglaterra,
predicando en plazas, caminos y campos. Su tema es la conversión personal y
colectiva; invita a salir de costumbres de muerte para lanzarse a los riesgos
de una vida nueva; llama a reflexionar sobre el futuro, comenzando su
construcción en el presente. La imagen más utilizada en su predicación es la
del juicio final que anuncia inminente y del cual él se presenta como el ángel
del Apocalipsis. Respalda este anuncio con una vida austera y penitente, hace
de la pobreza su actitud más característica. La participación en la Eucaristía
y la búsqueda en la oración son el centro de su vida que armoniza con un carácter
franco y jovial. Confirma su predicación con una acción directa con los pobres
y necesitados. Su palabra es fuego que conmueve el corazón de las multitudes,
que, haciendo pública penitencia, abandonan sus situaciones de pecado. Vicente
Ferrer además será árbitro de una Europa dividida política y religiosamente.
Vicente Ferrer reconoce primero al Papa de
Avignón, de quien es confesor y ante quien rechaza el nombramiento de obispo.
Posteriormente, viendo el escaso interés de dicho Papa para solucionar el Cisma
de Occidente, le abandona y recorre regiones aconsejando a príncipes y logrando
retiren su obediencia a los Papas avignonenses, por el bien de la Iglesia. En
este propósito coincide al final con Catalina de Siena.
Entrega su espíritu a Jesucristo en la ciudad
de Vannes (Francia) el 5 de abril de 1419 a la edad de 69 años. San Vicente
Ferrer fue canonizado por Calixto III el 29 de Junio de 1455. Su cuerpo se
conserva en Vannes.
Semblanza espiritual
San Vicente Ferrer entra en la Orden de Santo
Domingo donde vive con gran disciplina la vida regular, dejando de ello claro
testimonio en un tratado "Sobre la vida espiritual", donde conjuga la
teología del apostolado y el deseo ardiente de perfección. Su pureza virginal,
su carácter franco y jovial, y su amor por la austeridad lo habían preparado
para la gran misión apostólica, que entre los años 1380 – 1390 lo vio ocupado
en numerosas misiones encomendadas por el cardenal legado de Pedro de Luna y
por el rey Juan I de Aragón. El año 1399 se dedicó del todo al ministerio de la
predicación itinerante como "legado de parte de Cristo" ya que, como
el mismo testifica en carta al antipapa Benedicto XIII, había recibido del
mismo Cristo este encargo.
Combatió con enorme esfuerzo la división de
la Iglesia en el Cisma de Occidente, dejando finalmente al antipapa. Fue el más
ejemplar y eficaz predicador de su tiempo. Firmaba su predicación con milagros,
dejando en todas partes una profunda impresión, renovando espiritualmente
regiones enteras y llevando por doquier la paz y la unidad.
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