miércoles, 19 de abril de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 - DE ABRIL - JUEVES - DE LA OCTAVA DE PASCUA





20 - DE ABRIL
- JUEVES - DE LA OCTAVA DE PASCUA

Evangelio según san Lucas 24, 35-48    

En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice:
"Paz a vosotros".
    Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver a un fantasma.
Él les dijo:
"¿Por qué os alarmáis?
¿Por qué surgen dudas en vuestro interior?
Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo".
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
"¿Tenéis ahí algo que comer?"
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado.
Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo:
"Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse".
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió:
"Y estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto".

1.  Una de las equivocaciones más frecuentes, que tenemos tantas veces los cristianos, consiste en imaginarnos que Jesús, a partir de la resurrección, empezó a vivir en una condición celestial, alejada de este mundo y alejado él de lo que nos caracteriza a los mortales, que es nuestra humanidad, nuestra condición humana.
Por eso, tantas veces y en tantas cosas, la Iglesia busca a Jesucristo en "lo divino", aunque para eso sea necesario marginar, mortificar y hasta anular "lo humano".

2.  Jesús resucitado no fue así, ni actuó así. El Resucitado está vinculado a la condición carnal. No es un fantasma. Se toca y se palpa. Porque sigue siendo de carne y hueso, como todos los mortales lo somos.
Al Resucitado se le encuentra. No en el miedo y el pasmo, sino en la paz y la alegría. Se le descubre en la mesa compartida, comiendo y bebiendo. El Dios, que se nos revela en Jesús, entra por los sentidos: la vista, el oído, el tacto, el gusto...

3.  Jesús no se da a conocer en "lo religioso", en "lo sagrado", en "lo divino".
A Jesús se le encuentra en el encuentro con "lo humano". En el cuidado de lo más humano. Y de lo más dañado de la condición humana: en el hambre y la sed, en el dolor y la soledad, en el abandono y privación de libertad de los humanos peor tratados por la vida (Mt 25, 31- 46).
Así es como Jesús quiere que se anuncie el Evangelio al mundo entero.



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