3 DE MAYO – JUEVES –
5ª – SEMANA DE PASCUA – B
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los
Corintios (15,1-8):
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros
aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que
conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado
vuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo
había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las
Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las
Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció
a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía,
otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los
apóstoles; por último, se me apareció también a mí.
Palabra de Dios
Salmo: 18,2-3.4-5
R/. A toda la tierra alcanza su pregón
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento
pregona la obra de sus manos:
el día al día
le pasa el mensaje,
la noche a la
noche se lo susurra. R/.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que
resuene su voz,
a toda la tierra
alcanza su pregón,
y hasta los
límites del orbe su lenguaje. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
"Como el Padre me ha amado, así os he amado yo: permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, lo mismo que
yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y
vuestra alegría llegue a plenitud'.
Palabra del Señor
1. En
este texto, Jesús termina hablando de la alegría. De la alegría que llega a su
total plenitud. Es decir, se trata de la felicidad perfecta, la aspiración
suprema de todos los humanos. Pero es importante caer en la cuenta de que,
inmediatamente antes de hablar de
semejante felicidad, Jesús ha estado hablando de amor. Jesús vivió dos
experiencias que se vinculaban la una a
la
otra:
1) La necesidad de cariño plenamente
satisfecha, por su experiencia religioso-mística de relación con el Padre.
2) La alegría desbordante que vivió y gozó
hasta el final de sus días.
2. Jesús
quiere que su propia alegría esté en los discípulos. La alegría no se impone,
ni se ordena, ni hay recetas para tenerla. La alegría se contagia. El que la
tiene, la transmite a quienes conviven con él. Como el que está amargado o
resentido, contagia amargura y resentimiento.
Por tanto, Jesús quiere que los cristianos
seamos de tal manera y vivamos de tal forma, que contagiemos
alegría,
felicidad, bienestar, y todo esto hasta el colmo.
3.
Resulta desagradable constatar que mucha gente asocia a Dios, a Jesús y a la religión
más con la tristeza y el sufrimiento que con la alegría y la felicidad. Aquí
tenemos una de las deformaciones más fuertes de la fe cristiana. Una deformación
que ha deformado también a Jesús, al Evangelio y a Dios. De lo cual la Iglesia
también se ha resentido, y no poco.
Mientras, en el tejido social, no se
relacione espontáneamente la religión
con la alegría, difícil lo van a tener las religiones, empezando por el cristianismo
y la Iglesia.
San Felipe y Santiago el
Menor apóstoles
Martirologio Romano: Fiesta de
san Felipe y Santiago, apóstoles. Felipe, que, al
igual que Pedro y Andrés, había nacido en Betsaida, era discípulo de Juan
Bautista y fue llamado por el Señor para que le siguiera. Por su parte, Santiago, de sobrenombre "Justo", hijo de Alfeo y considerado
en Occidente como el pariente del Señor, fue el primero que rigió la Iglesia de
Jerusalén. Al suscitarse la controversia sobre la circuncisión, se adhirió al
criterio de Pedro, a fin de que no se impusiese a los discípulos venidos de la
gentilidad aquel antiguo yugo. Muy pronto coronó su apostolado con el martirio.
Breve Semblanza
San Felipe era
originario de Betsaida de Galilea. San Juan habla de él varias veces en el
Evangelio. Narra que el Señor Jesús llamó a Felipe al día siguiente de las
vocaciones de San Pedro y San Andrés. De los Evangelios se deduce que el Santo
respondió al llamado del Señor. Escritores de la Iglesia primitiva y Eusebio,
historiador de la Iglesia, afirman que San Felipe predicó el Evangelio en
Frigia y murió en Hierápolis. Papías, obispo de este lugar, supo por las hijas
del apóstol, que a Felipe se le atribuía el milagro de la resurrección de un
muerto.
A Santiago se le llama "el Menor" para
diferenciarlo del otro apóstol, Santiago el Mayor (que fue martirizado poco
después de la muerte de Cristo).
El
evangelio dice que era de Caná de Galilea, que su padre se llamaba Alfeo y que
era familiar de Nuestro Señor. Es llamado "el hermano de Jesús", no
porque fuera hijo de la Virgen María, sino porque en la Biblia se le llaman
"hermanos" a los que provienen de un mismo abuelo: a los primos, tíos
y sobrinos (y probablemente Santiago era "primo" de Jesús, hijo de
alguna hermana de la Stma. Virgen). En la S. Biblia se lee que Abraham llamaba
"hermano" a Lot, pero Lot era sobrino de Abraham. Y se le lee también
que Jacob llamaba "hermano" a Laban, pero Laban era tío de Jacob. Así
que el decir que alguno era "hermano" de Jesús no significa que María
tuvo más hijos, sino que estos llamados "hermanos", eran simplemente
familiares: primos, etc.
San Pablo
afirma que una de las apariciones de Jesús Resucitado fue a Santiago. Y el
libro de Los Hechos de los Apóstoles narra cómo en la Iglesia de Jerusalén era
sumamente estimado este apóstol. (Lo llamaban "el obispo de
Jerusalén"). San Pablo cuenta que él, la primera vez que subió a Jerusalén
después de su conversión, fue a visitar a San Pedro y no vio a ninguno de los
otros apóstoles, sino solamente a Santiago. Cuando San Pedro fue liberado por
un ángel de la prisión, corrió hacia la casa donde se hospedaban los discípulos
y les dejó el encargo de "comunicar a Santiago y a los demás", que
había sido liberado y que se iba a otra ciudad (Hech. 12,17). Y el Libro Santo
refiere que la última vez que San Pablo fue a Jerusalén, se dirigió antes que
todo "a visitar a Santiago, y allí en casa de él se reunieron todos los
jefes de la Iglesia de Jerusalén" (Hech. 21,15). San Pablo en la carta que
escribió a los Gálatas afirma: "Santiago es, junto con Juan y Pedro, una
de las columnas principales de la Iglesia". (Por todo esto se deduce que
era muy venerado entre los cristianos).
Cuando los
apóstoles se reunieron en Jerusalén para el primer Concilio o reunión de todos
los jefes de la Iglesia, fue este apóstol Santiago el que redactó la carta que
dirigieron a todos los cristianos (Hechos 15).
Hegesipo,
historiador del siglo II dice: "Santiago era llamado ‘El Santo’. La gente
estaba segura de que nunca había cometido un pecado grave. Jamás comía carne,
ni tomaba licores. Pasaba tanto tiempo arrodillado rezando en el templo, que al
fin se le hicieron callos en las rodillas. Rezaba muchas horas adorando a Dios
y pidiendo perdón al Señor por los pecados del pueblo. La gente lo llamaba: ‘El
que intercede por el pueblo’". Muchísimos judíos creyeron en Jesús,
movidos por las palabras y el buen ejemplo de Santiago. Por eso el Sumo
Sacerdote Anás II y los jefes de los judíos, un día de gran fiesta y de mucha
concurrencia le dijeron: "Te rogamos que ya que el pueblo siente por ti
grande admiración, te presentes ante la multitud y les digas que Jesús no es el
Mesías o Redentor". Y Santiago se presentó ante el gentío y les dijo:
"Jesús es el enviado de Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y
lo veremos un día sobre las nubes, sentado a la derecha de Dios". Al oír
esto, los jefes de los sacerdotes se llenaron de ira y decían: "Si este
hombre sigue hablando, todos los judíos se van a hacer seguidores de
Jesús". Y lo llevaron a la parte más alta del templo y desde allá lo
echaron hacia el precipicio. Santiago no murió de golpe sino que rezaba de
rodillas diciendo: "Padre Dios, te ruego que los perdones porque no saben
lo que hacen".
El historiador
judío, Flavio Josefo, dice que a Jerusalén le llegaron grandes castigos de
Dios, por haber asesinado a Santiago que era considerado el hombre más santo de
su tiempo.
Este
apóstol redactó uno de los escritos más agradables y provechosos de la S. Biblia.
La que se llama "Carta de Santiago". Es un mensaje hermoso y
sumamente práctico. Ojalá ninguno de nosotros deje de leerla. Se encuentra al
final de la Biblia. Allí dice frases tan importantes como estas: "Si
alguien se imagina ser persona religiosa y no domina su lengua, se equivoca y
su religión es vana". "Oh ricos: si no comparten con el pobre sus
riquezas, prepárense a grandes castigos del cielo". "Si alguno está
triste, que rece. Si alguno se enferma, que llamen a los presbíteros y lo unjan
con aceite santo, y esa oración le aprovechará mucho al enfermo" (de aquí
sacó la Iglesia la costumbre de hacer la Unción de los enfermos).
La frase más famosa de la Carta de Santiago es esta: "La fe
sin obras, está muerta".
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